lunes, 2 de noviembre de 2015

Capítulo 83: VISITA MISTERIOSA



Observo al grupo mientras avanzaba por el pasillo, prestando especial atención a los siete, esos chicos que habían formado parte de su pasado, estaban a muy poco de volver a cruzar sus caminos con el suyo.

Julián paseaba tranquilo por el lobby del hotel, amaba esa sensación de domingo por la mañana, era el único día que podían levantarse realmente tarde y Mau; quien ya era un mejor cocinero; les preparaba el desayuno. Después de iniciar el día desayunando todos tenían alguna actividad para realizar regularmente, y cuando no era así, pasaban la mañana juntos en la sala de su suite. Pero esa era una de esas mañanas en las que todos estaban atareados con deberes y compromisos, aun así, él había decidido disfrutar de su mañana dominguera.
Caminaba tranquilo, dispuesto a salir un rato al área  juegos del hotel, cuando chocó de pronto contra una persona, un hombre que vestía pantalón de mezclilla y una sudadera de capucha que cubría su rostro casi por completo.
_ Hola pequeño_ saludó el hombre, lo reconoció entonces, aunque no podía ver su rostro bajo la capucha de la sudadera verde
_ Hola, ¿Usted es el amigo de Flor, verdad?_
_ Así es, ¿La has visto?_
_ No, hoy no la he visto en el hotel_
Aquel hombre tenía el cabello largo, tanto que ocultaba lo poco que se podía ver de sus ojos, que se resguardaban bajo unas gafas de armazón grueso.
_ ¿Te gustan los helados?_ preguntó el sujeto cambiando drásticamente de tema
_ Si_ respondió Julián
_ ¿Qué te parece si te invito un helado en el restaurante, a ver si mientras aparece Flor?_
Julián acepto, pues le encantaba el helado y el chef ´Pablo sabía cómo hacer que supieran aún más deliciosos al añadirles crema batida y trozos de fresa con un poco de chocolate derretido encima.

Chaim y Kía platicaban junto a la fuente, ese mismo sitio donde toda su historia había comenzado, quien iba a decir que se enamorarían así de profundo, con tanta pasión desbordada, con tanto amor.
_ Debo irme_ comentó el príncipe _ Mi turno está por comenzar_ dijo haciendo alusión a su nuevo empleo como mesero. Chaim ya no vivía en la suite Imperial, se había mudado al primer piso del hotel, donde las habitaciones eran las más sencillas, donde podía costear la renta con lo que su padre le enviaba y a la vez pagar la escuela.
_ Me voy del hotel_ dijo Kía sin previo aviso
_ ¿Qué?, ¿Tú también?_
_ Me mudare a mi nueva casa, está a un par de cuadras de aquí_ explicó la chica _ Descuida, sé que será como si siguiera viviendo aquí, solo que iré a dormir allá_
_ Eso me tranquiliza, porque no sé qué haría si te fueras lejos, no me quiero separar nunca de ti_ una vez que terminó su frase la besó, la besó durante un largo rato, estrechándola entre sus brazos, haciéndole saber que la amaba.

Leonardo y Sara regresaban juntos después de dar un paseo al parque, había pasado ya una semana desde el momento de su primer beso y estaba claro que las cosas habían cambiado desde entonces, pero ninguno de los dos se había atrevido a verbalizar la realidad de su situación hasta ese momento. Mientras atravesaban el estacionamiento para llegar a la recepción, Sara se decidió finalmente a aclarar su situación sentimental.
_ Leo, ¿Qué somos?_ preguntó con voz firme, ansiosa por encontrar una respuesta
_ De acuerdo a Descartes, somos seres pensantes…
_ ¡Leonardo!, ¡Hablo en serio!_ lo interrumpió en mitad de su explicación filosófica sobre la humanidad _ ¿Qué somos tu y yo?_ insistió
El chico rubio se puso serio, esa era pregunta difícil de contestar. Ni siquiera él sabía lo que eran en realidad, aunque sabía lo que quería que fueran.
_ Somos lo que tú quieras que seamos_ respondió el joven
Sara se detuvo un momento a pensar, ¿Qué era lo que quería?
_ No lo sé_ dijo encogiéndose de hombros
_ Seamos novios, esa es una buena opción, podrías elegir eso_
La chica de cabello obscuro sonrió de oreja a oreja, sin duda ese era el hombre con el que quería estar, el Leonardo que pocos conocían, el romántico, el divertido, el loco, ese con un toque de ególatra que lo volvía único. Asintió sin decir una sola palabra y se tomó un atrevimiento que pocas chicas son capaces de tomar en la primera cita como novios: le robó un beso. Un beso loco, espontaneo, una explosión de ese amor que se había implantado en su interior, que sin darse cuenta había crecido a tal punto que no lo podía contener más en su interior.

