La noche que Mau la visitó en su apartamento se había
sentido tan feliz, pero sabía que su jefe estaba ahí solo porque se sentía
confundido, que no existía en él un verdadero sentimiento de amor como el que
ella albergaba en su interior.
Para su desgracia tendría que ver su pesadilla
convertirse en una realidad.
Eran las cuatro de la tarde, los dos adolescentes
caminaban por el jardín principal del hotel, tomados de la mano, declarándole
al mundo que estaban juntos y tratando de negarse a sí mismos que deberían
separarse en tan solo unos minutos. Una relación a distancia a los trece años,
cuando no se cuenta con un teléfono ni acceso a internet y mucho menos aun con
la posibilidad de viajar, es algo que no se puede concebir. Oscar detuvo su paso por unos segundos y
atrajo a su novia hacia él, abrazándola con fuerza, deseando que los minutos se
alargaran, que esa tarde fuera eterna.
Sintió las lágrimas desbordarse por sus ojos, recorriendo
sus mejillas y en un susurro suplico a su amada que no se marchara. Ella
también lloró y lo abrazó con todas sus fuerzas, explicándole que no era una
decisión suya, que debía irse.
Permanecieron así por largo rato, unidos en ese abrazo que se negaba a
apartarlos.
_ ¡Diana es hora de irnos!_ exclamó la madre de la chica
rubia
_ No quiero irme_ susurró la adolescente a su novio.
Se alejó un poco de él, como si tuviera miedo a terminar
el abrazo de golpe, volteó en dirección a su madre, pero ella ya se había
marchado. Entonces y sin previo aviso, plantó un beso en los labios del chico.
Un beso tierno, y hambriento de vivir más momentos junto al muchacho de cabello
negro ébano, su primer beso era su regalo de despedida, envuelto en ese abrazo
y enmarcado por una tarde de primavera, ese era su adiós.
Mientras tanto Emilia y Enrique también se despedían,
estaban junto a la camioneta de los Castillo, donde los padres de Kike
aguardaban a sus hijos para marcharse a su nuevo hogar, el muchacho rodeaba a
su novia con el brazo, en un inútil intento de mantenerla cerca de él. Era
evidente que era el momento del adiós, pero ellos se negaban a aceptarlo,
actuaban como si nada estuviera pasando en realidad.
Arturo y Ezequiel había acudido también a la despedida,
junto con los miembros de la banda “Los músicos hoteleros”, dispuestos a decir
adiós a su bajista y su tecladista, que se marchaban a un lugar lejano para
dejar un hueco en su reciente agrupación musical.
Diana llegó corriendo, acompañada por Oscar quien a pesar
de la tristeza, sonreía por haber recibido su primer beso, como si fuese una
promesa de que ella volvería. Emi y
Enrique acudieron a su encuentro y se unieron los cuatro en un abrazo de
despedida, después de eso Diana subió a la camioneta con sus padres, mientras
Enrique envolvía por última vez a Emi entre sus brazos.
_ Te quiero Emi, jamás te olvidare_ susurró el muchacho
_ Yo tampoco te olvidare y yo te quiero más_ respondió
Emi antes de recibir un beso en la mejilla como ultima despedida, entonces el
partió junto a su familia
Los hermanos Castillo se marcharon llevando consigo
recuerdos de su corta estadía en el Royal y un pedazo de los corazones de los
mellizos en medio de su equipaje.
Florencia se encontraba en la cocina de su apartamento,
preparando la masa para los panques que les daría a los chicos esa noche,
nuevamente tendría a Mau y a los ocho como invitados para cenar. Se había
empeñado tanto en ganarse la confianza de los chicos para que su novio no fuera
a arrepentirse de su decisión, después de todo, una vez que se hubiera casado
con él, podría deshacerse de ellos.
Tocaron a la puerta, ella dejó su labor en la cocina por
un instante para atender a quien tocaba, al abrir se encontró con su ayudante.
El hombre que atravesaba por la mitad de su segunda década de vida, con el cabello
castaño y piel blanca, su amigo desde la infancia; aunque por años se habían
perdido la pista; era ahora su aliado en sus planes.
