lunes, 30 de noviembre de 2015

Capítulo 92: UN SUEÑO

Ahora que el gerente confiaba plenamente en ella, había firmado sin darse a la tarea de revisar cada documento. Pronto esos ocho chicos estarían fuera del hotel y de su vida también.

Para el quinceañero era difícil concentrarse en el estudio de la química, esos protones, neutrones y electrones junto con la formación de moléculas y la tabla periódica le hacían doler la cabeza, aun no tenía idea de que carrera estudiaría en un futuro pero era claro que la química no era una opción.
_ ¿Qué pasó contigo y Estrella?_ preguntó a su tutor para despejar su mente de la lista de elementos que debía aprender.
_ Nada, no pasó nada. Después del beso apenas y hemos hablado_ respondió Mauricio sin darse cuenta que era la primera vez que mencionaba ese beso en voz alta
_ ¿Qué beso?... ¿Se besaron?, ¿Cuándo?_ insistió Arturo lleno de curiosidad
_ ¡Ponte a estudiar!_ ordenó el gerente para evadir el tema _ Te recuerdo que si no entras a esa preparatoria tendrás que esperar un año_
_ No me cambies el tema, ¡Cuéntame!, ¿Qué pasó?, ¡Vamos, dime!_
Finalmente y tras mucha insistencia del muchacho, Mauricio cedió y terminó contándole toda la historia, sobre la carta de renuncia, ese momento en que Estrella admitió estar enamorada de él y no ser capaz de soportar seguir con el trabajo tan cerca de los chicos y de él, la forma en que la detuvo y ese beso inesperado que le había robado. Desde entonces el dialogo era escaso entre ellos y cada que sus miradas se cruzaban, cambiaban la dirección de la vista para no tener que recordar el tema.
Escuchar esa historia había ayudado a Arturo, no sólo a despejar su mete sobre las reacciones químicas, sino también para pensar que aun podía hacer algo para evitar la boda que sin duda arruinaría sus vidas. Un nuevo plan se estaba ideando al interior de su cerebro y no tardaría mucho en ponerse en marcha.

Pasaron dos días hasta que Arturo tuvo su plan completamente organizado, sólo necesitaba una cosa más: aliados. Encontrar quien lo ayudará resultaba más complicado de lo que esperaba, Lucy y Julián no harían nada que pudiera afectar la boda, estaban demasiado emocionados con la idea de ser adoptados como para pensar en un sabotaje, por otro Sara estaba concentrada en conseguir la invitación al baile por parte de su novio y Paula se mantenía concentrada únicamente en sus lecciones de patinaje artístico. Eso le dejaba únicamente a Martín y a los mellizos, convencer a Mar no fue difícil, el seguía convencido de que Flor no debía formar parte de su familia. Y estaba decidió a conseguir al menos un aliado más.  El sábado a medio día encontró a los mellizos y Ezequiel sentados en el lobby del hotel.
_ ¿Qué dicen?, ¿Me ayudan?_ preguntó el quinceañero a sus amigos
_ No me parece correcto meternos así en la vida de Mau, conmigo no cuentes_ respondió Oscar poniéndose de pie _ Él tomó la decisión de casarse con Flor y nosotros deberíamos respetarlo_ concluyó mientras se retiraba
_ ¡Cuenta conmigo!_ exclamó Emi entusiasmada
_ Y conmigo_ añadió Ezequiel
Tanto Emilia como Arturo miraron sorprendidos al menor de los Lagos que se ofrecía a ayudarlos, algo que jamás creyeron que llegaría a pasar.
_ ¿Estás seguro?_ lo cuestionó la chica
_ Si, llevo años esperando a ver a Estrella y Fernández juntos, ¡Claro que los ayudare!_
El equipo estaba listo, el plan bien organizado, sólo les quedaba llevarlo a cabo y rogar que funcionara, que finalmente la pareja que todo el mundo esperaba ver en el hotel decidiera unirse, ellos tan sólo les darían un empujón.

