_ No digas nada_ susurró el chico rubio posando su mano
sobre el rostro de la chica, acercándola hacia el para finalmente besarla.
No existe nada más maravilloso que el encuentro de dos
mundos en el elocuente silencio de un beso y esa tarde de primavera, sus mundos
se habían encontrado al fin.
Florencia sirvió el último plato de comida sobre la mesa,
para después ocupar su lugar junto a Mauricio, sabía que aún tenía mucho
trabajo por hacer si quería ganarse la confianza de los chicos, pero sentía que
estaba yendo por el camino adecuado.
_ ¿Es seguro comer esto?_ preguntó Martin_ ¿No tiene
ninguna pócima letal, bruja?_
_ ¡Martin!_ lo reprendió Mauricio
_ Está bien Mau_ dijo Flor _ Tincho, te aseguro que
puedes comer tranquilo_
A todos les sorprendió la actitud de Florencia durante la
cena, ya que fue amable con cada uno de los chicos, aun cuando Martin, Paula o
Emilia se comportaban hostiles con ella. Arturo por otra parte permanecía
callado, pensando en el secreto de su tutor, en la posibilidad de que Estrella
pudiera convertirse en la novia de Mauricio y así librarse de toda esa
situación.
_ Chicos, si gustan pueden ver la televisión, yo tengo
que hablar con Mau sobre la boda_ indicó Flor una vez que terminaron de cenar.
Mauricio sintió que había tomado la decisión correcta al
pedirle matrimonio, ahora serian una verdadera familia, Flor encajaba con su
nuevo plan de vida y se dijo a si mismo que la historia con Estrella era una
locura, que esa noche a su lado debía ser solo un recuerdo.
Estuvo hablando con su prometida durante un largo rato,
hasta pasada la media noche, no solo sobre la boda, sino también bromeaban e
incluso hablaban sobre los chicos. Mauricio le conto sobre sus avances con
Arturo, sobre los mellizos y sobre la caída de Lucí en la resbaladilla esa
mañana. Mientras ellos hablaban en la cocina, los ocho chicos permanecían en la
sala, cuando finalmente salieron para que Mau regresara al hotel con sus
muchachos, se encontraron con que todos estaban dormidos.
Mauricio empezó a despertar a los mayores, cuando estaba
a punto de despertar a Martin, Flor lo detuvo.
_ No despiertes a los pequeños, dejalos dormir aquí y yo
los llevare al hotel mañana temprano_
_ Fernández, no creo que sea buena idea_ dijo Arturo aun
adormilado
El gerente del hotel recordó la pesadilla de Martin,
quería estar con él si volvía a soñarla, así que decidió dejar solo a Lucí y
Julián, muy a pesar de que Arturo estuviera en desacuerdo con él.
Flor despertó en la madrugada, había escuchado un grito
proveniente de su sala, donde dormía Julián, le pareció sorprendente que Lucí,
quien dormía en su recamara, no se hubiera despertado con todo ese ruido. Cuando entró a la sala, se encontró con Julián
llorando, se acercó despacio hasta él.
_ ¿Qué pasa enano?_ preguntó sentándose a su lado
_ ¿Dónde está Mau?_
_ Tranquilo, tú y Lucí se quedaron dormidos, por eso Mau
los dejó aquí esta noche. Mañana los llevare con el_
El niño se abalanzo hacia ella en un abrazo, Flor
permaneció inmóvil unos segundos, asombrada por la reacción de pequeño, pero
finalmente terminó por corresponder el abrazo. Julián estaba temblando y aun
lloraba, de pronto le pareció tan frágil e indefenso. Tal vez los niños no eran
tan malos después de todo.
_ ¿Qué fue lo que soñaste, enano?_
_ Que me separaban de los chicos y de Mau_ respondió
Julián entre llantos
Flor lo abrazo contra su pecho, acariciando el cabello
castaño del niño, buscando tranquilizarlo. Se mantuvo así hasta que el llanto
del pequeño cesó finalmente, dando paso a un sueño profundo, ella observó al
infante, preguntándose sobre su origen. Se puso de pie para volver a su
habitación, arropó a Julián y le dio un beso en la frente. Entonces reacciono,
estaba encariñándose con él, se apartó de inmediato, no podía tomarles cariño a
esos niños.
