_ Ahí estaremos_ sonrió Mauricio, dando un beso más a su
prometida
Florencia se despidió, diciendo que tenía algunos
pendientes que terminar en su oficina. Mauricio se sentía aliviado ahora que no
tenía que preocuparse más por su noche fuera de casa.
_ ¿A dónde fuiste anoche?_ preguntó Arturo a su tutor una
vez que Flor se marchó _ Y no quiero la mentira que le dijiste a tu noviecita,
¡Yo quiero escuchar la verdad!_
_ Esa es la verdad_ argumentó Mauricio
_ ¿Quieres que confié en ti?, Dime la verdad_ sentenció
el muchacho
Mauricio finalmente accedió a contarle la historia sobre
su visita al departamento de Estrella, no sin antes hacer que Arturo le
prometiera guardar el secreto, de todos aun incluso de los demás miembros de su
recién formada familia. Ese era el primer secreto que compartían juntos, el
primer lazo de unión entre ambos.
A la mañana siguiente, los mellizos se levantaron
temprano, querían aprovechar su día libre para estar con los Castillo, después
de todo tenían tan solo seis días más para estar junto a sus respectivas
parejas. Se despertaron antes que todos en la habitación, tratando de no hacer
ruido para poder salir sin ninguna dificultad. Se escabulleron hasta llegar a
la puerta, Oscar intentaba abrirla buscando la manera de hacer el menor ruido
posible.
_ ¿A dónde van?_ los interrumpió Mauricio levantándose
del sillón y avanzando en dirección a los dos adolescentes
_ Vamos a ver a… _ inicio a decir Oscar
_ Diana y Enrique_ completo su hermana
_ ¿Podemos ir?_ preguntaron a dueto
El gerente los observó por un instante, los dos hermanos
eran realmente parecidos, Oscar era apenas más alto que Emi, los dos tenían el
cabello castaño obscuro y la piel clara, ojos marrones y unas muy tenues pecas
en las mejillas. Pero tenían algo más en común, los dos estaban enamorados por
primera vez.
_ De acuerdo, pero regresen a tiempo para ir a cenar a
casa de Flor_
_ Si, Mau_ respondieron para después salir corriendo al
encuentro de sus amores.
Leonardo colocó la charola con los panqueques recién
preparados sobre la mesa, en el último par de semanas había optado por preparar
el mismo el desayuno, en lugar de bajar cada mañana al restaurante del hotel.
Realmente disfrutaba cocinar y más aún, convivir un poco con su hermano menor y
ese día, incluso había invitado a Chaim.
_ Esto esta delicioso_ dijo Ezequiel dando un bocado a su
panqueque lleno de miel de maple _ Aun no puedo creer que ya seas novio de Kía_
comentó al príncipe _ Esa chica es realmente hermosa_
_ Parece increíble que tú ya tienes novia y yo aún no_
dijo Leonardo untando mermelada en su panqueque _ Pero eso cambiara, Sara será
mi novia antes de que inicie el verano, ¡Ya lo verán!_
Por otra parte, en el parque, Oscar caminaba junto a Diana,
avanzaban uno al lado del otro tomados de la mano, inundados por esa inocencia
propia de un primer amor, un amor de adolescencia salpicado de ilusiones. El
chico se alegraba de estar finalmente a solas con su chica, aunque disfrutaba
mucho de las citas dobles, también le gustaba pasar un momento en el que
existieran solo ellos dos.
_ Diana, te iras en muy poco tiempo… y hay algo que aún
nos falta hacer juntos_ mencionó Oscar _ Algo que caracteriza a las parejas_
añadió
Diana hizo un recuento mental de las cosas que podían
caracterizar a las parejas, pero no encontró nada particularmente especial que
ellos no hubieran hecho.