Esos días habían sido una completa locura para Leonardo, entre los arreglos para el baile, los exámenes finales y más aún el estudio para el examen de admisión sentía que apenas tenía un poco de tiempo libre. Por eso, esa tarde le había pedido a Sara que lo ayudara a estudiar, quizá no fuera la actividad más entretenida del mundo para pasar la tarde de sábado con su novia, pero al menos estarían juntos. Repasaban las lecciones de Biología, que era por mucho la materia más complicada para el chico rubio.
_ ¡No Leo!, Por milésima vez existen seis reinos: el animal, el vegetal, protista, fungí, archaea y bacteria _ dijo Sara ya algo cansada de repetir lo mismo una y otra vez
_ Biología no es lo mío, por eso estudiare derecho_ se defendió el chico _ Pero dejemos un poco de lado el estudio_ comentó quitando el libro que ella tenía en las manos _ Quiero hablar contigo sobre el baile_
La chica se acomodó mejor en el sillón, atenta a cada palabra de su novio, esperanzada  escuchar la invitación que tanto tiempo había esperado. Empezó a imaginar que vestido usaría y como ella y Leonardo bailarían un vals juntos, terminando la pieza con un romántico beso.
_ ¿Crees que deberíamos contratar a un DJ?_ preguntó el muchacho
Todas las ilusiones que ella se había formado se desvanecieron en tan solo cuestión de segundos, le era difícil esconder la decepción en su rostro, pero al parecer no era importante porque el chico rubio no era capaz de notarlo.
_ ¿Es todo lo que querías preguntarme?_
_ Sí, quiero que todo salga bien esa noche, será mi último evento escolar en secundaria_
_ Sería una buena idea_  respondió Sara con la voz salpicada de decepción _ Creo que sería mejor volver a estudiar_ dijo tomando nuevamente el libro.

Esa misma noche Mauricio dormía plácidamente, sumergido en el extraño y maravilloso mundo de los sueños, donde se esconden nuestros más profundos temores, pero también nuestros más grandes anhelos. Soñaba que estaba en medio de una pradera, debajo de un frondoso árbol, llevaba puesto su usual traje negro y no podía entender que hacia ahí, entonces llegaba Lucia corriendo hacia él y lo abrazaba con fuerza, después Paula hacia lo mismo. Después llegaban Sara y Emilia, las cuatro chicas le sonreían y usaban vestidos blancos.
_ ¡Vamos, preparate!_ le decía Lucy
_ No puedes presentarte así_  comentaba Emilia
Las cuatro chicas lo rodeaban, le revolvían el cabello y en un instante ya no era su traje negro lo que usaba, sino un pantalón blanco y una camisa de igual color, su peinado era más relajado y usaba zapatos más cómodos.
_ Se hace tarde, ¡Vamos!_ Paula lo tomaba del brazo y lo llevaba corriendo por la pradera.
El aun no entendía nada de lo que estaba ocurriendo, entonces la veía al otro extremo, corriendo hacia él. Estrella con su cabello ondulado volando al viento, usando un vestido blanco, muy sencillo pero en ella lucia precioso, Martín la llevaba de la mano y el resto de los chicos la acompañaba. Quedaban frente a frente, en silencio. Como por arte de magia Guillermo aparecía en medio de ellos dos, usando un traje completamente blanco y llevando un libro entre sus manos.
_ Estamos aquí reunidos para celebrar la unión entre Mauricio Fernández y Estrella Aguilar_ decía su amigo a los presentes, no recordaba si habían realizado la ceremonia como era debido pues mantenía la vista fija en los ojos marrones de Estrella _ Ahora puede besar a la novia_
Sus labios se acercaron lentamente, como si tuvieran miedo de tocarse pero a la vez estuvieran ansiosos por hacerlo.
_ ¡Mau!, ¡Mau, despierta!_ la voz de Martín se filtró en su sueño, impidiéndole saborear los labios que tanto anhelaba.
Despertó intentando separar la realidad de la fantasía. Frente a él se encontraba el niño con su pijama y el resto de algunas lágrimas en sus mejillas, para ese punto las pesadillas se habían vuelto algo usual para él. Mauricio no hizo preguntas, simplemente hizo espacio en su cama para que Martín durmiera ahí también. Le dio un beso en la frente y mientras esperaba a que el pequeño volviera a dormir sólo podía pensar en ella, en el sabor de sus labios y en lo mucho que deseaba volver a probarlos.