La siguiente semana trascurrió de manera rápida, quizá
más de lo que la mayoría desearía, mientras Florencia y Mauricio pasaban más y
más tiempo juntos y hacían planes para su próxima boda, Estrella se derrumbaba
en silencio al verlos juntos, en especial cuando recibió la noticia que dejaría
de cuidar a los chicos por las noches. Al parecer Flor quería involucrarse más
en su crianza y sus servicios de niñera no serían más necesarios. Para Mauricio
había sido difícil decirle esta última noticia, pero a la vez se alegraba de no
hacerla sufrir aún más, aumentando su agonía al verlos llegar juntos cada
noche, pensaba que si ocupaba su mente en la boda, podría alejar esos
sentimientos confusos que le producía Estrella.
Por otra parte Arturo y Sara se disputaban la atención de
Leonardo, ella para averiguar que eran ahora, porque no estaba segura de que
fueran novios aun y el quinceañero para organizar el baile de graduación, ya
que su temática había sido elegida ganadora. Mientras tanto Paula y Nico se
regocijaban con sus avances, al ver el éxito de la segunda cita entre Alma y
Franco.
Lucia y Julián durmieron un par de noches más en el
apartamento de Flor, empezando a confiar un poco en ella. Martin en contraparte
a sus amigos, no había tenido ninguna noche tranquila, toda la semana tuvo
pesadillas, por suerte cada noche Mau llegaba para tranquilizarlo hasta que
volvía a dormir. La noche del viernes resulto ser la peor para él.
Despertó
sobresaltado, de golpe y bañado en sudor, aun gritaba cuando abrió los ojos, no entendía porque después de casi dos meses esa pesadilla,
ese fatal recuerdo volvía a su mente para torturarlo, solo que cada vez parecía
experimentarlo con mayor intensidad. Su respiración era agitada y una sensación
de escalofrió recorría su cuerpo. Junto a él, Julián dormía tranquilo, inconsciente
de lo que a él le ocurría, lo mismo que Arturo y Oscar que incluso roncaban un
poco. La puerta del cuarto se abrió y
dio un pequeño salto en su cama, asustado. Vio a Mauricio entrar y se relajó de
inmediato. El gerente del hotel avanzó hasta su sitio y tomándolo en brazos lo
llevo a la sala.
_ ¿Estás bien, Tincho?, ¿Volviste a tener esa pesadilla?_
pregunto Mauricio colocando al niño a su lado sobre el sofá-cama
_ S-s-s-s-si… _ tartamudeo Martin intentando recuperar el
aliento
Mau lo abrazo, acariciando el cabello negro del pequeño.
Llevaban una semana así, entre las pesadillas del niño y el gerente intentando
tranquilizarlo.
_ ¿Por qué sigo teniendo ese sueño?_ reprochó Martin _
¡Ya pasaron casi tres meses y desde que llegamos al hotel que no lo había
soñado!_
_ Tranquilo, es algo que está aún muy reciente…. Tincho,
¿la extrañas?_
La respuesta era obvia, la extrañaba muchísimo y le dolía
no haber podido ayudar a salvarla, ser solo un espectador en sus últimos
minutos de vida. Sin responder una palabra abrazo a Mauricio con fuerza y se
soltó a llorar.
_ Sé que yo no soy como ella, que no soy el mejor tutor,
pero puedes contar siempre conmigo_
Martin lo abrazó con más fuerza aun y con un pequeño
susurro dijo: _ Te quiero Mau_
El gerente del hotel nunca había escuchado esas palabras
tan directas de ninguno de sus chicos, abrazó a Mar con fuerza, pensando en lo
mucho que esos revoltosos niños habían cambiado su mundo en tan solo dos meses
desde su llegada.
_ También te quiero Tincho_
Despertó a la mañana siguiente muy temprano, al escuchar
pasos atravesando la zona del comedor, Oscar tropezó con una de las sillas,
haciendo que su tutor saliera de su cama. Los mellizos intentaban salir sin ser
descubiertos, ese sería su último día junto a los Castillo. Su última
oportunidad para vivir su primer amor.
_ ¿A dónde van?_ preguntó Mauricio desafiante
_Por favor Mau, hoy es el último día que Diana y Kike
estarán aquí_ suplico Emi
_ Si, mañana nos castigas todo lo que quieras pero hoy dejanos
ir desde temprano con ellos_ insistió Oscar
_ Toda la semana faltaron al trabajo y ni hablar del día
que faltaron también al colegio, ¿quieren que les dé permiso?_
Ahora que lo pensaban mejor, irse de pinta el miércoles
pasado no había sido su mejor idea, pero la habían pasado increíble ese día en
la pista de hielo y el cine. Después de todo, lo único que permanecería de sus
relaciones después de esa tarde, serian solo recuerdos.
