sábado, 19 de diciembre de 2015

Capítulo 100: EL BAILE

Hasta ese momento todo iba bien, el sudor de sus manos había disminuido, la falsa cita parecía completamente autentica. Entonces se abrió la puerta de la habitación, fue ahí cuando todo empezó a salir mal.
Candela no solo se veía bien, sino que lucía hermosa. Llevaba puesto un vestido largo de color rojo, sin mangas, que dejaba sus brazos y hombros al descubierto, la tela caía  con largos pliegues que adornaban y resaltaban su figura, usaba unas zapatillas doradas que la hacían ver más alta, incluso algunos centímetros más que Arturo. Su cabello castaño estaba completamente recogido, salvo por un pequeño mechón que formando un rizo, caía delicadamente por su rostro, llevaba una muy ligera capa de maquillaje, apenas un poco de rubor, sombras y brillo labial en un tono entre rojizo y rosado. El quinceañero quedó atónito al verla, sintió que el corazón le empezaba a latir diez veces más rápido de lo normal y su cerebro funcionaba diez veces más lento.
_ ¿Nos vamos?_ preguntó extendiendo su mano hacia el muchacho
_ S…S… Si_ tartamudeó Arturo tomando su delicada mano con una torpeza que considera imposible de ocultar _ Con permiso señor Ochoa_ se despidió mientras chocaba de lleno contra la puerta intentando seguir a Candela.
_ Te ves guapísima_ comentó una vez que entraron en el ascensor
_  ¿Crees que a Fer le guste?_
Ese fue el duro golpe que lo devolvió al mundo real, donde era solo el amigo de aquella belleza que se encontraba a su lado, donde hacía de cómplice para que ella viera a su novio, donde solo era un cobarde que no se animaba a besarla de una buena vez y decirle lo que sentía por ella. ¿Pero cómo iba a hacerlo? No tenía experiencia alguna con las chicas, ni siquiera había sido capaz aun de dar su primer beso. Bajó del elevador y atravesó el lobby sin dejar de mirarla, aun cuando los sillones, mesa e incluso huéspedes se interponían en su camino haciéndolo tropezar. Cuando salió del hotel se dijo a si mismo que no podía seguir así, y se convenció que cuando viera a Susana quedaría aún más impresionado.

Oscar estaba ya desesperado, llevaba casi media hora esperando en la sala, por si fuera poco debía esperar junto a los Lagos. Leonardo no dejaba de tamborilear con las manos sobre el pantalón de su costoso traje italiano, mientras Ezequiel ajustaba y desajustaba su corbata una y otra vez, quizá intentando elegir entre formalidad y comodidad. Al fin la puerta de las chicas se abrió, Malena salió haciendo gala de su largo vestido verde esmeralda con espalda descubierta y sus zapatillas doradas junto a su cabello negro que esa noche formaba largas y delicadas ondas.
_ Lo siento chicos, pero Emi se niega a salir_ explicó
_ Dale Emi, no tenemos todo el día y quedamos con los chicos a las siete_ exclamó Ezequiel desde la sala
_ Por primera vez concuerdo contigo_ dijo Oscar _ ¡Llevamos siglos esperándote!_
_ Pueden ir sin mí, ¡No pienso salir así!_ exclamó Emilia desde su habitación
_ Yo voy por ella_ intervino Lucia desesperada de no poder entrar a su habitación
Dos minutos más tarde la niña llevaba a rastras a su amiga, cuando la vieron salir, con su vestido de coctel en tonos azul y verde, con unas zapatillas color plata y el cabello arreglado con las tenazas y un ligero broche en el costado izquierdo, todos quedaron boquiabiertos. Jamás la habían visto así, con las pestañas cubiertas de rímel y brillo en los labios, se veía tan distinta a la Emi que jugaba futbol con unos desgastados tenis en el jardín del hotel.
_ ¡Wow!, Te ves hermosa_ dijo Mauricio _ Más vale que ningún chico se te acerque  esta noche_
_ Pareces una mujer_ comentó Martin sorprendido
_ ¡Soy una mujer!_ respondió ofendida _ Una mujer que se siente ridícula así_ 
_ Te ves muy guapa, aunque eres mi hermana y si te lo dijera sería extraño_ 
_ Yo digo que te ves muy bien_ dijo Leo, animándola para así poder irse _ ¿No lo crees hermanito?_
Pero Ezequiel no respondió, estaba completamente boquiabierto. Había pasado tantas horas en las últimas semanas hablando con Emi sobre música y futbol, bromeando con ella y charlando tan abiertamente que en realidad había olvidado que era una chica, verla así lo había dejado sin palabras.
_ Te ves increíble_ respondió al fin
Oscar no pudo evitar dedicarle una mirada de odio cuando halagó a su hermana, cada vez lo detestaba más.

