martes, 4 de septiembre de 2018

Capítulo 14: Terreno Peligroso



_ Me atacaron con globos de agua cuando regresé de mi cita con Amanda_ explicó
Levantó la mirada, efectivamente el chico se encontraba empapado de pies a cabeza. A pesar de que ya había castigado a los dos adolescentes, parecían estar empeñados en atacar a Arturo.
_ ¿Has pensado en dejarla… o al menos disculparte con ellos?_
_ ¡Nunca!... Los tres hicimos nuestro intento por conquistarla y yo gané…
_ Siéntate, hablaremos de tus problemas amorosos luego… ahora tengo algo que contarte_ indicó

Rodrigo siempre había sido un estratega, toda su vida sus planes se habían llevado a cabo a la perfección. Solo existía un error en toda su carrera: ¡Fernández y esos mocosos!... Si, esos mocosos, especialmente Martín.
Sonrió observando su primera oportunidad de hundir a Fernández, esos mocosos y al Royal en general. Ese sería su primer paso para la venganza.

No entendía porque su primo los había reunido a todos, generalmente las reuniones familiares eran para dar malas noticias, o al menos así había sido en las últimas ocasiones. Esperaba que no fuera así, pues los chicos aún actuaban extraño después del funeral del señor Garcés.
_ ¿Ya están todos?_ preguntó Mauricio
_ Falta el traidor_ comentó
_ No, aquí está_ dijo Ezequiel señalando a Arturo
_ Me refería a tu hermano_
Detestaba a Leonardo con toda su alma y agradecía cada vez que al llegar a casa el rubio no se encontraba ahí.
_ Bueno, ya le diremos cuando llegue_ dijo su primo _ Ahora quiero hacerles una pregunta… Chicos, ya hice esto una vez, pero fue completamente a sus espaldas, por eso ahora quiero conocer primero su opinión_
_ ¿Contrataras a alguien nuevo?_ cuestionó Martín_ ¿A otro aprendiz?_
_ ¿Vas a enviarme a la militar?_ preguntó Sergio con preocupación
_ ¿Leo se va a mudar?_
_ ¡Chicos!, ¡Déjenlo hablar!_ exclamó Arturo
_ No obedecemos a un traidor_ atacó Oscar y acto seguido choco sus palmas con Ezequiel
_ ¡Chicos!, ¡Escuchen!_ gritó Mau _ Voy a pedirle matrimonio a Flor… otra vez_
Sintió que sus ojos saldrían de sus cuencas oculares y que su mentón chocaría contra el suelo. Estaba completamente sorprendida.
_ ¿Y bien?, ¿Qué opinan?_ insistió su primo
_ ¡Dos bodas para planear!, ¡Grandioso!_ exclamó Paula con emoción
_ ¿No es muy pronto?_ cuestionó Emi _ Tiene poco que volvieron…
_ ¿Y si nos vuelve a sacar del hotel?_ preguntó Lucía preocupada
_ ¡Flor no lo haría!_ dijo indignada _ Ha demostrado que cambio_
Hubo algunos segundos de silencio en los cuales todos se miraron entre sí.
_ Yo te apoyo, Fernández_ comentó Arturo
_ Nosotros también_ exclamaron los mellizos a dúo
_ Por mí está bien_ añadió Ezequiel
_ Yo tendré que hacer algunas averiguaciones, pero no diré que no_ dijo Martín
_ Cuentas con nuestro apoyo_ comentó colocando su brazo sobre el hombro de Paula
_ Y con el mío_ sonrió Lucía