A varias calles del hotel, en un el tercer piso de un complejo de departamentos, Estrella había despertado de golpe, sorprendida por el contenido de su sueño. Estaba sentada en medio de una pradera, rodeada por flores rosadas, llevaba puesto un vestido blanco muy sencillo y el cabello suelto. De pronto veía a Oscar, Julián, Arturo y Martin corriendo hacia ella.
_ Es hora de irnos_ le decía Oscar
_ Si, o llegaremos tarde_ añadía Julián
_ Vamos, no querrás dejarlo esperando_ Martín la tomaba de la mano y empezaba a correr.
Ella lo seguía divertida, sin entender que era lo que tramaban esta vez los chicos. Entonces vio que las chicas corrían en dirección contraria a ellos, pero había otra persona junto a las chicas, un hombre alto de cabello negro que usaba un pantalón blanco y una camisa del mismo color, a medida que se acercaban esa persona comenzó a hacérsele familiar: era Mauricio.
Quedaban frente a frente, en silencio. Como por arte de magia Guillermo aparecía en medio de ellos dos, usando un traje completamente blanco y llevando un libro entre sus manos.
_ Estamos aquí reunidos para celebrar la unión entre Mauricio Fernández y Estrella Aguilar_
Ella quedó asombrada ante lo que estaba pasando, la voz de Guillermo se escuchaba distante, sólo podía concentrarse en su amado que estaba finalmente frente a ella. _ Ahora puede besar a la novia_
Sus labios se acercaron lentamente, como si tuvieran miedo de tocarse pero a la vez estuvieran ansiosos por hacerlo. Despertó justo entonces, inclusive su subconsciente sabía que no era posible que esa unión ocurriera. Pero eso no evitaba que deseara volver a besarlo o que sintiera que el corazón se le salía del pecho cada que lo veía. Su historia era así, era sólo un sueño.

El lunes después de la escuela el quinteto estaba listo para dar inicio a su plan, sin saberlo ellos podrían hacer el sueño realidad.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

Capítulo 91: PREPARANDOSE

_ Perdón que los interrumpa_ dijo Florencia quien al escuchar la conversación de sus futuros suegros había despertado su curiosidad sobre el asunto _ Mau no firmaría jamás esto, quiere demasiado a los chicos. Y yo estoy de acuerdo con la adopción_ concluyó tomando la hoja para dejar en claro que no permitiría que ellos se deshicieran de los chicos.
Quizá los Fernández no podrían sacar a los ocho menores de su vida, pero sin saberlo acababan de darle la pieza final del elaborado plan que ella empezaba a poner en acción.

Paula ajustó las agujetas de sus patines y entró a la pista, era recién su segunda clase pero había sido promovida al grupo de nivel intermedio. De pequeña había aprendido a patinar sobre hielo, cuando el almirante la había llevado por primera vez a una pista en su cumpleaños número 5,  desde entonces cada cumpleaños, premio, logro, etc., le pedía que la llevara, era extraño que al crecer en la costa tuviera ese gusto arraigado por patinar sobre hielo, pero estaba decidida a aprender patinaje artístico.
En las gradas Florencia observaba a la niña dar algunos giros sobre el hielo, su amiga le había pedido que fuera, debido a la sorpresa que le causaba el talento de su recién integrada alumna. Flor no podía negar que Paula era talentosa, pero sobre todo que amaba lo que estaba haciendo. Salió del lugar antes de que la niña pudiera notar su presencia, intentando acomodar las piezas sueltas de su intrincado plan.

