viernes, 30 de octubre de 2015

Capítulo 82: EL MOMENTO DEL ADIÓS



La noche que Mau la visitó en su apartamento se había sentido tan feliz, pero sabía que su jefe estaba ahí solo porque se sentía confundido, que no existía en él un verdadero sentimiento de amor como el que ella albergaba en su interior.
Para su desgracia tendría que ver su pesadilla convertirse en una realidad.

Eran las cuatro de la tarde, los dos adolescentes caminaban por el jardín principal del hotel, tomados de la mano, declarándole al mundo que estaban juntos y tratando de negarse a sí mismos que deberían separarse en tan solo unos minutos. Una relación a distancia a los trece años, cuando no se cuenta con un teléfono ni acceso a internet y mucho menos aun con la posibilidad de viajar, es algo que no se puede concebir.  Oscar detuvo su paso por unos segundos y atrajo a su novia hacia él, abrazándola con fuerza, deseando que los minutos se alargaran, que esa tarde fuera eterna.
Sintió las lágrimas desbordarse por sus ojos, recorriendo sus mejillas y en un susurro suplico a su amada que no se marchara. Ella también lloró y lo abrazó con todas sus fuerzas, explicándole que no era una decisión suya, que debía irse.  Permanecieron así por largo rato, unidos en ese abrazo que se negaba a apartarlos.
_ ¡Diana es hora de irnos!_ exclamó la madre de la chica rubia
_ No quiero irme_ susurró la adolescente a su novio.
Se alejó un poco de él, como si tuviera miedo a terminar el abrazo de golpe, volteó en dirección a su madre, pero ella ya se había marchado. Entonces y sin previo aviso, plantó un beso en los labios del chico. Un beso tierno, y hambriento de vivir más momentos junto al muchacho de cabello negro ébano, su primer beso era su regalo de despedida, envuelto en ese abrazo y enmarcado por una tarde de primavera, ese era su adiós.

Mientras tanto Emilia y Enrique también se despedían, estaban junto a la camioneta de los Castillo, donde los padres de Kike aguardaban a sus hijos para marcharse a su nuevo hogar, el muchacho rodeaba a su novia con el brazo, en un inútil intento de mantenerla cerca de él. Era evidente que era el momento del adiós, pero ellos se negaban a aceptarlo, actuaban como si nada estuviera pasando en realidad.
Arturo y Ezequiel había acudido también a la despedida, junto con los miembros de la banda “Los músicos hoteleros”, dispuestos a decir adiós a su bajista y su tecladista, que se marchaban a un lugar lejano para dejar un hueco en su reciente agrupación musical.
Diana llegó corriendo, acompañada por Oscar quien a pesar de la tristeza, sonreía por haber recibido su primer beso, como si fuese una promesa de que ella volvería.   Emi y Enrique acudieron a su encuentro y se unieron los cuatro en un abrazo de despedida, después de eso Diana subió a la camioneta con sus padres, mientras Enrique envolvía por última vez a Emi entre sus brazos.
_ Te quiero Emi, jamás te olvidare_ susurró el muchacho
_ Yo tampoco te olvidare y yo te quiero más_ respondió Emi antes de recibir un beso en la mejilla como ultima despedida, entonces el partió junto a su familia
Los hermanos Castillo se marcharon llevando consigo recuerdos de su corta estadía en el Royal y un pedazo de los corazones de los mellizos en medio de su equipaje.

Florencia se encontraba en la cocina de su apartamento, preparando la masa para los panques que les daría a los chicos esa noche, nuevamente tendría a Mau y a los ocho como invitados para cenar. Se había empeñado tanto en ganarse la confianza de los chicos para que su novio no fuera a arrepentirse de su decisión, después de todo, una vez que se hubiera casado con él, podría deshacerse de ellos.
Tocaron a la puerta, ella dejó su labor en la cocina por un instante para atender a quien tocaba, al abrir se encontró con su ayudante. El hombre que atravesaba por la mitad de su segunda década de vida, con el cabello castaño y piel blanca, su amigo desde la infancia; aunque por años se habían perdido la pista; era ahora su aliado en sus planes.
_ Hola, ¿Qué haces aquí?_ saludó Flor
_ Solo vine a ver como estabas_ respondió el hombre
_ Pasa, estoy cocinando_
Los dos viejos amigos entraron al apartamento, yendo hacia la cocina, donde los moldes esperaban para ser llenados y metidos al horno.
_ ¿Tendrás una fiesta?_
_ Mau y los chicos vendrán a cenar_ explicó Florencia mientras vertía la masa en los moldes

