_ Yo no podía ser tu madre, como tampoco lo puedo ser
ahora. Lo siento Arturo_ se encogió de hombros _ Debo irme_ concluyó avanzando
hacía el ascensor
Arturo permaneció inmóvil en medio de la azotea del
hotel. Solo. Triste. Confundido. Enojado. Con ganas de arremeter su ira en
contra del primero que se cruzara en su camino y tenía en mente a la persona
indicada para descargar sus frustraciones.
Bruno Casas avanzó por el lobby, nunca estaba de más una
visita sorpresa. Todo parecía estar en orden, encontró a los chicos realizando
sus tareas escolares y Mauricio preparando la cena con ayuda de Martín y Lucía.
Se encontraba despidiéndose del gerente del hotel cuando un estruendoso sonido
los hizo voltear en dirección al restaurante.
Corrió inmediatamente para averiguar que ocurría al
interior del establecimiento. Mauricio lo siguió, dispuesto a calmar cualquier
disturbio que afectara la imagen del hotel.
Al llegar se encontraron con una escena insólita: el Chef
Pablo, con la ayuda de Ricardo, uno de los meseros, sostenían a Arturo con
fuerza, intentando separarlo del señor Garcés, quien se encontraba en el piso
siendo atacado por el quinceañero.
_ ¡Basta muchacho!_ exclamó el Chef empujando con fuerza
al chico
Arturo cayó al piso, pero se levantó enseguida, atacando
con una nueva oleada de golpes contra su anterior tutor
_ ¡Arturo, detente!_ dijo Ricardo intentando sostenerlo
_ Tú también me tienes cansado_ respondió el quinceañero
plantándole un puñetazo en la cara. Su venganza por lo ocurrido en la fiesta de
meseros hace unos meses.
Mauricio se abrió paso entre la gente que rodeaba al
quinceañero, la mayor parte de ellos alarmados por la escena. Abrazó al
adolescente por la espalda, asegurándose de aprisionar sus brazos. Lo levantó
haciendo uso de todas sus fuerzas y lo alejó de su oponente.
_ ¡Suéltame, Fernández!_ bufó el chico con furia
_ ¿Te volviste loco?_ preguntó Mauricio tratando de
mantener la compostura
_ No dejaré esto pasar por alto_ intervino Bruno con seriedad
_ Volveré mañana_ concluyó con un tono serio
Arturo dejó de forcejear y apartó a su tutor con un
empujón.
Era demasiado. Mauricio debía recuperar el control.
_ No saldrás de la suite en un mes. Salvo para ir a
clases_ sentenció
_ ¡Me importa un carajo!_ gritó Arturo _ ¡Me voy a mi
estúpida habitación!_ concluyó
_ Solo entró y le encajó un puñetazo en la cara sin
previo aviso_ comentó el Chef acercándose a Mauricio _ No es que quiera
defender a Garcés, pero esta vez, él no tuvo nada que ver_
Florencia se levantó de su escritorio intentando no hacer
demasiado ruido. Abrió la puerta de su apartamento y quedó petrificada ante la
imagen que vio: su mejor amigo con el labio superior partido, una mejilla en
color morado y una marca roja junto al ojo derecho.
_ ¿Qué te pasó?_ preguntó preocupada
_ Arturo me atacó en el trabajo_ respondió abriéndose
paso hacía el sillón _ También me golpeo las costillas y los brazos_
_ ¿Por qué?, ¿Qué le hiciste?_
_ Nada. Solo entró, me llamó para que volteara y me
golpeó_ explicó
_ Iré por hielo_ dijo entrando a la cocina
_ Sabía que me odiaba, pero jamás pensé que hiciera algo
así_ comentó recostándose en el sillón _ ¿Dónde está el enano?_
_ Durmiendo_ contestó mientras colocaba una bolsa de
hielo envuelta en una toalla sobre la mejilla de su amigo
_ Lo que menos quiero es que él también me ataque_
reprimió un quejido al sentir la presión del hielo sobre su herida
_ No lo creo, lleva horas dormido y diría que ya no te
odia_
_ Al menos con él, he logrado hacer las paces_ sonrió
ligeramente
A la mañana siguiente, Sara espero a que Oscar y Martín
salieran del cuarto para entrar. Todos sabían del incidente de la noche
anterior, y ella necesitaba respuestas. Encontró al quinceañero poniéndose el
suéter del uniforme escolar.