A veces tener el día libre no resulta del todo agradable, en especial si todos tus amigos se encuentran ocupados y ese era precisamente el caso de Arturo, era sábado y no tenía con quien salir; Sara había ido al cine con Leonardo, Chaim y Kía salieron a pasear por la ciudad, los mellizos debían acompañar a Florencia en sus compras para la boda, Paula estaba en su clase de patinaje, y los más pequeños jugaban en el jardín del hotel. Mientras tanto él estaba solo y aburrido en la recepción del hotel, leía uno de los periódicos que se encontraban ahí. Se informaba sobre un robo al otro lado de la ciudad, sintió que alguien se sentaba a su lado, pero no le dio importancia alguna, seguramente era uno de los tantos huéspedes del hotel.
_ ¿Quieres ir a cenar con mi padre y conmigo esta noche?_
Arturo quedó sorprendido ante la pregunta, bajó el periódico para ver de quien se trataba, era Candela, quien la observaba suplicante.
_ Necesito que me hagas un favor_ continuó la chica _ Le dije a mi padre que iría contigo al baile_
_ ¡¿Por qué hiciste eso?!_ exclamó el quinceañero _ Tu iras con tu novio, ¿No?_
_ Si, iré con Fernando, pero mi padre no aprueba que salga con él_ explicó Candela _ Fer y yo fuimos novios hace un año, cuando terminamos mi padre me dijo que me alejara de él pero ahora estamos juntos otra vez, si le digo que iré con Fernando al baile, no me dejara ir. En cambio sí voy contigo, podré ir_
Arturo sintió una mezcla de decepción, tristeza y enojo cuando escuchó las palabras de Candela, ¿Cómo podía pedirle algo así? Ella era la chica de sus sueños, no quería ayudarla a salir con otro. Quería decirle de una vez por todas lo que sentía por ella, pero no se atrevía, quizá así debía de ser, tal vez debían ser sólo amigos, ella era feliz con Fernando y él seguramente podía encontrar el amor en otro lado.
_ Si, te ayudare_ concluyó el chico renunciando finalmente a su idea de un noviazgo con Candela.

Mientras tanto en una de las muchas tiendas de vestidos del centro de la ciudad, Florencia buscaba los vestidos que usarían sus damas de honor, los mellizos la acompañaban, cumpliendo el trato que habían hecho con Mauricio dos semanas atrás.  Emilia se paseaba entre los vestidos de noche que adornaban los pasillos de la tienda, bromeando con su hermano sobre cuál de ellos podría llevar al baile.
_ ¿Qué hacen?_ preguntó Florencia al ver a la chica jugueteando con un vestido de coctel color azul cielo
_ Emi fantasea con un vestido para el baile… aunque yo jamás le he visto usar un vestido_ explicó Oscar 
Y decía toda la verdad, Emilia no era una chica precisamente femenina, de hecho el estilo de Emi consistía en pantalones de mezclilla de corte recto, tenis converse, playeras de distintos colores y sudaderas estampadas de cierre al frente, en ciertas ocasiones usaba alguna gorra o boina. Un estilo deportista y casual.
_ ¿Cuándo será el baile?_
_ En tres semanas_ respondió Emilia
_ Bien, por hoy nos olvidaremos de estos vestidos. Hoy los llevare de compras, se lucirán en ese baile_ dijo Flor dejando a los mellizos completamente boquiabiertos.

Chaim se encontraba ayudando a su novia a empacar, en tan sólo una semana Kía se mudaría a su nuevo hogar, y a pesar de que estaría apenas a dos cuadras de distancia, le entristecía que dejara el hotel. Se detuvo un segundo a pensar lo mucho que había cambiado su vida, hacía apenas dos meses seguía siendo un príncipe engreído que escapaba del compromiso, nunca había trabajado en su vida y menos aún había asistido a un salón de clases, tampoco se había enamorado, ahora todo eso había pasado, incluso tocaba el saxofón en la banda que formó con sus amigos.
_ Ya está casi todo_  dijo Kía mientras introducía algunos libros dentro de una caja _ Gracias por ayudarme Chaim_
_ Por ti, haría cualquier cosa_ respondió el príncipe plantándole un beso _ Te amo_ susurró
_ Y yo a ti_ Kía le dio otro beso.

Nadia examinó la sala del departamento, le parecía tan emocionante estar ahí de forma clandestina, buscó alguna pista que pudiera ayudarles, pero no encontró nada. En la habitación Martín también inspeccionaba el lugar. Estaban en el apartamento de Florencia, aprovechando que ella estaba de compras y que los padres de Mauricio se encontraban en el hotel. El niño estaba decidido a probar que la novia de su tutor era malvada y así evitar la boda.
Finalmente encontró algo que llamó su atención, varios documentos en el cajón de la mesita de noche de Florencia, tenían el escudo del consejo tutelar membretado. Era la prueba que necesitaba, sin dudarlo por un segundo tomó las hojas sin darse el tiempo de leerlas e indicó a su amiga que era hora de marcharse. Y salieron del apartamento sin dejar rastro alguno de que alguna vez estuvieron ahí.

