viernes, 17 de junio de 2016

Capítulo 22: PESADILLAS

_ En general ellos hablan muy bien de usted, salvo por…
_ Arturo_ completó la frase _ Está molesto conmigo, cree que yo lo envié a la escuela militar, aunque no es así_
_ La documentación dice otra cosa, señor Fernández_ avanzó hacia la puerta _ Lo estaré vigilando_ concluyó mientras salía 

El sonido de los sollozos se filtró en su habitación en mitad de la noche. Tomó su teléfono celular y revisó la hora: las tres de la mañana. Enojada, se levantó de la cama y fue al cuarto del pequeño. Ya tenía bastante con el ruido de la tormenta como para aguantar también los chillidos del niño.
_ ¡Duérmete ya, Julián!_ ordenó ella colocándose en el marco de la puerta
_ ¡Quiero ir con Mau!_ dijo el niño entre llantos
Florencia soltó un bufido, fastidiada.
Se acercó a la cama y se sentó a un costado de su hijo adoptivo. Julián estaba llorando sin parar y su respiración era agitada.
_ ¿Tuviste una pesadilla?_ le preguntó encendiendo la lámpara de la mesita junto a la cama
_ S… s… sí_ respondió el niño sentándose en la cama _ Extraño a Mau_ sorbió por la nariz
_ Ya se fue la pesadilla, ahora tu vete a dormir_ le indicó poniéndose de pie para salir
_ ¡Espera!, ¡No te vayas!_ suplicó
_ Hasta mañana enano_
Un rayo iluminó brevemente la habitación, seguido por un fuerte estruendo.
_ Tengo miedo, por favor, quédate_ insistió el niño con desesperación
_ Es solo un rayo_ dijo fastidiada
El pequeño lo miro suplicante y ella volvió a soltar un bufido. Volvió a sentarse junto a Julián y le ordenó que hiciera espacio en la cama.

Media hora más tarde, Julián ya dormía nuevamente. Florencia estaba a su lado, observándolo detenidamente. Cada vez que lo hacía no podía más que pensar en quién era realmente ese niño, sentía que se parecía a alguien que ella conocía, pero no podía recordar a quien.
Le revolvió un poco el cabello, era de un color almendra. Intentó imaginarlo sobreviviendo en las calles, demasiado pequeño y delgado. Le dio un beso en la frente y salió de la habitación.

Oscar dio vuelta a su cupón, vencería la siguiente semana, y Diana seguía sin responderle el teléfono. Le encantaría poder ir con ella. La extrañaba, quería verla y decirle que una relación a larga distancia no era tan mala idea después de todo, y a la vez, deseaba olvidarla para poder conocer mejor a Amanda.
_ Ven a desayunar Os_ le indicó su hermana entrando en la habitación
_ Emi, ¿Has seguido en contacto con Kike?_ preguntó mientras se ponía de pie
_ No_  respondió ella acercándose a su hermano
_ Ustedes… ya sabes… ¿Siguen siendo novios?_
Emi le indicó que se sentará para que hablaran más tranquilos.
_ No, o eso creo… ¡hablamos solo una vez!_ apoyó sus brazos sobre sus rodillas _ Además nunca hablamos de la posibilidad de seguir juntos después de que se fuera_ soltó un suspiro
_ Tampoco nosotros, ¿Lo extrañas?_
_ Si. Bueno… Desde que Eze y yo nos hicimos amigos, ya no lo extraño tanto_ se puso de pie de un salto
_ Si, tú y el riquillo menor se han hecho muy amigos_ dijo en tono despectivo _ Yo extraño un montón a Diana_
_ Escucha mi consejo hermano: olvídala_  extendió su mano para ayudarle a levantarse _ Podrías salir con Amanda _
_ Es la hermana de Matías_ dijo casi entre risas
_ Pobre, entonces te necesita mucho… Necesita un hombre listo que contraste con la idiotez del hermano_

Fernando se despidió de su novia en la entrada de su salón, Candela era un año mayor que él, por lo cual, mientras caminaba por el pasillo hacía su aula, tuvo la oportunidad de ver a la directora del colegio caminando junto a un hombre vestido con un traje gris.
_ Quisiera hablar con los profesores de cada uno de los menores_ dijo el hombre _ Debo asegurarme que su desempeño escolar sea bueno, hay que analizar todas las áreas de su vida antes de determinar si siguen viviendo con el Sr. Fernández o vuelven a las instituciones_
El chico lo escuchó todo y supo de inmediato que era la oportunidad perfecta para sacar a Arturo de su camino. Bastaba con que metiera al callejerito en algún lío y lo enviarían de regreso a la escuela militar.