_ Hola, ¿Qué haces aquí?_ saludó Flor
_ Solo vine a ver como estabas_ respondió el hombre
_ Pasa, estoy cocinando_
Los dos viejos amigos entraron al apartamento, yendo
hacia la cocina, donde los moldes esperaban para ser llenados y metidos al
horno.
_ ¿Tendrás una fiesta?_
_ Mau y los chicos vendrán a cenar_ explicó Florencia
mientras vertía la masa en los moldes
_ Veo que te tomaste muy enserio eso de acercarte a
ellos, ¿Vendrán los siete?_ preguntó él ayudándola a abrir la puerta del horno
_ ¡Son ocho!... incluyendo a la prima de Mau_
_ Me encantaría verlos de nuevo a todos juntos_
_ Aun no me has dicho, ¿Qué tienen que ver los chicos
contigo?_ cuestionó ella mientras cerraba el horno y reajustaba la temperatura
_ Debo irme_ concluyó el hombre robando una manzana del
frutero que adornaba la barra de la cocina, para después retirarse rápidamente,
sin siquiera dar tiempo a su amiga para repetir su pregunta.
La hora de la cena fue tranquila, con Flor cerca no había
mucho que hablar, por lo general Emi, Martin y Arturo no perdían la oportunidad
de lanzar algún comentario hostil a la prometida de su tutor, pero esa noche
permanecieron en silencio; Emi pensando en su amor perdido, Arturo en lo
felices que serían todos si tan solo Fernández se hiciera novio de Estrella y
Martin intentaba ahuyentar las imágenes de sus pesadillas de su mente. Cuando
llegó la hora del postre todos aceptaron los panques de buena gana, eran de
chocolate y realmente estaban deliciosos, Flor podía ser una mala persona, pero
como cocinera era excelente.
_ Mi amor, los mellizos te ayudaran con todo lo que
necesites para la boda_ comentó Mauricio a su prometida
_ ¡Estupendo!, ¡Mañana podrían acompañarme por el
vestido!_ exclamó con un falso tono de entusiasmo
Los mellizos asintieron sin el menor entusiasmo, aunque
no querían realizar dicha labor, sabían que no estaban en posición de reclamar.
Terminaron de cenar y mientras los chicos veían una
película acomodándose plácidamente sobre los sillones de la sala, Mauricio y su
novia se dedicaban a limpiar la mesa y lavar los trastes mientras conversaban.
Hablaban sobre sus empleos; Flor era ayudante de una casa
de modas, había hecho algunos diseños pero aún estaba escalando al éxito,
mientras que Mau se perfeccionaba en el arte de la hotelería, también charlaban
sobre los chicos y sobre la boda. Lo cierto era que había una buena relación
entre ellos, de hecho contaban con dos importantes bases para la existencia de
una relación: la confianza y el respeto, lamentablemente les faltaba el
elemento esencial: el amor. Ellos eran solo dos buenos amigos, intentando
convencerse de que existía entre ellos algo más y durante dos años habían
vivido esa mentira, pero ahora, justo a las puertas del matrimonio, la verdad
empezaba a surgir.
Pasaba ya de la media noche, y la puerta del apartamento
recién se abría, por ella salió un hombre de piel blanca y cabello castaño
obscuro, cargando en brazos a un niño de
cabello negro y piel en un tono moreno claro, ese era Martín, estaba dormido.
Detrás de aquel hombre, avanzaba un adolescente un poco adormilado, era Arturo,
había crecido en ese último par de años, el cargaba a una niña de cabello
castaño obscuro, la más pequeña del grupo. Era seguido por un chico y una
chica, ambos adormilados, intentaban mantenerse despiertos y mantener despierta
también a Paula, quien estaba en esa transición de niña a adolescente,
finalmente una joven de cabello negro que cargaba al más pequeño de todos,
Julián. Todos eran mayores, estaban más altos y más fuertes, habían cambiado,
ya no eran el mismo grupo de niños que había visto la última vez, eran algo más,
algunos adolescentes, pero sobretodo, eran una familia.
Observo al grupo mientras avanzaba por el pasillo,
prestando especial atención a los siete, esos chicos que habían formado parte
de su pasado, estaban a muy poco de volver a cruzar sus caminos con el suyo.
¿quién será este misterioso hombre?
Nos acercamos al final de esta historia... Esten atentos a cada detalle