Lorenzo Fernández estaba sentado en el sillón de la habitación 2 15, veía como el más pequeño de los niños que su hijo cuidaba corría por toda la sala siendo perseguido por su perro. Hacían mucho ruido, entre los ladridos del cachorro y la risa del niño habían logrado colmarle la paciencia.
_ ¡Estate quieto mocoso!_ gritó poniéndose de pie y sosteniendo a Julián por los hombros con fuerza
_ ¡Te dije que los dejaras en paz!_ exclamó Mauricio saliendo del cuarto de los chicos _ No está haciendo nada malo_
_ ¡Estoy harto de estos escuincles!_ dijo soltando a Julián con brusquedad _ ¿Es él?_ preguntó Lorenzo a su hijo mientras señalaba al niño. Julián los observaba confundido sin saber de qué hablaban.
_ Lleva a Mike a pasear, enano_ indico Mauricio al más pequeño de sus chicos.
_ ¡No!_ respondió el niño cruzándose de brazos _ Quiero saber de qué hablan_
_ ¡Lo ves, es un insolente!_
Mau levantó al infante en brazos y lo llevó hasta la puerta, Julián luchaba por liberarse. Tan solo quería entender lo que estaba pasando. Su tutor no le había dicho aun que pensaba adoptarlo, quería que fuera una sorpresa y no quería que Leonardo lo echara a perder.
_ Enano, tengo que hablar con mi padre a solas_ explicó bajando al pequeño _ Ve a mi oficina y te alcanzo en un rato, ¿ok?_
El niño asintió un poco desanimado, detestaba que lo excluyeran así de las conversaciones,  en momentos como ese deseaba ser mayor y poder quedarse a escuchar sin problema.

Mauricio fue a su oficina tras otra discusión con su padre, por fortuna sus padres se irían al día siguiente y al fin tendría un poco de paz, entró y vio a Julián sentado en el sillón, intentaba distraerse formando figuras con los pies en la alfombra. Era pequeño, sus pies apenas tocaban el suelo, vestido con un short, playera a rayas y unos tenis rojos le pareció que era el niño protagonista de una caricatura parecida a “Daniel el travieso”. Se preguntó una vez más quienes podrían ser sus padres, pero eso no importaba más, en mes y medio, seria oficialmente su hijo. 
_ ¿Qué haces enano?_ le preguntó sentándose a su lado
_ Te estaba esperando_ respondió el niño _ ¿De que hablaba tu padre cuando pregunto si era yo?_
El gerente del hotel no sabía si era apropiado decirle la noticia en ese preciso momento, quizá debería esperar un poco más. Estaba a punto de responder la pregunta del pequeño con una excusa cuando la puerta de la oficina se abrió. Florencia y los mellizos entraron a la nueva oficina de Mauricio.
_ Hola mi amor_ saludo Flor a su novio
_ ¿Cómo les fue en sus compras?_ preguntó el gerente
_ ¡Genial!_ exclamó Emilia
_ Flor nos compró algunas cosas para el baile_ dijo Oscar
Martín llegó corriendo, llevando en la mano los documentos que había encontrado en el apartamento de Florencia, detrás de él, Lucia intentaba averiguar que tramaba su amigo.
_ ¡Mau!, Tienes que ver esto… ¡Tu novia es una bruja!_ gritó el niño mientras ondeaba los papeles al aire. 

lunes, 23 de noviembre de 2015

Capítulo 90: LOS FERNÁNDEZ

_ Chicos déjenos solos por favor_ indicó Mauricio, ellos permanecieron inmóviles, sorprendidos por la tensión de la escena que presenciaban _ ¡Arturo, Sara, llévenselos de aquí!, ¡ahora!_ gritó.
De inmediato los chicos abandonaron la habitación, sin decir ni una palabra. Los más pequeños parecían asustados, nunca habían visto a Mauricio tan enojado, mientras que los mayores, llenos de dudas deseaban investigar la misteriosa y conflictiva relación de su tutor con sus padres.

