lunes, 18 de julio de 2016

Capítulo 30: HIJO DE TIGRE, PINTITO

_ Bien muchachos, no permitiere esto en mi equipo. Abran sus mochilas y buscaré ese teléfono_
Arturo abrió su mochila sin mayor problema, sabía que él no era el culpable. Por eso al ver que un teléfono celular caía de su mochila cuando el entrenador pedía que la vaciara, quedó sumamente sorprendido.

Ezequiel observaba atento como su mejor amiga felicitaba a las chicas del equipo, ella estaba en primer año, de modo que no podía ser la capitana, pero sin duda lo sería en poco tiempo. Emi le parecía fascinante, podría observarla todo el día. Era una magnifica jugadora, una espléndida carpintera, una chica valiente, decidida, también era una amiga excelente y sabía exactamente lo que quería. La admiraba.
_ Nos vemos mañana, chicas_ se despidió Emi avanzando hacía las gradas
Él se puso de pie para ir a su encuentro. Entonces se dio cuenta que a medida que se acercaban, su corazón latía más rápidamente y se sentía sumamente nervioso. ¿Qué significaba eso?
Emi no era la clase de chica que él considerara linda, es decir, tenía lo suyo, como su cuerpo atlético y unos ojos marrones grandes y expresivos. Pero no era como Diana, que era hermosa en todos los sentidos.
_ Vamos Eze, si nos damos prisa podremos preparar un pay de fresa_ sonrió la chica
Como si sus muchas cualidades no fueran suficientes, también era buena cocinando. Ezequiel sintió como el estómago le daba vuelta cuando ella volteo a verlo, tenía el cabello alborotado por la práctica, llevaba puesto el uniforme de su equipo y gotas de sudor recorrían su rostro, aun así, le pareció bellísima. Le gustaba. Definitivamente le gustaba.
_ ¿Qué esperas?_ insistió Emi
Incluso le gustaba que fuera tan mandada, que no necesitara de otros para cuidarse. Le gustaba su mejor amiga.

Bruno miro decepcionado al chico. No había pasado ni una semana desde la última vez que visitó el Rayo de Sol por un problema de conducta de Arturo. Un robo. El robo de un teléfono por parte del quinceañero.
_ ¡Yo no lo hice!_ exclamó el muchacho
Bruno movió la cabeza en señal de desaprobación. Justo en ese momento la puerta de la dirección se abrió, por ella entró Mauricio con una expresión seria en el rostro.
_ Espera afuera, Arturo, tenemos que hablar con el señor Fernández_ le indicó la directora
El chico obedeció. Salió con los puños cerrados y sin siquiera mirar a su tutor. Sabía de antemano que estaba perdido.

Paula vio cómo su mejor amigo entraba al hotel, se dirigía a la enfermería para ver a Alma. En ocasiones se lamentaba de que estudiaran en colegios distintos, le gustaría poder pasar más tiempo con él. No era posible que Nico estuviera enamorado de ella, es decir pasaban las tardes juntos y la pasaban de maravilla, pero solo eso. A ella no le gustaba Nicolás, era apuesto y no podía negarlo, pero no lo veía más que como un amigo.
_ ¡Espera!_ gritó Pau frenando a su amigo
_ ¿Qué quieres?_ preguntó él con enfado
_ Hablar contigo, no me gusta que estés enojado conmigo_ explicó
_ Sabes que Rodrigo no me agrada y solo pasas todo el día hablando de él_
La niña inspiró profundo, armándose de valor para su siguiente pregunta.
_ ¿Yo te gusto?_
Nico la observó con sorpresa y desconfianza.
_ ¡No!_ exclamó sin saber exactamente si decía la verdad o no _ Solo que cuando hablan de él, me da dolor de estómago. No lo soporto_
De cierta forma Paula se sentía aliviada, aunque también un poco decepcionada.
_ Prometo que ya no hablaré tanto de él_ dijo _ Si tú me aseguras que seguimos siendo amigos_   
_ Eres mi mejor amiga y eso nadie lo va a cambiar_ respondió Nico con una sonrisa