_ Creí haber sido muy claro anoche_ sentenció Mau
La noche anterior los mellizos habían llegado poco antes
de la media noche a su habitación, sin haber pisado siquiera la cocina del
restaurante, Mauricio los reprendió, lo mismo que había intentado hacer Arturo,
pero su tutor la dejó en claro que él era la figura de autoridad en casa. Oscar
y Emi habían sido acreedores a un castigo, mismo que iniciaba esa mañana.
_ Solo hoy, a partir de mañana haremos todo lo que tú nos
digas_ imploró Emilia
_ Cualquier cosa, pero dejanos ir hoy_ añadió el
enamorado adolescente
_ Ayudaran a Flor con los preparativos de la boda, todo
lo que ella necesite, ustedes estarán para darle una mano hasta que llegue el
gran día_
_ ¡Pero falta mes y medio!_ exclamaron a dúo
_ Entonces creo q prefieren pasar el día encerrados en la
habitación, regresen a sus cuartos
_ Está bien… _ dijo Oscar
_ Tu ganas_ continuo su hermana
_ ¡Trato hecho!_ corearon los mellizos
_ Cuento con su palabra y si no cumplen, tengan por
seguro que no saldrán de esta habitación hasta tener los dieciocho, ahora
pueden irse_
Sin dudarlo ni un instante los hermanos salieron
corriendo hacia la puerta, para después perderse en esa desesperación por
abrazar a sus respectivas parejas. De algún modo Mau había alejado también sus
pesadillas, esas de no poder pasar un último día junto a sus amores.
Por la tarde Mauricio se encontraba actualizando la
información del corte mensual del hotel, en la habitación solo estaba él y
Arturo, quien esperaba impaciente la llegada de Lucas para acordar los últimos
detalles sobre la planeación del baile de graduación. El quinceañero estaba ya
desesperado, andaba de un lado a otro, de la cocina a su recamara, después a la
sala, viendo el reloj de pulsera que llevaba en el brazo con insistencia.
_ ¿Por qué no le llamas?_ preguntó Mauricio tras ver el
millonésimo recorrido del muchacho a la habitación
_ No tengo su número y aunque lo tuviera, no tengo
celular_ respondió el quinceañero _
Seguro que esta con Sara_ añadió
_ ¿Son novios?_ preguntó el gerente preocupada por la situación
sentimental de su prima
_ No lo sé, eso parece… Detesto al riquillo y a Sara se
le ocurrió justo engancharse con el_
_ Leo es un buen chico después de todo, así sabré a quien
matar en caso de que le rompa el corazón_
Arturo sonrió, secundando la opinión de su tutor, después
de todo, disfrutaría mucho de una buena pelea contra Leonardo.
_ ¿Qué hay entre tú y Estrella?_ preguntó el joven con la
mayor naturalidad del mundo
_ ¡Nada!... No pasa nada… De hecho fue un error ir a
visitarla aquella noche_
_ Ella se ve muy interesada en ti… y yo diría que a ti no
te es indiferente, Fernández_
_ ¡Mauricio!, ¡Dime Mauricio! Y deja de decir disparates…
¡Estoy comprometido!_ exclamó Mau_ Además quedamos que sería un secreto, así
que deja de hablar sobre el tema antes de que alguien te escuche_
Arturo guardó silencio, convencido que su tutor estaba
enamorado pero no precisamente de la mujer con la cual contraería matrimonio,
todo lo contrario, estaba vuelto loco de amor por la recepcionista del hotel.
¿Cómo podría hacérselo notar? Ese era su nuevo dilema.
Florencia y Mauricio juntos frente al altar, jurándose
amor eterno y sellando su pacto con un beso. Cada minuto del día que pasaba en
el hotel la hacía pensar en esa imagen, el cruel destino que estaba obligada a
presenciar, ver a su amado partir con otra mujer.
La noche que Mau la visitó en su apartamento se había
sentido tan feliz, pero sabía que su jefe estaba ahí solo porque se sentía
confundido, que no existía en él un verdadero sentimiento de amor como el que
ella albergaba en su interior.
Para su desgracia tendría que ver su pesadilla
convertirse en una realidad.
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