Aproximadamente una hora más tarde la puerta de la suite 2 15 se abrió nuevamente, los padres de Mauricio salieron en silencio, los chicos habían permanecido esperando en el pasillo del hotel al momento que pudieran entrar nuevamente, Lucia y Julián estaban a punto de caer rendidos por el cansancio. Su tutor les indicó que pasaran y ellos obedecieron. Se sentaron en la sala en silencio, observando expectantes a Mauricio.
_ Creo que les debo una explicación_ dijo el gerente sentándose en medio de Lucí y Martin, respiro profundo y se preparó para contar su historia.
Mauricio Fernández tenía ocho años cuando sus padres se divorciaron, siendo hijo único, ninguno de sus progenitores había querido llevarlo consigo, por lo que lo enviaron a un internado. Mau era el más pequeño de su clase, constantemente era molestado por sus compañeros y por los alumnos de grados superiores.
Un día cinco chicos de quinto año lo acorralaron, lo estaban golpeando por haber robado una barra de chocolate de uno de ellos, después de todo los de sexto año le habían quitado su comida y moría de hambre, la barra de chocolate estaba indefensa en la mesa del comedor, ¿Qué más podía hacer? Pero debía pagar las consecuencias, un puñetazo en la cara, una patada en el estómago y justo cuando una segunda patada estaba por golpear su rostro, un chico también de quinto año se interpuso entre él y sus captores. Los ahuyentó mostrando el puño y amenazando con delatarlos sobre sus fechorías de la última semana. El grupo se dispersó rápidamente y el misterioso chico ayudo a Mauricio a ponerse de pie, llevaba el uniforme del colegio, con una única diferencia, en lugar de unos zapatos negros perfectamente lustrados, llevaba unos tenis converse rotos y deslavados. Ese era Guillermo.
Desde entonces los dos niños se volvieron inseparables, pasaron el resto del año escolar juntos, Guillermo metiéndose en problemas y Mauricio intentando convencerlo de seguir las reglas del instituto.
Cuando llegaron las vacaciones de verano, la escuela quedó vaciá, salvo por un alumno: Mauricio, quien pasó sus vacaciones en el internado. Al volver a clases le contó todo a Guillermo, quien prometió en las siguientes vacaciones llevarlo con él, y así fue, de ahí en adelante Mau pasó cada día festivo, cada una de las vacaciones en casa de la familia García, convirtiéndose en un miembro más de la familia. Incluso llamaba a los padres de su amigo como “mamá” y “papá”.
Mauricio no volvió a ver a sus padres hasta los 16 años, cuando intentaron que viviera con ellos, para ese punto había dejado el internado hacía dos años y se había acostumbrado a la vida con los García, pasó solo tres meses con sus padres, hasta que no pudo más y decidió ir a estudiar a la ciudad, su amigo había conseguido empleo en el Royal a medio tiempo y se unió a él, volviendo a vivir juntos pero esta vez como un par de solteros.  
_ Por eso tu papá dijo que incluyes a otros como tu familia_ infirió Paula
_ Sí, pero los problemas que existen entre nosotros no les da derecho de hacer lo que hicieron. Te pido una disculpa Arturo_
_ Está bien Fernández, tenía que defender a mi hermanito_ dijo el quinceañero abrazando a Martin 
_ Bueno chicos, es hora de que vayan a dormir, mañana es día de escuela_ concluyó Mauricio

Colocó la foto que los chicos le habían dado sobre el escritorio, y pensó lo importantes que eran ellos para él, eran una verdadera familia y ahora que adoptaría a Julián todo parecía marchar de maravilla. Ese era el último día de sus padres en la ciudad y se sentía realmente aliviado de que la semana llegara a su fin, después de eso no tendría que verlos hasta el día de la boda, en mes y medio. Se colocó en su silla, admirando su nueva oficina, casi totalmente reconstruida. Todo empezaba a tomar forma en su vida, solo había algo que aún no lograba encajar del todo: la boda con Flor.
Llevaba casi tres años junto a ella, y jamás había dudado de su amor hasta el día que le propuso matrimonio, que curioso, justo cuando le pidió pasar su vida juntos sintió que tal vez no deberían ser pareja. Y después estaba Estrella, la dueña de ese beso clandestino, el torbellino que revolvía sus sentimientos en un vaivén de confusión y amor. ¿Qué debía hacer en esta situación?
Quizá simplemente lo mejor era no pensar en ello, dejar la vida fluir y seguirle la corriente.