Llegar al baile acompañado por Susana aun le resultaba extraño, se veía guapa y eso no era posible negarlo de ninguna forma, lo sabía, ella también lo sabía, y de hecho, todos los chicos presentes lo habían notado. Todas las miradas estaban en ella, era probablemente la chica más linda de su generación y ni siquiera le importaba. Entraron juntos al auditorio, que estaba decorado en tonos blanco, negro y dorado, el tema del baile se basaba en las famosas películas de espionaje de James Bond; quizá la única afición que compartían Leonardo y Arturo. Por eso era un evento elegante, pero también estaba lleno de sorpresas.
Empezaron con música electrónica, que animaba a todos a entrar en la pista de baile, varios grupitos empezaron a saltar y danzar, tras escuchar las primeras cuatro canciones, todos los estudiantes se encontraban ya en la pista. Entonces la música se detuvo, las luces se apagaron y hubo unos segundos de desconcierto, entonces las luces volvieron a encenderse y cuatro chicos vestidos de traje aparecieron en el centro de la pista, rodeando a Leo, actuaron una escena del famoso agente secreto enfrentándose a sus enemigos, lanzando golpes y patadas para defenderse y al final, se acercó a Sara, la atrajo hacia él tirando de su cintura y después le plantó un beso. La audiencia aplaudió y acto seguido una banda de chicos de segundo año subió a tocar canciones populares en el escenario.
Una canción tras otra, los adolescentes disfrutaron bailando y charlando, después llego la segunda sorpresa: Arturo anunció que había un objeto escondido dentro del gimnasio y quien lograra encontrarlo, ganaría un premio, señaló como única pista la silueta del agente 007 que colgaba en una manta desde el techo.
Al instante los estudiantes empezaron a revisar cada uno de los rincones del gimnasio, todos excepto Oscar, quien se quedó observando con detenimiento la imagen, había algo extraño en ella, el zapato de aquel agente británico se veía de tono más obscuro que el resto de la silueta. Estiró los brazos y paso los dedos por la manta, notó un ligero relieve y empezó a rasgar con sus uñas, el zapato entero era una calcomanía, la despego con cuidado para no romperla, cuando al fin la tuvo y vio en ella impresa la imagen del escudo escolar supo que había ganado.
_ ¡Lo encontré!_ gritó el chico dirigiéndose a Arturo
_ Buen trabajo Os_ anunció el quinceañero como un buen anfitrión _ Te has ganado una fantástica cena para dos en el fabuloso restaurante del hotel Royal_ anunció entre risas, era tan irónico que justo él que trabajaba cocinando en el restaurante hubiese ganado _ Y ahora, lo que todos los enamorados han estado esperando_ dijo el muchacho _ El momento de bajar a un ritmo lento_
La música cambio por completo, dejando el estilo de rock pop atrás para pasar a un suave vals, pronto las parejas comenzaron a reunirse al centro de la pista, primero de forma tímida, como negándose a admitir sus sentimientos, después como si supieran que esa oportunidad solo ocurrida una vez en todo el ciclo escolar, se animaban a pasar.

Susana animó a Arturo a bailar juntos, y así lo hicieron,  uno junto al otro, moviéndose al  suave compás de la música y aunque la pasaba bien con ella, cuando cerró los ojos para deleitarse con el sonido de la pista, un recuerdo llegó a su mente: él y Candela bailando juntos  en su cumpleaños. Abrió los ojos, buscando esa mirada que tanto le gustaba, pero no pudo verla, en su lugar estaba Susana recargada en su pecho, entonces la vio, al otro lado de la pista abrazando a Fernando. Lo supo en ese momento, la resignación no era una opción para él, estaba enamorado y decidió que ese verano se dedicaría a conquistar a Candela.

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