Sara se ocultaba para que no la descubrieran, entonces
esas palabras retumbaron en sus oídos: “Yo no soy tu mamá. Lo fui hace mucho
tiempo, pero ya no más”. La madre de su mejor amigo había estado viviendo en el
hotel todo ese tiempo.
Ante el impacto de tal confesión, Sara, salió corriendo.
Sí hubiera permanecido ahí un poco más de tiempo, habría escuchado el resto de
la conversación entre madre e hijo.
_ No puedo creer lo que dices_ refunfuño el adolescente
_ Así son las cosas. Tú tienes tu vida y yo la mía, es
mejor no mezclarlas_ insistió Esmeralda _ Ahora es momento de que volvamos_
concluyó dando la media vuelta
Arturo permaneció ahí, viendo como ella se alejaba,
llevando consigo sus ilusiones de infancia y un pedazo de su alma.
Mauricio observaba a su ex novia cargaba al pequeño niño.
¿Qué pretendía esa mujer?, ¿Por qué había adoptado a Julián?, Más aún, ¿Por qué
seguía teniéndolo en su casa después de casi dos meses?
_ ¿Usted es la madre de Julián?_ preguntó una mujer
acercándose a Florencia
_ Si_ respondió volteando a verla
La reconoció enseguida, era la madre de Gustavo, el niño
que molestaba a su hijo adoptivo hace unos días.
_ Solo quería decirle que lamento mucho lo que pasó con
los niños el otro día. Gustavo cumple años mañana y me gustaría que usted y
Julián pudieran acompañarnos_ comentó entregándole una invitación
_ Gracias, ahí estaremos. ¿Puedo llevar a otros niños?_
_ Si, claro_ sonrió la mujer y se alejó
Florencia cargaba a Julián, quién se había quedado
dormido.
_ Luci, Tincho, ¿Quieren ir mañana a una fiesta de
cumpleaños?_ preguntó a los dos niños
_ Yo no voy contigo ni a la esquina, bruja_ respondió
Martín decidido
_ Benja y yo podemos ir, ¿No, Mau?_
Mauricio asintió. No estaba muy convencido pero no tenía
muchas opciones.
Arturo por otra parte, cerró los puños con fuerza. Era
increíble que incluso la desalmada Florencia actuara con más amor y cuidado que
su propia madre.
Ezequiel la observaba incrédulo. Era sábado a mediodía,
se suponía que irían juntos a practicar al parque. No era que él fuera un gran
compañero para practicar futbol, pero amaba pasar tiempo juntos.
_ ¿En verdad iras?_ preguntó levantándose del puff que
había en el cuarto de las chicas
_ Perdí la apuesta. Debo cumplir con mi palabra_
respondió con fastidio
_ No vayas con ese idiota, ¡Tenemos planes!_ exclamó el
chico
_ Lo siento, Eze. No le daré el gusto de sentir que me ha
intimidado_ comento ella _ Sé que me fastidiara toda la tarde, pero lo venceré
en su propio juego_
_ ¿Por qué compites con él?_
_ Porque se cree superior a todos, y no lo es_
Ella. La justiciera. La valiente. La decidida. Esa que no
necesitaba de ninguna gota de maquillaje para lucir hermosa, porque esa fuerza
que reflejaba en los ojos era suficiente para demostrar lo valiosa que era.
_ Descuida, volveré a tiempo para que practiquemos un
poco_ le sonrió
¿Acaso podía existir chica más perfecta que ella? Tenía
que animarse a decirle lo que sentía por ella, y debía hacerlo pronto. Si tan
solo tuviera el valor.
_ Emi…_ empezó a decir, pero fue interrumpido.
Estrella entró a la habitación con una sonrisa en el
rostro y un vestido verde agua en la mano derecha.
_ Encontré esto para tu cita_ anunció extendiendo el
vestido
Ezequiel
lo analizó, sin duda Emi se vería hermosa con él, pero no veía porque debería usarlo en su
salida con Matías.
_ Gracias, pero no es una cita. Solo será una tortura_
concluyó la chica
<< ¡Así se habla! >> pensó el muchacho.
Emilia podía lucir bellísima en un vestido, pero su esencia se combinaba mejor
con unos jeans, sudadera y tenis. La prefería así.