_ Veo que te tomaste muy enserio eso de acercarte a ellos, ¿Vendrán los siete?_ preguntó él ayudándola a abrir la puerta del horno
_ ¡Son ocho!... incluyendo a la prima de Mau_
_ Me encantaría verlos de nuevo a todos juntos_
_ Aun no me has dicho, ¿Qué tienen que ver los chicos contigo?_ cuestionó ella mientras cerraba el horno y reajustaba la temperatura
_ Debo irme_ concluyó el hombre robando una manzana del frutero que adornaba la barra de la cocina, para después retirarse rápidamente, sin siquiera dar tiempo a su amiga para repetir su pregunta.

La hora de la cena fue tranquila, con Flor cerca no había mucho que hablar, por lo general Emi, Martin y Arturo no perdían la oportunidad de lanzar algún comentario hostil a la prometida de su tutor, pero esa noche permanecieron en silencio; Emi pensando en su amor perdido, Arturo en lo felices que serían todos si tan solo Fernández se hiciera novio de Estrella y Martin intentaba ahuyentar las imágenes de sus pesadillas de su mente. Cuando llegó la hora del postre todos aceptaron los panques de buena gana, eran de chocolate y realmente estaban deliciosos, Flor podía ser una mala persona, pero como cocinera era excelente.
_ Mi amor, los mellizos te ayudaran con todo lo que necesites para la boda_ comentó Mauricio a su prometida
_ ¡Estupendo!, ¡Mañana podrían acompañarme por el vestido!_ exclamó con un falso tono de entusiasmo
Los mellizos asintieron sin el menor entusiasmo, aunque no querían realizar dicha labor, sabían que no estaban en posición de reclamar.
Terminaron de cenar y mientras los chicos veían una película acomodándose plácidamente sobre los sillones de la sala, Mauricio y su novia se dedicaban a limpiar la mesa y lavar los trastes mientras conversaban.
Hablaban sobre sus empleos; Flor era ayudante de una casa de modas, había hecho algunos diseños pero aún estaba escalando al éxito, mientras que Mau se perfeccionaba en el arte de la hotelería, también charlaban sobre los chicos y sobre la boda. Lo cierto era que había una buena relación entre ellos, de hecho contaban con dos importantes bases para la existencia de una relación: la confianza y el respeto, lamentablemente les faltaba el elemento esencial: el amor. Ellos eran solo dos buenos amigos, intentando convencerse de que existía entre ellos algo más y durante dos años habían vivido esa mentira, pero ahora, justo a las puertas del matrimonio, la verdad empezaba a surgir.

Pasaba ya de la media noche, y la puerta del apartamento recién se abría, por ella salió un hombre de piel blanca y cabello castaño obscuro, cargando en brazos a un niño  de cabello negro y piel en un tono moreno claro, ese era Martín, estaba dormido. Detrás de aquel hombre, avanzaba un adolescente un poco adormilado, era Arturo, había crecido en ese último par de años, el cargaba a una niña de cabello castaño obscuro, la más pequeña del grupo. Era seguido por un chico y una chica, ambos adormilados, intentaban mantenerse despiertos y mantener despierta también a Paula, quien estaba en esa transición de niña a adolescente, finalmente una joven de cabello negro que cargaba al más pequeño de todos, Julián. Todos eran mayores, estaban más altos y más fuertes, habían cambiado, ya no eran el mismo grupo de niños que había visto la última vez, eran algo más, algunos adolescentes, pero sobretodo, eran una familia.
Observo al grupo mientras avanzaba por el pasillo, prestando especial atención a los siete, esos chicos que habían formado parte de su pasado, estaban a muy poco de volver a cruzar sus caminos con el suyo.



¿quién será este misterioso hombre?
Nos acercamos al final de esta historia... Esten atentos a cada detalle

miércoles, 28 de octubre de 2015

Capítulo 81: PESADILLAS

_ No digas nada_ susurró el chico rubio posando su mano sobre el rostro de la chica, acercándola hacia el para finalmente besarla.
No existe nada más maravilloso que el encuentro de dos mundos en el elocuente silencio de un beso y esa tarde de primavera, sus mundos se habían encontrado al fin.