Entró en la habitación intentando no hacer ruido y analizó sus opciones nuevamente. Faltar al trabajo no parecía ser una buena opción, pero no podría dejar al niño solo, aún recordaba lo ocurrido la noche del incendio y no quería ser llevada a prisión por descuidar a su hijo adoptivo.
_ ¡Mau!_ el pequeño despertó de golpe, exaltado, asustado, con los ojos llenos de lágrimas a punto de escapar
Era la segunda vez que Julián se enfermaba en un mes, y la segunda ocasión que despertaba por una pesadilla en menos de 24 horas.
_ Mauricio no está aquí_ dijo Florencia acercándose a la cama del niño
Colocó su mano sobre la frente del infante, al parecer la fiebre había disminuido, pero ahora una gota resbalaba por su mejilla
_ ¿Qué soñaste?_ preguntó sentándose al borde de la cama
Casi de forma automática, Julián se recargó en ella, como buscando que lo rodeara con los brazos, y así lo hizo. El niño temblaba y se veía pálido.
_ Que me subían a un avión y me llevaba muy lejos, y no volvía a ver ni a Mau ni a los chicos_  respondió agitado
Ella no pudo evitar recordar aquella vez que pago a una pareja para fingir que lo adoptarían. Él estuvo a punto de terminar en España, de no haber sido por Mauricio, quizá estuviera allá.
Era innegable que entre ese niño y Mauricio Fernández existía un lazo muy fuerte, incluso Julián dormía cada noche abrazando el osito de peluche que el gerente del hotel le había regalado. En momento así, cuando lo veía tan necesitado de su anterior tutor, incluso creía estar arrepentida de adoptarlo, hasta que recordaba que era lo único que la unía a Mauricio.
_ Vístete,  irás conmigo al trabajo_ le indicó para después salir de la habitación.

La profesora de algebra escribía ecuaciones en el pizarrón, mientras que sus alumnos las copiaban en sus cuadernos. Era la segunda hora de clases, por lo que la mayoría de los estudiantes permanecían ligeramente tranquilos; casi siempre despertaban por completo después de la tercera hora.
_ ¡Hey, callejerito!_ susurró Fernando procurando que la profesora no lo escuchara.
Arturo se sentaba en la fila de su derecha, un asiento más adelante que él.
_ Te estoy hablando huerfanucho_ insistió al ver que no respondía, esta vez, vio como el lápiz de Arturo se detenía al escuchar su voz, pero no volteó a verlo
_ ¿Acaso no me oyes ladrón de alcantarilla?_ le lanzó una hoja de su libreta convertida en una esfera de papel que golpeo de lleno contra su nuca
_ ¡Deja de molestar!_ volteó al fin
Tenía la cara enrojecida y el ceño fruncido. Estaba agotando su paciencia.
Si algo le había quedado claro desde el primer día de clases, era que Arturo era mucho más agresivo y mucho menos tolerante que el curso pasado, solo debía llegar a su límite.
_ ¿Qué pasa, mugroso?, ¿Te molesta que yo puedo besar a Candela y tú no?_ continuó provocándolo _ ¿Sabes porque?_
Arturo tenía ya su mano cerrada en un puño, apretaba tan fuerte que parecía que su lápiz se rompería por la mitad.
_ Porque yo tengo una familia, tengo una casa y ningún antecedente penal… No como tú_
El chico soltó el lápiz y apretó aún más los puños
_ Pero sobretodo, Cande me eligió a mí, porque soy valioso… tú vales tan poco que hasta tu madre te abandono_
Eso era todo.
Arturo se levantó de su lugar y sin importarle nada, avanzó hacía él.
_ Te voy a dejar sin dientes, idiota_ dijo y acto seguido le dio el mayor puñetazo de la historia, justo en el ojo.
Entonces la profesora; al escuchar el revuelo de sus alumnos; volteo a ver qué ocurría, en el momento exacto que el chico se preparaba para dar su segundo golpe. Lo detuvo al instante, sosteniéndolo del brazo, levantó a Fernando también y salió llevándose consigo a los dos adolescentes.

Rodrigo De la Cruz era el mayor de los misterios en el hotel. Un hombre del cual no se sabía nada, la única información de la que disponían los miembros del Royal era que “Rod” era el nuevo protegido del señor Palacios. Y no era que tuviera conflicto con que su protector, tuviera un nuevo pupilo, pero Mauricio no terminaba de confiar del todo en él.
_ ¿Cómo le fue con la inspección del trabajador social?_ preguntó Rodrigo colocándose frente al escritorio del señor Fernández
_ Bien, aunque falta la inspección en el colegio_ respondió preocupado
_Seguramente que todo irá bien_ le dio una palmada en la espalda

Fernando tenía el ojo morado y la nariz adolorida, pero valía la pena por haber conseguido su objetivo: Arturo se encontraba en la oficina de la directora. Y lo mejor de todo, era que el trabajador social también se encontraba ahí.
_ Ya puede retirarse señor Echeverría_ índico la directora
El adolescente se retiró mostrándose amable frente a sus superiores
_ ¿Me permite hablar con el joven Méndez?_ pregunto Bruno a la encargada de dirigir el colegio
Ella asintió y los dejó solos




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