Sara no había encontrado el momento aun de hablar con su
mejor amigo, quería saber todo cuanto fuera posible sobre la ahora misteriosa
mujer que habitaba el Royal. Quería hablar con Arturo, entender cómo se sentía.
Esa tarde vio la oportunidad cuando el quinceañero atravesó la puerta del
hotel, venía de ver a Kía, estaba segura y también podía asegurar que ella
estaba al tanto de toda la historia.
Corrió a su encuentro, abrazándolo por la espalda para
evitar su huida. La espalda de Arturo era ancha y musculosa, no le extrañaba en
absoluto que usara esa fuerza física para descargar su ira.
_ ¿Estás loca?_ preguntó enfadado _ Suéltame_ demandó
Sara era dos años mayor que su amigo, pero medía cinco
centímetros menos que él. Sin duda Arturo podía zafarse de su agarre con
facilidad.
_ ¡No! Necesito hablar contigo_ dijo con firmeza
sujetándolo más fuerte, esperando que el quinceañero no recurriera a su fuerza
para liberarse
_ ¡No hablaré contigo sobre tu primito!_ exclamó el chico
_ No quiero hablarte sobre él, sino sobre tu mamá_
Sara sintió inmediatamente como la tensión de los
músculos de Arturo se liberaba, convirtiéndose en una abrumadora tristeza
_ Ella se fue, cuando yo tenía dos años. Fin_
_ Sé que ella está viviendo en el hotel_
Media hora de gélido silencio en el parque. Los dos
caminaban mirando cualquier cosa que pudiera distraerlos de esa obligada compañía.
Emilia miro el camino empedrado por el que caminaban. ¿En qué momento
terminaría esa tortura?
_ ¿Quieres jugar un partido?_ preguntó Matías _ Esos
chicos son amigos míos, apuesto que nos dejarían jugar sin problema_ añadió
señalando un grupo de muchachos corriendo con un balón
_ Me encantaría, pero jugaré en el equipo contrario al
tuyo_ respondió ella con decisión
_ Me parece justo. Así podremos apostar, y si yo gano, tú
pagaras las malteadas_
_ ¡Es un trato!_
Lo observó atentamente, jamás lo había visto tan
vulnerable como en ese momento. Podía ver al Arturo pequeño, a ese niño que
soñaba con que un día su madre llegará a rescatarlo, al mismo al que le habían
roto el alma el día anterior.
_ Siempre espere que mi padre me hubiera mentido sobre
ella. Ya sabes, lo que ocurre cuando los padres se divorcian y le hablan mal a
sus hijos sobre su expareja… me dolió mucho saber que era verdad_ confesó el
chico con lágrimas suspendidas en sus ojos
_ Por eso has estado tan molesto últimamente_ infirió
Sara _ Seguramente Mau puede…
_ ¡No le dirás nada de esto a Fernández!_ exclamó Arturo
_ ¡Ni a él, ni a nadie!, ¿Entendiste?_ preguntó amenazador
_ ¿Por qué no?_
_ Porque no quiero que nadie se enteré de que ni mi
propia madre me quiere… Hablo en serio, Sara, si le cuentas a alguien te
aseguró que nuestra amistad terminará y no solo eso…
La frase se quedó suspendida en el aire, cargada de
emociones, de ira, de tristeza, de decepción y dolor. Sabía que el chico
hablaba muy en serio. Debía guardar el secreto.
_ Fue un gran partido_ sonrió el chico
_ Perdiste_ exclamó Emi buscando provocarlo. Después de
todo le encantaba discutir con él, y más aún, vencerlo.
_ Te deje ganar_ confesó inclinándose ligeramente sobre
la mesa que marcaba la distancia entre los dos
_ ¡Eso es lo que dicen los machos cuando no pueden
aceptar que una mujer los ha vencido!_ dijo tomando la cereza que tanta
tentación le producía
_ Eso hacen los chicos cuando no saben cómo invitar a
salir a la chica que los vuelve locos_
Emi se congeló al escuchar esas últimas palabras, dejando
esa suculenta cereza suspendida en el aire y su corazón completamente
paralizado
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