Florencia sirvió el último plato de comida sobre la mesa, para después ocupar su lugar junto a Mauricio, sabía que aún tenía mucho trabajo por hacer si quería ganarse la confianza de los chicos, pero sentía que estaba yendo por el camino adecuado.
_ ¿Es seguro comer esto?_ preguntó Martin_ ¿No tiene ninguna pócima letal, bruja?_
_ ¡Martin!_ lo reprendió Mauricio
_ Está bien Mau_ dijo Flor _ Tincho, te aseguro que puedes comer tranquilo_
A todos les sorprendió la actitud de Florencia durante la cena, ya que fue amable con cada uno de los chicos, aun cuando Martin, Paula o Emilia se comportaban hostiles con ella. Arturo por otra parte permanecía callado, pensando en el secreto de su tutor, en la posibilidad de que Estrella pudiera convertirse en la novia de Mauricio y así librarse de toda esa situación.
_ Chicos, si gustan pueden ver la televisión, yo tengo que hablar con Mau sobre la boda_ indicó Flor una vez que terminaron de cenar.
Mauricio sintió que había tomado la decisión correcta al pedirle matrimonio, ahora serian una verdadera familia, Flor encajaba con su nuevo plan de vida y se dijo a si mismo que la historia con Estrella era una locura, que esa noche a su lado debía ser solo un recuerdo.
Estuvo hablando con su prometida durante un largo rato, hasta pasada la media noche, no solo sobre la boda, sino también bromeaban e incluso hablaban sobre los chicos. Mauricio le conto sobre sus avances con Arturo, sobre los mellizos y sobre la caída de Lucí en la resbaladilla esa mañana. Mientras ellos hablaban en la cocina, los ocho chicos permanecían en la sala, cuando finalmente salieron para que Mau regresara al hotel con sus muchachos, se encontraron con que todos estaban dormidos.
Mauricio empezó a despertar a los mayores, cuando estaba a punto de despertar a Martin, Flor lo detuvo.
_ No despiertes a los pequeños, dejalos dormir aquí y yo los llevare al hotel mañana temprano_
_ Fernández, no creo que sea buena idea_ dijo Arturo aun adormilado
El gerente del hotel recordó la pesadilla de Martin, quería estar con él si volvía a soñarla, así que decidió dejar solo a Lucí y Julián, muy a pesar de que Arturo estuviera en desacuerdo con él.

Flor despertó en la madrugada, había escuchado un grito proveniente de su sala, donde dormía Julián, le pareció sorprendente que Lucí, quien dormía en su recamara, no se hubiera despertado con todo ese ruido.  Cuando entró a la sala, se encontró con Julián llorando, se acercó despacio hasta él.
_ ¿Qué pasa enano?_ preguntó sentándose a su lado
_ ¿Dónde está Mau?_
_ Tranquilo, tú y Lucí se quedaron dormidos, por eso Mau los dejó aquí esta noche. Mañana los llevare con el_ 
El niño se abalanzo hacia ella en un abrazo, Flor permaneció inmóvil unos segundos, asombrada por la reacción de pequeño, pero finalmente terminó por corresponder el abrazo. Julián estaba temblando y aun lloraba, de pronto le pareció tan frágil e indefenso. Tal vez los niños no eran tan malos después de todo.
_ ¿Qué fue lo que soñaste, enano?_
_ Que me separaban de los chicos y de Mau_ respondió Julián entre llantos
Flor lo abrazo contra su pecho, acariciando el cabello castaño del niño, buscando tranquilizarlo. Se mantuvo así hasta que el llanto del pequeño cesó finalmente, dando paso a un sueño profundo, ella observó al infante, preguntándose sobre su origen. Se puso de pie para volver a su habitación, arropó a Julián y le dio un beso en la frente. Entonces reacciono, estaba encariñándose con él, se apartó de inmediato, no podía tomarles cariño a esos niños.

