miércoles, 6 de julio de 2016

Capítulo 27: MADRE E HIJO

_ Les traje unos bocadillos para que coman mientras trabajan_
Esmeralda Longoria hiso su aparición, llevaba una bandeja entre las manos. Se quedó perpleja al ver al adolescente que se encontraba sentado en el sillón de su sala. Sin saber si era exactamente la persona que creía
_ Permítame ayudarla_ dijo Arturo avanzando hacia ella
El chico tomó la bandeja en sus manos y la llevó hasta la mesa de centro. Después giró en dirección a la mujer. Era ella, sin duda alguna. No recordaba haberla visto de cerca antes, pero había grabado su rostro en su memoria gracias a una vieja fotografía que su padre le había otorgado cuando era muy pequeño.
_ José Arturo Méndez, mucho gusto señora_ se presentó extendiendo su mano
Vio como los ojos de ella se abrían cual platos. No ya el menor rastro de duda, lo había reconocido.
_ Esmeralda_ respondió la mujer tomando la mano del muchacho
La primera vez en más de una década que existía contacto entre ellos.
_ Cualquier cosa que necesiten, estaré en mi cuarto_ concluyó y salió de inmediato de la sala.

Las tardes en casa de Flor no eran del todo aburridas, siempre tenía algo con que entretenerse. Ella había comprado varios juguetes que podía usar, aunque extrañaba mucho poder jugar con los chicos. Julián tomó un descanso de su juego y se dirigió a la cocina por un vaso de leche, encontró dentro del refrigerador una caja de leche sabor chocolate, se sirvió un poco.
Avanzó por el apartamento en busca de su madre adoptiva, no la había visto hacía un rato. Vio el escritorio de Flor. No resistió la curiosidad. Dejó su vaso de leche sobre el escritorio mientras observaba los bocetos. Dibujos de mujeres delgadas con hermosos vestidos de diversos colores se dispersaban formando un abanico de imágenes.
_ ¿Qué haces?_ preguntó Florencia al ver al niño frente a su trabajo
Julián se giró para verla, sin darse cuenta que al hacerlo, su codo golpeo el vaso de leche, haciéndolo caer sobre los bocetos.
_ ¡Arruinaste mi trabajo!_ grito Flor enojada
_ Perdón, yo no quería hacerlo_ intento defenderse
_ Me llevará horas volver a hacerlos_
Flor avanzó furiosa hacia el niño, lo tomó del brazo y lo llevó detrás de sí fuera del apartamento.
_ ¿A dónde vamos?_ preguntó Julián asustado
_ Te llevaré a donde no me molestes mientras reparo lo que arruinaste_ respondió mientras obligaba al niño a subir al ascensor

Cada nueva semana significaba que contaba con menos tiempo. A esas alturas, Guillermo se había convertido en el padre más paranoico del mundo, aun cuando sus hijos no habían nacido. Su esposa tenía siete meses de embrazado y el no paraba de preocuparse ante cualquier mínima señal de alarma.
_ Memo, te juro que me estás volviendo loco_ dijo Mauricio tras escuchar la nueva preocupación de su mejor amigo
_ Te digo que no es normal… Cuando seas padre me entenderás_
Mauricio le dedicó una mirada irónica a su amigo.
_ Yo no sabía que cuidaría a los chicos, nadie me preparó para esto… ¡Tú has tenido siete meses!_ exclamó _ Además, serás un padre excelente_
Guillermo respiró profundo. ¿Cómo era posible que Mau estuviera tan tranquilo cuidando de siete chicos? Ojalá él tuviera esa misma valentía.

El niño observó asustado como las puertas del ascensor se abrían en el sótano del edificio. Solo había un largo pasillo iluminado por un foco pequeño y no parecía haber nadie cerca.
_ ¿Qué hacemos aquí?_ preguntó temeroso
_ Aquí te vas a quedar mientras termino mi trabajo_ respondió Flor mientras abría la puerta de una bodega al final del pasillo
_ ¡No, Flor!, ¡Por favor!, ¡Yo haré los dibujos de nuevo!_ suplicó
_ ¡No!, ¡Tú necesitas un castigo!_ levantó al niño y lo empujó al interior de la bodega, acto seguido, cerró la puerta con seguro.
Aun cuando escuchó el llanto y las suplicas de Julián, lo ignoró. Estaba lo suficientemente molesta como para apiadarse de él.

Arturo estaba impaciente, quería encontrar la forma de hablar con su madre a solas. Solo Leonardo se lo impedía, pues sabía que Ezequiel estaba en con Emi y que el tío de los Lagos se encontraba trabajando.
_ Ya es tarde, no deberías hacer esperar a Sara_ comentó _ Ve con ella y yo terminaré el proyecto_
Leonardo lo miró con desconfianza, intentando adivinar sus intenciones.
_ No lo hago por ti, sino por ella_
_ Si algo desaparece de mi casa, te juro que la escuela militar parecerá un centro vacacional comparado con el lugar al que haré que te envíen_ sentenció Leonardo
_ No soy ningún ladrón_ se defendió _ Ahora ve, que te está esperando_
Leonardo se puso de pie, tomó su chaqueta y salió de su suite. Ahora tenía el camino libre. Se levantó del sillón y comenzó a buscarla. La encontró en la cocina, pero no entró, permaneció oculto detrás de la puerta, armándose de valor para hablarle.

Florencia volvió a su apartamento, dispuesta a limpiar el desastre de su escritorio y volver a hacer su trabajo. Se detuvo en seco al ver que frente a su lugar de trabajo, se encontraba su mejor amigo sosteniendo el vaso vacío de su hijo adoptivo.
_ ¿Dónde está Julián?_ preguntó Agustín
_ Tuve que castigarlo_ respondió ella con indiferencia, empezando a limpiar
_ ¿Dónde está?_ insistió
_ Lo encerré en la bodega del sótano. Así no me molestará_
_ ¿Lo encerraste con la luz apagada?_
_ Si_
Agustín salió corriendo del apartamento sin decir nada. Florencia, curiosa lo siguió. Él llamó al ascensor y entro sin decir nada aún.
_ Dame la llave de esa bodega_ demandó
_ No permitiré que lo saques_
_ No lo entiendes. Julián le teme a estar encerrado en la obscuridad_
Llegaron al sótano. Agustín abrió la puerta rápidamente. Ahí, en el interior, se encontraba el niño empapado en llanto, temblando de miedo y respirando con dificultad. Estaba aterrado, tanto que al ver a Agustín, se abalanzó sobre él en un abrazo.

Finalmente lo logró. Estaba nervioso, ansioso, asustado y emocionado, todo al mismo tiempo. Respiró profundo antes de abrir la puerta de la cocina. Ella estaba preparando un té. Lo observó, analizándolo, corroborando lo que ya sabía.

_ Mamá_ dijo torpemente _ Tenemos que hablar_   

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