Estrella observaba en la recepción a Franco y Alma charlando al final del pasillo, era obvio que algo pasaba entre ellos, todos en el hotel lo habían notado. Le pareció una idea tan romántica pensar que dentro de ese ambiente laboral al menos dos personas habían podido encontrar el amor, aunque también los envidiaba, deseaba que ella y Mauricio estuvieran viviendo también una romántica historia, pero la realidad era otra: él se casaría y no sabía aun si ella lo soportaría.  No fue capaz de renunciar después de ese beso sorpresivo, pero ¿Qué podía cambiar un beso? ¡Nada! Nada había cambiado desde entonces.
Seguía ahí solo por los chicos, o eso se decía de manera constante para convencerse que su última esperanza había muerto al fin, aun cuando esto no fuera verdad.

Martin estaba emocionado, tenía más de una semana desde la última vez que Mauricio le había dado una lección de natación. El niño amaba nadar, y ya lo hacía mejor. Se encontraban sentados en la orilla de la alberca, con los pies sumergidos en el agua.
_ ¿Por qué quieres casarte con Flor?_ preguntó el niño
_ Porque la amo y quiero que seamos una familia_ respondió Mauricio dando un salto dentro hacia el interior de la piscina  
_ No estoy muy seguro de que podamos ser una familia con esa bruja_ comentó Martín poniéndose de pie al ver que su tutor esperaba que practicara un clavado
El gerente del hotel estuvo a punto de responder a su pupilo, pero se detuvo antes de poder pronunciar una palabra al notar una marca negra en el tobillo izquierdo del niño, inmediatamente se acercó nuevamente a la orilla para observar mejor.
_ ¿Qué tienes ahí?_ señaló a la marca
_ Es un tatuaje_ respondió el niño sin mucha importancia _ Todos lo tenemos_
_ ¿Cómo que un tatuaje? ¡Martín tienes apenas ocho años!_ exclamó sorprendido _ Dejame verlo_
Mauricio estaba seguro que era un tatuaje temporal, de esos que salen en las envolturas de chicles, pero cuando el pequeño extendió su pie sobre el agua pudo ver que era real. Lo observó con mayor atención era una línea negra delgada que formaba una G mayúscula.
_ ¿Por qué lo tienes?_ insistió curioso
_ Te lo dije, todos lo tenemos… incluso Kía_ respondió Mar _ El señor Garcés nos llevaba a tatuar cuando llegábamos al orfanato, así se aseguraba de encontrarnos si huíamos_
El gerente sintió entonces que debía cuidar a los chicos, él se aseguraría que no volvieran a pasar nunca por circunstancias como aquella, de ahora en adelante su vida sería completamente distinta.

La mañana del sábado los Fernández desayunaban junto a su futura nuera, estaban molestos aun porque la noche anterior Mauricio los había dejado plantados para irse a nadar con uno de sus “vándalos” como ellos los llamaban. Era sorprendente que su hijo prefiriera pasar tiempo con esos mocosos que con ellos, a quienes no había visto en tres años, enfurecieron aún más cuando supieron que Mau planeaba adoptar a Julián, regalándole su apellido a un niño de la calle.
_ Te lo digo Lorenzo, este documento es la solución a todos los problemas, una firma de Mauricio y ¡Puf!, ¡Los vándalos se van para siempre!_ comentó la señora Fernández con una hoja en la mano
_ ¿De dónde la sacaste?_ preguntó su esposo mientras leía el documento
_ Tengo varios contactos en las dependencias de gobierno, sólo debemos convencerlo de firmar_
_ Perdón que los interrumpa_ dijo Florencia quien al escuchar la conversación de sus futuros suegros había despertado su curiosidad sobre el asunto _ Mau no firmaría jamás esto, quiere demasiado a los chicos. Y yo estoy de acuerdo con la adopción_ concluyó tomando la hoja para dejar en claro que no permitiría que ellos se deshicieran de los chicos.

Quizá los Fernández no podrían sacar a los ocho menores de su vida, pero sin saberlo acababan de darle a Flor la pieza final del elaborado plan que ella empezaba a poner en acción.