jueves, 5 de noviembre de 2015

Capítulo 84: LA DECISIÓN DE ESTRELLA



_ Si enano, portate bien_ le dijo Mau
_ Y recuerda lo que de dije_ añadió Flor
El niño asintió en silencio, avanzó dos pasos más hacia la puerta y justo cuando estaba a punto de abrirla, se desplomó, cayendo al suelo completamente inconsciente. De inmediato Mauricio y Florencia corrieron a ver qué era lo que pasaba con el pequeño.
_ Se desmayó_ comentó Flor cargando al niño hasta el sillón
_ Iré a buscar a Alma, quedate con el_
El gerente del hotel salió corriendo de inmediato, dejando a su prometida al cuidado de Julián. Ella lo observó con atención, estaba preocupada, ¿Qué podría haberle pasado?, ¿Tendría algo que ver con Agustín?
Acomodó al pequeño en el sillón, comenzó a acariciar el cabello castaño del niño, más para tranquilizarse a sí misma que para ayudarlo. Julián parecía dormir, era pequeño para su edad, seguramente era el más bajito de su clase, y se veía indefenso. Sin pensarlo, sin darse cuenta siquiera, besó la frente del infante y lo abrazó, esperando que estuviera bien.

En medio del vapor de la crema de elote y el sonar de un enorme filete siendo cocinado sobre la plancha, se encontraba Oscar, intentando alejar la imagen del largo y rubio cabello de Diana, recién se había ido y ya la echaba de menos.
_ ¿Ya está lista la orden?_ preguntó Arturo a su amigo
_ ¿Qué?_ exclamó Oscar volviendo a la realidad, tenía el cuchillo suspendido en el aire, bastante lejos de la tabla de picar y el queso de debía haber cortado en trozos hacia veinte minutos
_ Muchacho, hoy ustedes no están funcionando… ¡Son mis mejores cocineros y pareciera que hoy están en la luna!_ dijo el Chef Pablo mientras señalaba al otro lado de la cocina, donde Emi seguía dando vuelta a la sopa que debía haber servido quince minutos atrás _ ¡Oscar, Emilia, tómense el día!, ¡Así no me sirve tenerlos aquí!_
_ ¿Está seguro?_ preguntó el muchacho
_ Más que seguro_
_ ¿No nos necesitara aquí para ayudarle?_ insistió Emi, quien ya se disponía a salir de la cocina
_ ¡Que arrogantes son!_ intervino Martin _ ¡Ni que fueran indispensables!, El chef y yo podemos con el trabajo_
Los mellizos se miraron el uno al otro, sabían que no estaban bien, que tenían ese vacío en su interior, pero al menos no estaban solos. Emilia abrazó al chef, agradeciéndole por aquel noble gesto y después de esto, salieron de la cocina.
Martín y el Chef Pablo pusieron manos a la obra para terminar la orden que Arturo debía entregar, mientras tanto los tres charlaban sobre el impacto que la partida de los hermanos Castillo había tenido sobre los mellizos.
Arturo, nervioso por la tardanza de su entrega, se asomó hacia el restaurante, para observar si sus clientes estaban satisfechos o impacientes, ellos estaban bien, eran un par de ejecutivos que charlaban sobre algún nuevo negocio. Se llevó una gran sorpresa al ver que en la mesa del fondo Leonardo sostenía la mano de su mejor amiga.
_ Me parece que ya son novios_ comentó Martín entregando el platillo a su amigo
_ Eso parece_ dijo el quinceañero con un tono de enfado mientras veía a la nueva pareja darse un beso.
Tomó la orden que debía entregar y salió al restaurante, procurando que su ira por aquel tan desafortunado acontecimiento no terminara explotando en contra del chico rubio que tanto detestaba.

Minutos más tarde, en la habitación 2 15, Alma revisaba a Julián. El niño ya había despertado, aunque se encontraba un poco desorientado. La enfermera del hotel examinaba sus signos vitales, mientras Mauricio lo abrazaba. Florencia, por otra parte veía inquieta la escena que se desarrollaba frente a sus ojos.
_ Tiene la presión un poco baja, pero me gustaría que lo llevaras a que le realicen un análisis de sangre_ comentó Alma _ No es normal que un niño de su edad se desmaye así nada mas_
El gerente asintió, abrazando al niño con fuerza. Estaba preocupado de que algo malo le pudiera estar pasando al más pequeño de sus chicos. Acompañó a la enfermera hasta la puerta y después volvió junto a Julián.
_ Debo ir a trabajar_ dijo el niño con voz débil
_ De ninguna manera enano, tú te quedas aquí_  indicó su tutor _ Flor, no podremos ir hoy a revisar los arreglos, me quedare a cuidar a Julián_
_ No te preocupes, podemos ver una película aquí_
_ Me parece perfecto, iré por una película, Memo tenía una que seguro les gustara, no tardo_ Mauricio salió de la habitación dejando a Flor y al niño solos

Julián se cubrió con una cobija hasta la cabeza, intentando ocultarse.
_ Perdón_ dijo asustado _ No quería que Mau cancelara su cita contigo. No me harás nada, ¿verdad?_
Flor quedó sorprendida, el pequeño aun recordaba la amenaza que le había hecho tiempo atrás y estaba temblando de miedo. Verlo así le causo ternura, lo rodeo con el brazo y acaricio su cabello.
_ No te hare nada enano_ lo tranquilizó plantándole un beso en la frente

Otro huésped estaba en camino a recibir su habitación, era un empresario, un hombre de traje y corbata, como la mayoría de los que llegaban al Royal. Apuntó en sus registros el número de la suite que había sido ocupada, mientras deseaba poder enamorarse de alguno de esos hombres de traje, de cualquiera de ellos, y no sentir más ese amor que la consumía cada vez que veía al gerente del hotel.
_ Ya termine de hacer lo que me pediste Estrella_ comentó Lucia
Ella volteó a verla, la pequeña de ojos marrones y cabello color miel  que antes le parecía tan simpática y tierna se había convertido en un constante recordatorio de esa ilusión que se despedazaba día con día, dejando un hueco en su corazón. Esa duda vacilante que durante días atormentó su mente, quedó resuelta al ver la sonrisa de la niña.