Los viernes debía trabajar hasta tarde, por lo cual había llevado a Julián a su oficina. Desde la noticia de la muerte de Agustín, su pequeño hijo no era el mismo. Estaba sentado en el sillón de su oficina mirando la alfombra sin decir nada.
_ ¿Quieres ir al cine más tarde?_ preguntó acercándose a él
_ No. Mamá, ¿Cómo hago para que dejé de doler?_
Sintió que una flecha le partía el alma en dos. Lo había visto sufrir en muchas ocasiones; algunas debido a ella; pero nunca antes vio tanta tristeza junta. Lo abrazó con fuerza, cargándolo en sus brazos.
_ Con el tiempo el dolor será menos. Yo también lo extraño_ confesó
Pensó en todas las cosas que Agus había planeado para hacer con él, quería enseñarle a jugar futbol americano, a conducir y que probaran juntos su primera cerveza. Nunca pasaría, nunca más vería a su amigo, no discutirían más ni reirían con sus anécdotas de infancia. Sintió como lágrima rebelde escapaba de su ojo derecho y abrazó con aún más fuerza a su hijo.
_ Disculpe que la molesta, señorita Contreras, pero la buscan_ indicó su asistente entrando a su oficina
Limpió su mejilla rápidamente y miro por encima del hombro de la joven que le hablaba. Logró distinguir aquella silueta, se incorporó y miró a Julián.
_ Quédate aquí_ le indicó
Salió de la oficina y cerró la puerta apenas estuvo fuera, ahí estaba él. Lucía acabado, cansado, con unas ojeras tan largas como sus culpas, con la piel pegada a los huesos (o al menos así le pareció) y el cabello sin brillo.
_ ¿Qué haces aquí?_ cuestionó cruzándose de brazos
_ Supe lo de Agus_ confesó César bajando la mirada _ ¡No lo puedo creer!... ¡Éramos los tres mosqueteros!_
_ Ya lo dijiste: éramos_ sentenció fríamente _ Ahora Agus se fue y tú arruinaste nuestra amistad_ dijo dando media vuelta
_ Flor…
Él la tomó del brazo, tal como hacía cuando eran niños y discutían.
_ Vine a verte porque te necesito_
Giro para verlo nuevamente. Hace unos meses esas palabras habrían bastado para que hiciera cualquier cosa por él, le tenía un cariño infinito, pero había dañado a Julián y eso, eso era imperdonable.
_ No tengo un solo peso…
_ Busca un empleo_ respondió con indiferencia
_ ¿Crees que no lo he hecho?, ¡Soy un ex convicto!... Nadie quiere contratarme… Además no tengo estudios, lo sabes_ explicó
Lo recordaba bien, ella y Agus habían ingresado a la universidad, mientras que él permaneció trabajando en su ciudad natal en una infinidad de oficios.
_ Vengo con la mejor disposición a pedirte empleo… de lo que sea_
En verdad estaba desesperado, César se caracterizaba desde niño por su gran orgullo y que viniera a buscarla después de todo lo ocurrido solo podía significar que había agotado todas sus opciones.
_ Veré que puedo hacer por ti… pero tienes prohibido acercarte a mi hijo o a los demás chicos, ¿Está claro?_
_ Acepto cualquier condición… en verdad estoy desesperado_ repitió
_ Vuelve mañana a la misma hora, ya veré que encuentro para ti_ concluyó y volvió a su oficina.

Sábado, sábado por la mañana. Uno de sus días favoritos, todos en casa se levantaban tarde, pero no ella, pues esa mañana era especial. Vio a Paula tomar sus patines y su mochila; ella también amaba las mañanas de sábado.
_ Vamos, te acompaño al estacionamiento_ dijo abriendo la puerta de su habitación
En el comedor Mauricio colocaba sobre la mesa dos jarras con jugo de naranja, su primo volteo a verla.
_ ¿A dónde van?_ cuestionó Mau
_ Tengo práctica, las regionales están muy cerca_ explicó Paula
_ Yo voy a desayunar con Cande_ respondió con una sonrisa
_ ¡Maldita sea!_ escuchó la voz de Leonardo en la cocina
El chico rubio había dejado caer al piso una porción de huevos revueltos. Formó una mueca al ver que el mayor de los Lagos se encontraba ahí, verlo era un constante recordatorio de su corazón partido en pedazos.
_ ¡Estoy harto de esto!... ¿Acaso los mugrosos no pueden preparar solos su desayuno?_ gritó el rubio lanzando con fuerza el sartén
Recordó al chico que había conocido al llegar al hotel y le fue imposible sentir decepción al pensar que la versión noble y atenta que conoció de  Leo no fue más que una farsa.
_ Leo, ve a despertar a los demás_ indicó Mauricio
El rubio dejó de mala gana lo que estaba haciendo y salió en dirección al cuarto de los varones no sin antes dedicarle una mirada que no pudo distinguir si era de vergüenza o de enfado.
_ Vamos_ dijo a Paula al tiempo que abría la puerta de la suite
_ Recuerda que debes recogerla en la pista hoy_ comentó su primo, pero no le prestó atención
_ ¿Para qué me vas a acompañar al estacionamiento si vas a desayunar con Cande?_ cuestionó Paula mientras subían al ascensor
_ No preguntes_
_ Como quieras… cuando Mau se enteré que andas en algo raro, ¡Te castigara de por vida!... Solo no llegues tarde por mi_ dijo la niña cruzándose de brazos
En el estacionamiento Paula tomó su propio camino; pronto Flor pasaría por ella para llevarla a la pista.
 Empezó a avanzar a la parada de autobuses, espero el suyo y lo abordó no sin antes sentir esa punzada de culpa por el secreto que llevaba ya un mes ocultando a su primo y a toda su familia.




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