_ Aún no he dado mi primer beso, ¿Sabes?... y me
encantaría dártelo a ti_ comentó el chico totalmente sonrojado
La joven también tiño sus mejillas de un color rojizo y
agacho un poco la mirada, ella tampoco había dado aún su primer beso
_ A mí
también me gustaría darte mi primer beso_ dijo la chica rubia _ Pero no ahora,
esmejor esperar al momento adecuado_
Oscar sonrió, no tendría el beso en ese momento, pero
tenía la promesa de recibirlo pronto.
Arturo platicaba amenamente en la recepción con Sara, su
mejor amiga, sobre los planes que el chico tenía para su baile de graduación,
era apenas creíble que una idea tan bien planeada hubiera surgido de las ideas
unidas de Leonardo y el quinceañero.
_ Hola Sara_ los interrumpió Leonardo _ Arturo, ¿Qué
tal?_ añadió con un tono amargo
_ Leonardo, ¡Que gusto verte!_ dijo Arturo sarcástico
_ Sara, ¿Quieres ir a pasear conmigo?_
_ ¡Claro que sí!_ exclamó la chica poniéndose de pie de
un salto _ Arturo, dile a Mau que salí... llegare a tiempo para la cena_
Leo tomó a Sara del brazo y corrió hacia la puerta del
hotel, tenía preparada una sorpresa y no quería perder ni un minuto para
mostrarle a la chica de sus sueños lo que había planeado. Mientras tanto el
quinceañero vio cómo su mejor amiga se marchaba de la mano con su rival.
En la enfermería del hotel, Lucia veía como Alma le
colocaba un vendaje en la pierna, se había lastimado jugando en el área
infantil del jardín central, no era nada grave, solo un raspón en la pierna
izquierda, era Franco quien la había
llevado y permanecía a su lado mientras la revisaban.
_ Ya está, solo ten más cuidado a la próxima_ indicó Alma
a la pequeña
_ Gracias Alma y gracias por traerme Franco_ sonrió
Lucia_ Iré de regreso con los chicos_ dio un salto desde la cama de exploración
y salió de la enfermería, tan llena de energía como siempre
_ Siempre ha sido imparable_ comentó Franco mientras veía
a la niña salir_ ¿Sabes? La pase muy bien la otra noche_
_ Yo también, fue una noche grandiosa_ añadió Alma
_ ¿Te gustaría que saliéramos esta noche?_
La pregunta surgió casi sin pensarlo, Alma era una mujer
maravillosa, guapa a pesar de sus años, aun después de tener un hijo, el cual
cabía mencionar era un muchacho increíble. Alma se sonrojo, pero asintió
tímidamente para aceptar la invitación.
El atardecer estaba próximo y esa tarde había sido realmente
hermosa para ella, Leonardo había preparado un día de campo en el parque,
habían almorzado juntos, no sabía si la comida la había preparado el o la había
sacado del restaurante del hotel, pero todo estaba delicioso, también la
sorprendió con un ramo de rosas rojas y una canción interpretada por el chico
rubio en su guitarra, una canción titulada “No digas nada”, misma que el chico
le había escrito. Toda la tarde charlaron y bromearon sin cesar, rieron juntos,
platicaron, y más que nada disfrutaron de su mutua compañía. Y ahora para
coronar ese maravilloso día, se habían sentado juntos a ver el atardecer.
_ Es hermoso_ comentó Sara incapaz de contener una
sonrisa de felicidad
_ Igual que tu_
dijo él observando a la chica fijamente
Sara volteó a verlo también, sus miradas se cruzaron, tal
como había ocurrido dos meses atrás cuando se encontraron en el aeropuerto, la
chica abrió la boca para decir algo.
_ No digas nada_ susurró el chico rubio posando su mano
sobre el rostro de la chica, acercándola hacia el para finalmente besarla.
No
existe nada más maravilloso que el encuentro de dos mundos en el elocuente
silencio de un
beso y esa tarde de primavera, sus mundos se habían encontrado al fin.
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