Tocó la superficie del agua, formando círculos una y otra vez. Sentada a la orilla de la fuente se encontraba sumergida en sus recuerdos, en los ojos color miel y los rubios cabellos de aquel adolescente de sonrisa aperlada. Rememoraba el primer día que lo vio, con su sonrisa que iluminaba su rostro y esa audacia para hablarle en primer lugar, después vinieron los partidos de futbol con los Castillo y sus primeras salidas a solas, recordaba el día en que Kike le había preguntado si quería ser su novia, el día del incendio y todas las veces que lo esquivo para no darle una respuesta. Incluso recordaba su única discusión, su reconciliación y el momento de su despedida. Esos dulces recuerdos eran dolorosos para ella. Lo extrañaba, pero sabía que él no volvería.
_ Podrías caer fácilmente al agua_ escuchó una voz detrás de ella
Volteó a ver de quien se trataba, era Ezequiel. Se sintió molesta al verlo.
_ ¡Largo de aquí!, ¡Dejame sola!_ gritó lanzando un poco de agua a la cara del chico
_ Relajate_ exclamó limpiando las gotas de su rostro _ ¡No eres la única que los extraña!_ reclamó
_ ¿Qué quieres?_ dijo la chica en un tono cortante
_ Te lo dije, no eres la única que los extraña, Kike es mi amigo, era el único con el que podía hablar y Diana, ella no fue mi novia, pero la quería_ explicó _ pensé que tal vez podíamos hacernos compañía mientras pasa la tristeza_
_ Tú ni siquiera eres mi amigo_
_ Bien, sé que empezamos con el pie izquierdo y que tu hermano y yo nos detestamos, pero estoy muy mal, Leonardo apenas y me escucha ahora que esta tan loco por Sara… Y sin Kike aquí, no tengo nadie hablar… ¿podríamos al menos intentar ser amigos?_  preguntó extendiendo su mano a la chica castaña
Emi dudo por unos segundos, nunca había llevado una buena relación con Ezequiel, de hecho sabía que era el rival directo de su hermano, pero que Oscar y el menor de los Lagos no se llevaran bien no tenía por qué significar que ella tuviera problemas con aquel muchacho. Finalmente extendió también su mano y la entregó a aquel chico delgado de piel blanca como la nieve.

Ella había pasado todo el día en el hotel, junto a Mau y Julián, regresó hasta tarde. La verdad es que la había pasado bien, desde la mañana que pasó buscando el vestido perfecto en compañía de los mellizos y la tarde viendo películas con su prometido y el más pequeño de sus chicos.
Se tumbó sobre el sillón, recordó entonces que debía empezar con su siguiente proyecto de diseño, se puso de pie, dirigiéndose a su escritorio. Escuchó entonces que llamaban a la puerta, fue a ver de quien se trataba, ahí frente a la entrada de su apartamento estaba Agustín.
_ ¿Dónde has estado?_ preguntó entrando sin siquiera saludar
_ ¿Qué hacías hoy en hotel?_ reclamó Florencia
_ Respecto a eso, te portaste muy grosera conmigo_ dijo sentándose sobre el sillón negro de la sala
_ ¿Qué estabas haciendo ahí?_
_ Fui de visita, quería ver cuánto han cambiado los muchachos_
_ ¡¿Qué le diste a Julián?!_ preguntó enojada
Agustín la miro confundido.
_ Él se desmayó poco después de que estuvo contigo_ explicó _ ¿Qué fue lo que le diste?_
El hombre formó una sonrisa de oreja a oreja.
_ ¿Qué te parece tan gracioso?_
_ Te encariñaste de ellos, estas muy preocupada por el enano_ dijo Agustín _ Relajate, el helado del niño no tenía nada, si se desmayó no fue mi culpa_
Flor se tranquilizó un poco, su amigo tenía razón, estaba preocupada por Julián, y no estaba segura si eso era bueno o malo.

Mauricio terminó de levantar la mesa, acababa de regresar del laboratorio de análisis clínicos, había llevado a Julián a realizar sus estudios de sangre. Debido a que el niño no había asistido a clases, estaba jugando en el área infantil del hotel junto a su mascota, mientras tanto él debía realizar sus actividades. La puerta de la habitación 2 15 se abrió, Mauricio supuso que se trataba de su mejor amigo, así que simplemente lo dejo estar.
_ Hola Memo, ¿Encontraste algo de lo que te pedí?_ preguntó
_ Señor Fernández, soy Estrella_
El gerente del hotel levantó la mirada, era ella, tan hermosa como siempre, pero había algo diferente en su expresión, ese toque de tristeza que acompañaba su rostro durante los últimos días, estaba acentuado esa mañana.
_ Buenos días Estrella, ¿Cómo estás?_
_ Bien, señor Fernández. Solo venía a entregarle esto_  dijo dándole una hoja de papel
Mauricio tomó la hoja sin prestarle mucha atención, ya la leería más tarde, por el momento tenía mil cosas que hacer.
_ Debo irme_ se despidió la recepcionista
Él no quería que se marchara tan rápido, hizo ademan de detenerla, entonces vio de reojo la hoja que sostenía, era una carta de renuncia.


Atención!!, Solo faltan:


para el final






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