_ ¡Yo no robé nada!_ exclamó el quinceañero desde la otra
mesa de trabajo
_ Claro, ¿Cómo no?_ dijo Fernando sarcástico _ Ya conoces
el dicho: “Hijo de tigre, pintito”… en tu caso sería: “Hijo de ladrón,
ladroncito”_
Eso fue suficiente para que el impulsivo muchacho soltara
un puñetazo sobre el ojo de su compañero.
Dejó el móvil a su derecha. Quería estar atento a
cualquier posible vibración o sonido que el aparato pudiera emitir. Quizá sus
amigos tenían razón: se había convertido en un paranoico con el tema de los
gemelos. Revisó el teléfono una vez más. No, nunca estaba de más ser prevenido.
Una vez que se aseguró de que todo estaba en orden, prosiguió con su
investigación.
Pasó un par de hojas que no parecían muy relevantes.
Investigaba a Rodrigo, ese misterioso hombre que ahora fungía como aprendiz de
su mejor amigo. Había estudiado en una prestigiosa escuela preparatoria y
posteriormente, obtuvo una beca universitaria en una de las mejores
instituciones. Graduado con honores en administración de empresas turísticas. A
pesar de su impresionante currículo académico, no lograba hallar la conexión
entre el hombre de los ojos verdes y el señor Palacios. No hasta que llegó a la
última hoja de su investigación: la vida personal de Rodrigo De la Cruz.
_ ¡No puede hacer eso!_ exclamó el entrenador
Después de una hora de discusión entre la directora,
Mauricio y Bruno Cuevas, su decisión había sido suspender al quinceañero del
equipo de baloncesto temporalmente. En caso de que su conducta empeorará, sería
expulsado definitivamente y volvería a la escuela militar.
_ Es mi mejor jugador y en dos semanas es nuestro primer
partido_ argumentó el entrenador _ Castíguelo lavando los baños, o barriendo la
escuela_
_ Es nuestra decisión final_ sentenció la directora
_ Es injusto, Fernando inició todo y a él no lo castigan_
refunfuño Arturo
_ También el queda suspendido del equipo_ respondió la
directora
_ ¿Qué?_ se quejó el chico. Su plan no había sido tan
perfecto después de todo
_ ¿Por qué no mejor cierran el equipo por completo?_
continuó el entrenador enojado
_ Ya se las arreglará con los otros chicos. Por ahora
ellos dos quedan excluidos de cualquier actividad extracurricular_ concluyó
Bruno con firmeza.
Florencia entró al salón de clases, vio al niño con la
cabeza escondida entre los brazos que descansaban sobre el pupitre. Se acercó a
él con serenidad, se agachó y levantó la barbilla del pequeño. Un hilo de sangre
seca bajaba por uno de los orificios nasales de Julián.
_ ¿Qué te pasó?_ preguntó casi en un reclamo
El niño bajó la cabeza nuevamente, evitando el contacto
visual con su madre adoptiva. Flor volteo a ver a la maestra de Julián en busca
de respuestas.
_ Se peleó con otro niño. Ya hablé con la mamá de
Gustavo, pero quería hablar también con usted_ respondió ella
El pequeño se escondió lo más posible en su pupitre.
Quería huir, pues tenía miedo a un segundo castigo en el sótano de su edificio.
Para su sorpresa, Flor no lo regañó, en lugar de eso, se agachó hasta estar a
su nivel.
_ ¿Por qué te peleaste?_ preguntó con una voz suave
Julián levantó la cabeza, observándola fijamente.
_ Él me estaba molestando_ empezó a explicar _ me dijo
huerfanucho, después me dijo “el adoptado” y trato de arrebatarme mi medallita_
_ Vamos a casa_ le indicó ayudándolo a levantarse _ Yo
hablaré con él_ dijo a la maestra
El adolescente se dejó caer sobre la silla giratoria de
la oficina de su tutor, sabía perfectamente que estaba a punto de escuchar un
sermón. Y estaba en lo cierto.
_ Cuéntame, ¿Qué
pasó hoy en el laboratorio?_ dijo Mauricio intentando mantener la calma
_ Tuve clase de biología_ respondió Arturo con sarcasmo
_ Sabes a lo que me refiero. No quiero chistes, Arturo_
_ ¡Golpeé al idiota de Fernando!, ¿Ya estás feliz?_
_ ¡No!_ dijo determinante _ ¿Acaso no entiendes que estás
en la cuerda floja?, Una más y te mandaran a la militar_
_ Si así puedo estar lejos de ti, ¡Bien!_ exclamó el
chico poniéndose de pie
_ ¿A dónde vas?_
_ ¡Lo más lejos que se pueda de ti, Fernández!_ concluyó
saliendo de la oficina con enfado
Al parecer la madre de Rodrigo y el Señor Palacios habían
tenido una historia romántica en su adolescencia; mucho tiempo antes del
nacimiento de Rodrigo; sin embargo siempre habían permanecido en contacto, al
punto que cuando el aprendiz de gerente inicio la escuela preparatoria y los
recursos de la familia De la Cruz no fueron suficientes para pagar la escuela
privada de su hijo mayor, la madre de Rodrigo corrió a buscar a su antiguo ex
novio en busca de financiamiento. El señor Palacios sorprendentemente aceptó y
no solo pago la escuela preparatoria de aquel joven, sino que también patrocinó
su carrera universitaria y ahora le ofrecía un empleo como gerente de una de
sus sucursales. Le había ofrecido la gerencia del Royal.
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