_ ¿Qué ocurrió anoche con tu madre?_ preguntó en voz baja
_ No tengo mamá. No tengo familia_ respondió el chico _
¡Ahora déjame en paz!_
_ ¿Qué hay de nosotros?_
_ No somos familia, solo somos un montón de chicos
abandonados que tu estúpido primo cuida para calmar su consciencia_
_ ¡Basta, Arturo!, ¡Deja de actuar como un idiota!_
_ Ella no me quiere, ¿ok?_ dijo sentándose al borde de la
cama _ Nunca me quiso_ sintió su voz quebrarse y ocultó su rostro por temor a
derramar alguna lágrima
Sara se sentó a su lado, dispuesta a abrazarlo, pero él
se alejó bruscamente.
_ Solo quería descargarme con alguien, y ¿Qué mejor que
hacerlo con la persona que terminó de arruinar mi vida?_ explicó _ Ahora te
pido que no hablemos más del tema. Se acabó_ concluyó saliendo del cuarto
Ezequiel observó a su mejor amiga, ¿Cuándo había empezado
a verla de esa forma?, ¿En el baile, cuando compartieron la pista?, ¿O fue
antes, cuando la vio salir usando ese vestido?, ¿Cuándo volvió al hotel?,
¿Cuándo se fue?, ¿O incluso antes de todo eso?
No lo sabía, pero tenía claro que estaba enamorado, que
deseaba estar junto a ella y que no soportaba verla con otro.
_ ¿Verás hoy a Kike?_ preguntó en un susurro
_ No, hoy acompañaré al enano a su entrenamiento_
respondió procurando que la profesora de matemáticas no los escuchará
_ Juguemos videojuegos esta noche en mi casa_
_ Te veo a las siete_
Esa respuesta lo volvió loco de la felicidad. Estarían
juntos, a solas como solían hacer, solo que ahora resultaba un millón de veces
más especial.
Los nueve chicos desfilaron por el lobby al llegar de la
escuela. Sara y Leo intercambiaban ligeros besos y abrazos al caminar, sin
embargo, la chica no podía dejar de observar a su mejor amigo. Se veía furioso,
dispuesto a atacar ante el menor contacto.
_ ¡Arturo, espera!_ gritó Mauricio acercándose al chico
_ ¿Qué quieres, Fernández?_ preguntó con fastidio
Mauricio lo tomó del brazo, alejándolo del resto.
_ Te veo en diez minuto en el salón Real_ indicó el
gerente
_ ¿Qué pretendes?_
_ ¡Obedece!_
Rodrigo se acercó lentamente hacia la recepción del hotel,
detrás de ese escritorio se encontraba esa bella mujer. Le había gustado desde
el primer momento, cuando la conoció en la fiesta de los mellizos. Por
desgracia tenía novio, el mismísimo Mauricio Fernández, sin embrago estaba
seguro de que si movía sus cartas adecuadamente, lograría conquistarla.
Dos colchonetas se encontraban sobre el piso del salón
Real, el quinceañero observó confundido aquella escena. Vio a su tutor
acercarse a él llevando consigo un par de guantes de box.
_ Toma esto_ le indicó ofreciéndole unos guantes rojos
_ ¿Te volviste loco?_ exclamó el adolescente _ ¿Piensas
que voy a golpearte?_
_ Estoy seguro que lo harás. Estás enojado conmigo y te
estoy dando la oportunidad de desquitarte_
_ Te vas a arrepentir, Fernández_ comentó el chico
ajustándose los guantes con una sonrisa en el rostro
Arturo y Mauricio boxearon. El gerente permitió que el
chico le encajara un par de golpes, pero en general los esquivaba bastante
bien. Se dio oportunidad de lanzar también algunos golpes, pero ninguno
demasiado fuerte para lastimar al muchacho.
Terminaron cansados y sudorosos después de la pelea.
_ ¿Sabes boxear?_ preguntó Arturo quitándose los guantes
_ Si, un poco. Guille y yo fuimos a clases cuando éramos
niños_ respondió _ Si tú quieres, puedo enseñarte_
_ ¡No!_ exclamó enojado _ Si crees que con esto está todo
solucionado, ¡Te equivocas!_ gritó lanzando los guantes para después marcharse
furioso
Entró despacio a la habitación, procurando no hacer
ruido. Se detuvo en el marco de la puerta a observar la escena: Flor cubría al
niño con una manta y después depositaba un beso sobre su frente. Era tan
distinto a las escenas que veía hacía algunos años, tanto que incluso parecía
irreal.
_ ¿Qué haces aquí?_ preguntó Florencia
_ ¿Puedo hacerte una pregunta?_ empezó a decir _ ¿Aún
estás enamorada de Mauricio?_
Lo dudo unos segundos.
_ No lo sé… Empiezo a creer que no_
Apenas dijo esto, Agustín se abalanzó sobre ella,
robándole un beso.
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