lunes, 9 de noviembre de 2015

Capítulo 85: BESO INESPERADO

_ Debo irme_ se despidió la recepcionista
Él no quería que se marchara tan rápido, hizo ademan de detenerla, entonces vio de reojo la hoja que sostenía, era una carta de renuncia.

Durante la hora del recreo Martin y Nadia comían juntos en la cafetería de la escuela, su amistad no había hecho más que crecer desde la llegada de la niña al hotel. Y se fortalecía con cada nueva aventura que vivían juntos.
_ Necesito que me ayudes con una nueva misión_ dijo Martín a su amiga
_ ¿A quién vamos a espiar esta vez?_
_ A la bruja de Florencia, se ha estado portando muy amable con nosotros, ¡Estoy seguro que trama algo!_ exclamó el niño
_ Tal vez en realidad cambio_
_ Ella podrá engañar a Mau y a los chicos, pero ¡a mí no!_

Mauricio seguía anonadado con la noticia de la renuncia, pero más que sorprendido estaba triste, no podía dejarla ir.
_ ¿Por qué te vas?_ preguntó sorprendido
_ No del todo, trabajo aquí dos turnos. Trabajare por las mañanas, y en las tardes buscare otro empleo_
_ Pero, ¿Por qué?_ insistió Mauricio
Los ojos de Estrella se cristalizaron, un cumulo de lágrimas estaba a punto de salir a la superficie.
_ No puedo… no puedo seguir viendo todas las tardes a Lucí y Julián_ explicó dejando escapar un par de lágrimas _ Y menos puedo seguir viéndolo con Florencia. Así que es lo mejor para mi_ concluyó ella caminando hacia la puerta
No podía dejarla ir, ella lo quería lejos, pero él la necesitaba cerca. Sin pensarlo ni por un segundo corrió a detenerla, la detuvo sosteniéndola por el brazo.
_ Esto es lo mejor para nosotros_ dijo acercándola para finalmente robarle un beso.
Estrella respondió al beso, dejándose llevar por la espontaneidad del momento. Él la abrazó por la cintura y ella lo rodeo sujetándolo con fuerza. Fue un beso lleno de magia, de pasión, lleno de olvido, trasportándolos a un sitio apartado, donde Mau no estaba comprometido y Estrella no tenía el corazón roto, un lugar que no conocían, pero que no estaba comprometido y Estrella no tenía el corazón roto, un lugar que no conocían, pero que no querían abandonar.
Ese mágico beso, que ninguno de los dos esperaba, se prolongó por varios segundos, segundos maravillosos, en los que parecía que todo estaba bien, que no importaba nada más que el sabor de sus labios unidos.
_ Iré a buscar a Julián_ dijo Mauricio separándose de ella, tras reaccionar, volviendo a la realidad en la cual estaba comprometido _ No renuncie, por favor_ salió de la habitación entregándole nuevamente la carta de renuncia.
Estrella se quedó ahí, en la suite de su jefe, más confundida que nunca.

Escuchó un grito proveniente de la habitación de los varones. Él estaba despierto, como lo había estado durante las tres noches posteriores al beso, incapaz de dormir pensando en ese mágico instante, intentando descifrar que era lo que debía hacer ahora. Se levantó del sofá-cama y entró al cuarto, donde Martin estaba sentado, respirando de manera agitada. El resto de los chicos había despertado e intentaba calmarlo.
_ ¿Tincho, estas bien?_ preguntó Mauricio acercándose a él _ ¿Tuviste otra vez esa pesadilla?_
El niño asintió en silencio, tratando de recobrar la respiración normal y limpiando un poco de sudor de su frente.
_ Chicos vuelvan a dormir, Martin, ven conmigo_ dijo extendiendo su mano para que el pequeño lo siguiera.
Arturo, Oscar y Julián observaron en silencio como su amigo salía de la habitación, para después volver a dormir.
Fueron juntos a la sala, Mauricio se sentó en su cama, viendo de frente al niño, quien estaba de pie, estaban ahora a la misma altura. Martin continuaba sin decir una palabra, asustado, se abalanzó sobre su tutor en un abrazo y se soltó a llorar.
_ Tranquilo Tincho, fue solo una pesadilla. Todo está bien_ intentó calmarlo
_ Soñé contigo, que eras tú el que estaba en la camilla_ explicó Martin entre llantos _ Mau, no quiero que nada malo te pase, no quiero perderte a ti también_ sollozó _ No te cases con Flor, ella te alejara de nosotros_
Mauricio abrazó al niño con fuerza. Era sorprendente para sí mismo el cariño tan grande que le tenía a los chicos, en tan solo dos meses y medio ellos habían dado vuelta su vida, ahora ellos eran parte de su mundo, eran su fuerza vital.
_ Eso no pasara, no se van a deshacer tan fácilmente de mi_ le dijo acariciando su cabello.

El reloj marcaba las 5:30 am, era momento de levantarse y aún no había conseguido dormir, tres noches en vela, tres noches en las que su jefe sobrevolaba su pensamiento. Ese beso, todo era culpa de ese beso, tan espontaneo, tan mágico y a la vez tan común, como si fuera parte de su vida desde siempre, un beso que le daba vuelta a la cabeza. Se puso de pie y empezó a prepararse para otro día.