Los dos hermanos  entraron al lobby siguiendo a la mujer que los había hecho caminar por cuadras y cuadras en busca del vestido perfecto. Flor, siendo diseñadora de modas; en un nivel muy básico aun; sentía que cada vestido podía modificarse para ser un poco mejor, un poco  más elegante o más estilizado, ninguno cumplía con sus expectativas.
_ ¡Cuando me case, usare una bermuda blanca y unos tenis!_ exclamó Emi dejándose caer sobre el sillón del lobby
_ Y yo me asegurare que mi esposa haga lo mismo_ añadió Oscar
Hablar de boda, les hizo llegar el recuerdo de la ausencia, ese sentimiento de vacío que había dejado en ellos la partida de sus primeras ilusiones.
_ Cuando llegue el día de su boda, me entenderán_ dijo Flor, logrando tranquilizarlos un poco
Lo que le parecía extraño a los mellizos, era que la novia de su tutor se había portado muy bien con ellos, incluso compró un aperitivo para que su camino a la más grande tienda de vestidos de novia en la ciudad.
_ Chicos iré a buscar a Mau, descansen un poco_
Florencia avanzó por el lobby, con dirección al ascensor, alcanzó a ver a la distancia a Julián dentro del restaurante, comiendo un poco de helado, se acercó un poco para averiguar si estaba con su prometido. Se llevó una gran sorpresa al ver la sudadera verde y el grueso armazón de los lentes. Entró al restaurante, se detuvo al lado del niño, lo tomó del brazo, interrumpiendo la siguiente cucharada de su helado que se disponía a saborear.
_ ¿Qué haces aquí?_ preguntó al pequeño
_ Daniel me invito un helado mientras te esperábamos_ explicó Julián
_ ¿Daniel?_
_ Solo hablaba un poco con Julián_ dijo el hombre
_ Vámonos enano y contigo ya hablare después_
Flor se llevó al niño, sin entender nada de lo que había ocurrido en el interior del restaurante. Caminaron sin cruzar palabra hasta llegar al interior del ascensor, una vez que las puertas se cerraron y estuvieron a solas, la mujer se puso en cuclillas para estar a la estatura de Julián.
_ ¿Qué te dijo?, ¿Qué te preguntó?_
_ Solo me preguntó mi nombre, mi edad y algunas cosas sobre ti y Mau. Dice que hacen una linda pareja y que le gusta la idea de que te vayas a casar con él_ respondió el niño _ ¿Hace cuánto que conoces a Daniel?, ¿Por qué es siempre tan misterioso?_
_ Lo conozco desde que teníamos 13 años y siempre ha sido así_ contestó _ Julián, no debes irte nunca con extraños_
_ Pero es tu amigo_
_ Aun así, tú no lo conoces. Prometeme que no lo volverás a hacer_ se sorprendió  a si misma al darse que estaba preocupada por el pequeño
_ Lo prometo_
Ella lo abrazó, hasta darse cuenta de lo que estaba haciendo, entonces Flor se puso de pie, estaba un poco más tranquila, aunque aún se preguntaba porque Agustín había ido al hotel, porque había hablado con Julián y además mentido con respecto a su identidad. La puerta del ascensor se abrió y salió colocando su mano sobre el hombro de Julián, para ir juntos a buscar a Mauricio.

Miró el reloj por milésima vez en el trascurso de la última hora, el domingo era el día en que se recibían menos huéspedes, la mayor parte del trabajo constaba de cobrar a quienes desalojaban las habitaciones y recibir las llaves de quienes se marchaban y quejas de los que se quedaban. Nunca faltaba algún huésped inconforme con la señal de tv, o la temperatura del agua, etc., pero siempre se les lograba complacer. Ese día en particular le parecía larguísimo, no había aparecido nadie, ni siquiera para dar una queja, dejándole tiempo para seguir pensando en esa idea que la atormentaba: la boda de su amado.
Desde el compromiso, no había ido más a la habitación 2 15,  hablaba lo menos posible con Mauricio e incluso evitaba en la medida de lo posible tratar mucho a los chicos. Estar en el hotel la estaba consumiendo, los dos turnos que trabajaba eran interminables, debía hacer algo y pronto.

Mike ladró con fuerza, intentaba llamar la atención de su amo, jaló la ropa del niño, hasta que logró que finalmente Julián se pusiera de pie y empezara a jugar con él. Mientras el más pequeño de la recién formada familia jugaba con su mascota en la sala, Mauricio y Florencia charlaban sentados a la mesa, hablaban sobre los invitados a la boda. Por la mente del gerente cruzó el nombre de Estrella, pero lo alejo de inmediato, no podía invitarla a ella, no lo soportarían, ni ella ni él.
_ Ya me voy a trabajar_ anuncio Julián acariciando a su peludo compañero por última vez
_ Si enano, portate bien_ le dijo Mau
_ Y recuerda lo que de dije_ añadió Flor
El niño asintió en silencio, avanzó dos pasos más hacia la puerta y justo cuando estaba a punto de abrirla, se desplomó, cayendo al suelo completamente inconsciente.


El final se acerca, los misterios aumentan y Flor nos sorprende cada vez más....

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