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¿Cómo me llamaste?_
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Papá_ respondió un poco apenado _ Eres novio de mi mamá… ¿Te puedo decir así?_
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¡No!_ exclamó molesto
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¿Por qué no?_ insistió un tanto temeroso
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Porque no soy tu papá, soy tu hermano_ gritó
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¿Qué?_ preguntó el niño confundido
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Nada, enano. Garcés está de mal humor porque no durmió bien_ intervino Arturo _
Yo te acompaño a la escuela_ concluyó tomando la mochila de su pequeño amigo
Casi
dos semanas habían pasado desde el momento de la ruptura y aún le costaba
creerlo. Desde entonces era como si hubiera dejado de existir, no solo para
Mauricio, sino también para los chicos. Los vio salir del hotel con sus
uniformes y mochilas, bromeando y corriendo porque se les hacía tarde.
_
Deja de torturarte así_ comentó Rodrigo acercándose a ella _ No te das cuenta
que eres demasiado hermosa como para opacar tu belleza con esa mueca triste_
_
No puedo evitarlo, los extraño a todos_ explicó
_
¿Sigues enamorada de Fernández?_ preguntó curioso
_
No lo sé, pero me mata ver cómo me han hecho de lado_
Rodrigo
llevo la palma de su mano a su mentón, mostrando una pose pensativa.
_
¿Extrañas a los chicos pero no a Fernández?_
_
Extraño la ilusión de tener esa vida. Todos juntos, felices_
_
Entonces solo extrañas la ilusión, no realmente a él_ comentó
_
Puede ser, no lo sé_
_
¿Sabías que a veces la realidad puede ser mejor que una ilusión?_ sonrío
coqueto
Durante
el recreo quería estar con su hermana pero ella parecía no querer separase de
Ezequiel ni un solo instante y lo respetaba; sabía perfectamente lo mucho que
hace falta tener alguien cuando uno de los que quieres se va para siempre. Se
sentó en un banco, dispuesto a comer su emparedado de jamón.
_
Hola_ escuchó una voz conocida detrás de él
Volteo,
se trataba de Amanda con una gran sonrisa.
_
Ho-hola_ respondió nervioso
_
¿Puedo hacerte compañía?_
_
Claro_
La
chica con toda su belleza se sentó a su lado, haciéndolo sentir más nervioso
que nunca en su vida.
_
Es raro verte solo_ comentó ella _Siempre te veo con tu hermana y ese otro
chico; el que Matías odia tanto_ sonrío ligeramente
_
Yo también lo odio_
Estaba
feliz, le costaba disimularlo. Al fin estaba hablando con ella, una charla
casual.
_
Oye, ¿Podrías ayudarme con algo?_
_
Seguro_ sonrió
_
¿Puedes darle esto a Arturo?_ preguntó entregándole una carta _ No le digas que
yo te la di. Quiero mantener un poco el misterio_
Al
instante sintió como sus ilusiones se derrumbaban de golpe. Tomó la carta al
tiempo que un cuchillo imaginario atravesaba su pecho.
_
Muchas gracias_ dijo ella viéndolo con esos hermosos ojos verdes que jamás
serían suyos.
Los
chicos volvieron de la escuela, los más pequeños habían decidido hacer su tarea
en el lobby. Desde su sitio de trabajo podía ver perfectamente a Martín, Nadia,
Lucía y Benjamín con sus libretas y lápices.
_
Creí que no ibas a torturarte más_ comentó Rodrigo acercándose a ella
_
Son tan divinos… y ahora ni me hablan_ respondió con tristeza
Rodrigo
miro su reloj y después volteo a verla.
_
Esta es tu hora de comida, y la mía también. ¿Vamos juntos?_
Lo
más difícil de una ruptura parecía ser lidiar con los recuerdos. Nunca antes
había vivido una experiencia así, pues sus relaciones anteriores no habían
tenido ninguna relevancia. La gran parte de ellas habían sido con princesas, y
de manera obligada por su padre. Llevo a todas las princesas de los reinos
cercanos con la esperanza de que desposara a alguna, pero tras sus negativas,
finalmente el rey se cansó de los caprichos de su hijo y acordó un matrimonio
para él.
Apenas
conocía el nombre de su prometida, jamás la había visto y tampoco le importaba
conocerla, por eso había huido. Pensó que Kía aceptaría ser su reina, pero se
había equivocado.
_
Date prisa, principito_ lo apuró su jefe
Él
se vio obligado a volver a la realidad, a su fría soledad, a su empleo que
ahora no tenía sentido, a su vida tan vacía sin Kía.
_
¿Estás bien?_ le preguntó Candela colocándose a su lado
_
¡No!_ exclamó el joven príncipe _ Estoy un poco harto de todo_
_
¿Estás así por Kía?_
_
Si. Bueno, ella era el motivo para quedarme… Fue por ella que hice vida aquí,
ya sabes, la escuela, el trabajo… Mi padre no me apoya igual desde que empecé a
salir con ella_
_
Quizá es parte del destino. Tal vez, ella no era la indicada para ti_
Chaim
se encogió de hombros con ese aire tan majestuoso suyo; aun con el uniforme
laboral podía notarse la clase en él. Le encantaba, desde siempre y ahora ambos
eran solteros, quizá, solo quizá, existiera una posibilidad para su amor.
Los
vio caminar juntos hacía la salida del hotel. De pronto le parecía algo natural,
demasiado familiar, incluso le parecían adorables: Mauricio y Flor avanzando
por la recepción acompañados por Arturo, Julián y Paula. Hacían una bella
familia. Probablemente ese era su destino. Solo que ella anhelaba esa vida, esa
era su gran ilusión.
Lanzó
un suspiro profundo al ver como se despedían, un beso en la mejilla,
seguramente pronto volverían, destrozando su corazón en mil pedazos.
_
Si te vuelvo a ver triste, juro que lloraré_ le dijo Rodrigo tocando
ligeramente su mejilla _ Tú sonrisa es lo que le da vida a la recepción, no
dejes que se apague_ le dedico una sonrisa
_
No puedo sonreír al verlos, ahora formarán una familia hermosa_ respondió con
tristeza
_
Podrías formar tu propia familia_
Volteó
a verlo.
_
Yo podría ayudarte, si tú quieres_
Le
fue imposible no sonreír. Rodrigo se
estaba esforzando realmente en ayudarla a sanar, a sobrellevar el dolor y a
volver a soñar.
_
Bueno, no quiero asustarte. Así que podemos iniciar con una cita… Mañana en un
lugar especial_
_
¿Estás tratando de conquistarme?_ preguntó incrédula
_
Lo estoy. Esa es tu ilusión_ dijo señalando a Mauricio y Paula que volvían
caminando por el lobby _ Tú eres la mía_
Estrella
sintió un pequeño giro en su estómago, tal vez era posible que una nueva
ilusión se estuviera formando al interior de su ser.
A
la mañana siguiente, iba malhumorado; una vez más su hermana lo hacía a un lado
para estar con Ezequiel. Los dejó adelantarse y decidió esperar a las pequeñas,
al menos Paula y Lucía no lo ignorarían tan cínicamente.
_
¡Dense prisa, chicas!_ gritó sentándose en uno de los sillones del lobby
Jugaba
con el cierre de su mochila, distraído en sus pensamientos. Levantó la vista
esperando ver a Estrella en la recepción, pero en lugar de eso, se encontró con
otro rostro conocido, pero que no deseaba ver: César.
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