Arturo colocó el plato repleto de panqueques sobre la mesa, al instante quedó vacío, pues los chicos no tardaron nada en servirse la ración que consideraban adecuada para cada uno de ellos. Mauricio entregó a Julián una pastilla de vitaminas, la indicación que Alma le había dado tras ver en sus análisis que estaba desnutrido, enseguida tomó la miel de maple, aprovechando para ver más a detalle los platos de los mellizos, en el cual solo un panqueque se encontraba olvidado.
_ Oscar, Emi, esta noche quiero que salgan antes del trabajo_ comentó el gerente del hotel
_ Si_ respondieron sin ánimos
_ ¿A qué lugar acompañaremos a Flor?_ preguntó Oscar
_ A ningún lugar, irán conmigo al cine_
Las quejas de indignación por parte de los otros chicos no se hicieron esperar, armando una pequeña revuelta durante el desayuno.
_ ¡No es justo que vayas solo con ellos!_ se quejó Paula _ ¡Yo también quiero ir al cine!_
_ Ustedes se quedaran hoy con Flor_ dijo Mauricio _ Les tiene algo preparado para esta noche_
_ ¡Yo no me quedare con la bruja de tu novia!_ reclamó Martín
_ Bien, tú te quedaras entonces con Franco. Oscar y Emi, los veo a las seis, por los demás Flor pasara a las siete y media_ indicó
_ ¿Puedo invitar a Ezequiel?_ preguntó Emilia
Al instante su hermano levantó la mirada, los últimos días Emi se había sentado junto al menor de los Lagos y pasaba el día entero platicando con él, simplemente no lo toleraba.
_ Si, puedes invitarlo_
Oscar sintió que el jugo de naranja que recién había tomado regresaba por su garganta, tendría que aguantar a su eterno rival durante las dos horas que durara la película.

Ordenes yendo y viniendo, el restaurante estaba a tope esa tarde, iniciaba la convención de abogados en el hotel y un sinfín de hombres trajeados y mujeres con faldas ajustadas y sacos elegantes se reunían para comer algo antes de la primera ponencia que se celebraría en el salón Joya, por lo que esa noche el paso estaría restringido para los músicos hoteleros.
_ ¡No pueden irse hoy!, ¡Tenemos casa llena!_ exclamó el Chef Pablo al escuchar que los  mellizos saldrían temprano
_ Se irán a las seis, para entonces todo se habrá calmado… además yo soy un magnifico cocinero, puedo con su trabajo_ alardeó Martín
En el trascurso de esos meses el niño había adquirido un fuerte gusto por la cocina y un gran apego hacia el chef Pablo, quien al escucharlo lo abrazo y con una sonrisa accedió a dejar salir antes a los mellizos.
_ ¡Chaim!, ¿Dónde está el principito?_ Franco entró a la cocina gritando alarmado
Oscar señaló a la mesa vecina, donde el joven príncipe recogía la orden de la mesa cuatro; dos cremas de nuez y una porción de paella; el subgerente corrió en dirección a él y lo intercepto en su camino.
_ ¿Sabes manejar?_ preguntó apresurado
_ Si, desde los once años aprendí_ respondió extrañado
_ ¡Perfecto!_ exclamó arrebatándole la charola de las manos_ Necesito un ballet parking, Simón enfermo de varicela y me urge alguien que lo cubra_
_ Pero… debo entregar la orden_
Franco entregó la charola a otro de los meseros que entraba a la cocina, enseguida miro al príncipe con una expresión que decía: “Listo, problema resuelto” y sin más lo empujó hacia la salida.
_ ¡Ahora soy yo quien necesita un remplazo!_ dijo el chef molesto
_ Descuide chef, tengo una idea_ intervino Arturo, quien recién entraba a la cocina.
Tan solo diez minutos después el quinceañero regreso acompañado por su contrincante, el joven Leonardo Lagos vestido con el uniforme de mesero listo para iniciar con el primer empleo de toda su vida.
_ ¿Por qué debo hacer esto?_ reclamó Leonardo molesto
_ Porque sales con la prima de mi tutor, porque Sara te lo pidió, porque necesitamos un mesero extra y porque lo digo yo_ concluyó Arturo entregando la primera orden que el chico rubio trasportaría, mientras todos en el interior de la cocina intentaban disimular sus risas al ver al rico huésped del hotel haciendo de mesero.

Las seis de la tarde, Mauricio esperaba en el lobby a los mellizos, los había notado tan tristes desde la partida de los Castillo que consideraba que lo mejor que podía hacer era ayudarlos a despejarse un poco, dedicarles toda la tarde solo a ellos y también la noche para platicar sobre sus problemas, y mostrarles su apoyo. En la recepción, detrás del mostrador, Estrella daba instrucciones a Julián,  por un breve instante sus miradas se cruzaron, hablando sin decir nada se preguntaban el uno al otro por el significado de aquel beso, cuestionándose sobre el paso siguiente en sus vidas que empezaban a entrelazarse, ¿se unirían mas o se separarían en direcciones distintas?
Ezequiel y los mellizos llegaron, interrumpiendo su conversación silenciosa, devolviéndolos a sus realidades. Entonces ella volvió a sus registros y él salió del hotel.

Arturo luchaba por apartar el codo de Julián de sus costillas, el hecho de viajar cinco chicos en un auto compacto no resultaba para nada agradable, Florencia tenía un Fiat 500 color azul cielo, era pequeño, su asiento trasero albergaba con dificultad a tres personas y ahora cuatro chicos viajaban en él. Finalmente llegaron al edificio en que vivía la novia de su tutor. Sintieron un enorme alivio al bajar del auto, todos salvo Sara que había viajado cómodamente en el asiento del copiloto. Ahora se preparaban para una noche en casa de Flor. 



N/A: Más y más cerca del final, solo 19 capítulos más... ¿Qué les va pareciendo la historia?

No hay comentarios:

Publicar un comentario