La siguiente semana trascurrió de manera rápida, quizá más de lo que la mayoría desearía, mientras Florencia y Mauricio pasaban más y más tiempo juntos y hacían planes para su próxima boda, Estrella se derrumbaba en silencio al verlos juntos, en especial cuando recibió la noticia que dejaría de cuidar a los chicos por las noches. Al parecer Flor quería involucrarse más en su crianza y sus servicios de niñera no serían más necesarios. Para Mauricio había sido difícil decirle esta última noticia, pero a la vez se alegraba de no hacerla sufrir aún más, aumentando su agonía al verlos llegar juntos cada noche, pensaba que si ocupaba su mente en la boda, podría alejar esos sentimientos confusos que le producía Estrella.
Por otra parte Arturo y Sara se disputaban la atención de Leonardo, ella para averiguar que eran ahora, porque no estaba segura de que fueran novios aun y el quinceañero para organizar el baile de graduación, ya que su temática había sido elegida ganadora. Mientras tanto Paula y Nico se regocijaban con sus avances, al ver el éxito de la segunda cita entre Alma y Franco.
Lucia y Julián durmieron un par de noches más en el apartamento de Flor, empezando a confiar un poco en ella. Martin en contraparte a sus amigos, no había tenido ninguna noche tranquila, toda la semana tuvo pesadillas, por suerte cada noche Mau llegaba para tranquilizarlo hasta que volvía a dormir. La noche del viernes resulto ser la peor para él.

Despertó sobresaltado, de golpe y bañado en sudor, aun gritaba cuando abrió los ojos, no entendía porque después de casi dos meses esa pesadilla, ese fatal recuerdo volvía a su mente para torturarlo, solo que cada vez parecía experimentarlo con mayor intensidad. Su respiración era agitada y una sensación de escalofrió recorría su cuerpo. Junto a él, Julián dormía tranquilo, inconsciente de lo que a él le ocurría, lo mismo que Arturo y Oscar que incluso roncaban un poco.  La puerta del cuarto se abrió y dio un pequeño salto en su cama, asustado. Vio a Mauricio entrar y se relajó de inmediato. El gerente del hotel avanzó hasta su sitio y tomándolo en brazos lo llevo a la sala.
_ ¿Estás bien, Tincho?, ¿Volviste a tener esa pesadilla?_ pregunto Mauricio colocando al niño a su lado sobre el sofá-cama
_ S-s-s-s-si… _ tartamudeo Martin intentando recuperar el aliento
Mau lo abrazo, acariciando el cabello negro del pequeño. Llevaban una semana así, entre las pesadillas del niño y el gerente intentando tranquilizarlo.
_ ¿Por qué sigo teniendo ese sueño?_ reprochó Martin _ ¡Ya pasaron casi tres meses y desde que llegamos al hotel que no lo había soñado!_
_ Tranquilo, es algo que está aún muy reciente…. Tincho, ¿la extrañas?_
La respuesta era obvia, la extrañaba muchísimo y le dolía no haber podido ayudar a salvarla, ser solo un espectador en sus últimos minutos de vida. Sin responder una palabra abrazo a Mauricio con fuerza y se soltó a llorar.
_ Sé que yo no soy como ella, que no soy el mejor tutor, pero puedes contar siempre conmigo_
Martin lo abrazó con más fuerza aun y con un pequeño susurro dijo: _ Te quiero Mau_
El gerente del hotel nunca había escuchado esas palabras tan directas de ninguno de sus chicos, abrazó a Mar con fuerza, pensando en lo mucho que esos revoltosos niños habían cambiado su mundo en tan solo dos meses desde su llegada.
_ También te quiero Tincho_