La puerta de la dirección se abrió casi media hora más tarde. La escuela ahora parecía desierta, el perfecto escenario para escuchar su condena. En cuanto vio salir a su tutor supo que lo siguiente que escucharía sería un sermón y una sentencia, pero no fue así. Mauricio se veía enojado, de eso no había la menor duda, sin embargo no se detuvo a hablar con él.
_ Vámonos, Arturo_ ordenó avanzando con paso firme 
El quinceañero lo siguió completamente confundido. Subieron en silencio al auto gris de Mauricio.
_ ¿Debo empacar?_ preguntó Arturo_ ¡Porque yo no tome ese maldito teléfono!_ grito con enojo
_ Lo sé_ respondió Mauricio
El chico volteó a verlo sorprendido, estaba seguro que lo regañaría, que le daría un sermón, que lo castigaría.
_ ¿Qué?_
_ Sé que tú no eres un ladrón. Si hubiera sido una pelea, lo entendería, te conozco y sé que eres explosivo, especialmente en las últimas semanas, pero jamás robarías_ explicó al tiempo que ponía el motor en marcha _ Pero ellos no escuchan. Lo máximo que pude logar es que sigas en periodo de prueba, así que lo mejor será que en los próximos dos meses no te metas en ningún lío_ sentenció

Las cenas en la suite de los Lagos eran ya una verdadera reunión familiar, Tomás Lagos se sentaba al frente de la mesa, a su derecha Esmeralda degustaba sus alimentos, también estaban presentes los hermanos Lagos y sus acompañantes: Emilia y Sara.
_ Yo digo que es culpable_ comentó Leonardo
_ ¡Claro que no!_ exclamó Emi
_ Su padre era un ladrón. ¿No han escuchado ese dicho que dice: “Hijo de tigre, pintito”?_ argumentó el mayor de los hermanos Lagos
Hablaban sobre el incidente de Arturo durante la práctica del equipo. Sara había hecho un pequeño comentario, después de eso, la conversación giró en torno a ese tema.
_ Eso no tiene nada que ver_ dijo Emilia
_ Tus padres eran músicos, y tú y tu hermano también lo son. El padre de Arturo era basquetbolista y él también, entonces, si su padre era ladrón…
_ ¡Arturo no es ningún ladrón!_ exclamó Sara con firmeza
_ Un hijo no tiene por qué repetir la historia de sus padres, Leo_  intervino Esmeralda
Hablaban de su hijo y deseaba con todas sus fuerzas que Arturo no siguiera ni los pasos de su padre, ni los de ella.
_ Así es_ añadió Tomás _ Cada uno forja su propio camino_ concluyó

Le encantaba ver como las líneas iban formando figuras y llenaban de color la vestimenta de esos modelos de papel. La observaba mientras pintaba, elegía los colores y dibujaba las texturas de las telas. Era simplemente fascinante.
_ ¿Te gusta?_ preguntó Florencia mostrando un dibujo de un joven usando un traje negro con saco sport y una corbata delgada del mismo color
El niño asintió con una sonrisa.
_ Seguro que te verías muy apuesto con un traje así_ comentó ella despeinando ligeramente a Julián _ ¿Ya terminaste tu tarea?_
_ No tengo tarea_ respondió el pequeño avanzando hacia su cuarto
_ Nada de eso, escuché a tus compañeros decir que había tarea. Ve por tu cuaderno_ ordenó
_ Ya la terminé_ insistió el niño
_ ¡Julián, ve por tu cuaderno!_
Él obedeció un poco temeroso. Cuando Flor tuvo el cuaderno en sus manos y empezó a hojearlo, se encontró con una serie de páginas en blanco, o bien con algunos dibujos infantiles.
_ ¿Dónde están tus apuntes?_ preguntó con tono molesto
_ No tengo_ respondió el niño en voz baja
_ ¿Por qué?_ lo cuestionó con enojo
_ Aun no sé leer y escribir bien_ confesó finalmente
Florencia recordó entonces que antes de que Julián fuera llevado al orfanato, su ex novio ayudaba al niño con sus lecciones.
_ Ve por el resto de tus útiles. Yo te ayudaré con tu tarea_

La clase de biología parecía ser el escenario perfecto para continuar con su plan. Una pelea en el laboratorio sería el broche de oro para su idea. Solo bastaba con provocarlo un poco.
_ ¿Qué más se podía esperar del hijo de un ladrón?_ comentó Fernando al compañero que había perdido su teléfono el día anterior
_ No pensé que Arturo fuera así_ respondió el otro chico _ Me decepcioné al saber que fue él_
_ ¡Yo no robé nada!_ exclamó el quinceañero desde la otra mesa de trabajo
_ Claro, ¿Cómo no?_ dijo Fernando sarcástico _ Ya conoces el dicho: “Hijo de tigre, pintito”… en tu caso sería: “Hijo de ladrón, ladroncito”_
Eso fue suficiente para que el impulsivo muchacho soltara un puñetazo sobre el ojo de su compañero.


  

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