Despertó a la mañana siguiente muy temprano, al escuchar pasos atravesando la zona del comedor, Oscar tropezó con una de las sillas, haciendo que su tutor saliera de su cama. Los mellizos intentaban salir sin ser descubiertos, ese sería su último día junto a los Castillo. Su última oportunidad para vivir su primer amor.
_ ¿A dónde van?_ preguntó Mauricio desafiante
_Por favor Mau, hoy es el último día que Diana y Kike estarán aquí_ suplico Emi
_ Si, mañana nos castigas todo lo que quieras pero hoy dejanos ir desde temprano con ellos_ insistió Oscar
_ Toda la semana faltaron al trabajo y ni hablar del día que faltaron también al colegio, ¿quieren que les dé permiso?_
Ahora que lo pensaban mejor, irse de pinta el miércoles pasado no había sido su mejor idea, pero la habían pasado increíble ese día en la pista de hielo y el cine. Después de todo, lo único que permanecería de sus relaciones después de esa tarde, serian solo recuerdos.
_ Creí haber sido muy claro anoche_ sentenció Mau
La noche anterior los mellizos habían llegado poco antes de la media noche a su habitación, sin haber pisado siquiera la cocina del restaurante, Mauricio los reprendió, lo mismo que había intentado hacer Arturo, pero su tutor la dejó en claro que él era la figura de autoridad en casa. Oscar y Emi habían sido acreedores a un castigo, mismo que iniciaba esa mañana.
_ Solo hoy, a partir de mañana haremos todo lo que tú nos digas_ imploró Emilia
_ Cualquier cosa, pero dejanos ir hoy_ añadió el enamorado adolescente
_ Ayudaran a Flor con los preparativos de la boda, todo lo que ella necesite, ustedes estarán para darle una mano hasta que llegue el gran día_
_ ¡Pero falta mes y medio!_ exclamaron a dúo
_ Entonces creo q prefieren pasar el día encerrados en la habitación, regresen a sus cuartos
_ Está bien… _ dijo Oscar
_ Tu ganas_ continuo su hermana
_ ¡Trato hecho!_ corearon los mellizos
_ Cuento con su palabra y si no cumplen, tengan por seguro que no saldrán de esta habitación hasta tener los dieciocho, ahora pueden irse_
Sin dudarlo ni un instante los hermanos salieron corriendo hacia la puerta, para después perderse en esa desesperación por abrazar a sus respectivas parejas. De algún modo Mau había alejado también sus pesadillas, esas de no poder pasar un último día junto a sus amores.

Por la tarde Mauricio se encontraba actualizando la información del corte mensual del hotel, en la habitación solo estaba él y Arturo, quien esperaba impaciente la llegada de Lucas para acordar los últimos detalles sobre la planeación del baile de graduación. El quinceañero estaba ya desesperado, andaba de un lado a otro, de la cocina a su recamara, después a la sala, viendo el reloj de pulsera que llevaba en el brazo con insistencia.
_ ¿Por qué no le llamas?_ preguntó Mauricio tras ver el millonésimo recorrido del muchacho a la habitación
_ No tengo su número y aunque lo tuviera, no tengo celular_  respondió el quinceañero _ Seguro que esta con Sara_ añadió
_ ¿Son novios?_ preguntó el gerente preocupada por la situación sentimental de su prima
_ No lo sé, eso parece… Detesto al riquillo y a Sara se le ocurrió justo engancharse con el_
_ Leo es un buen chico después de todo, así sabré a quien matar en caso de que le rompa el corazón_
Arturo sonrió, secundando la opinión de su tutor, después de todo, disfrutaría mucho de una buena pelea contra Leonardo.
_ ¿Qué hay entre tú y Estrella?_ preguntó el joven con la mayor naturalidad del mundo
_ ¡Nada!... No pasa nada… De hecho fue un error ir a visitarla aquella noche_
_ Ella se ve muy interesada en ti… y yo diría que a ti no te es indiferente, Fernández_
_ ¡Mauricio!, ¡Dime Mauricio! Y deja de decir disparates… ¡Estoy comprometido!_ exclamó Mau_ Además quedamos que sería un secreto, así que deja de hablar sobre el tema antes de que alguien te escuche_
Arturo guardó silencio, convencido que su tutor estaba enamorado pero no precisamente de la mujer con la cual contraería matrimonio, todo lo contrario, estaba vuelto loco de amor por la recepcionista del hotel. ¿Cómo podría hacérselo notar? Ese era su nuevo dilema.

Florencia y Mauricio juntos frente al altar, jurándose amor eterno y sellando su pacto con un beso. Cada minuto del día que pasaba en el hotel la hacía pensar en esa imagen, el cruel destino que estaba obligada a presenciar, ver a su amado partir con otra mujer.
La noche que Mau la visitó en su apartamento se había sentido tan feliz, pero sabía que su jefe estaba ahí solo porque se sentía confundido, que no existía en él un verdadero sentimiento de amor como el que ella albergaba en su interior.

Para su desgracia tendría que ver su pesadilla convertirse en una realidad.