lunes, 14 de diciembre de 2015

Capítulo 98: PUESTA DE SOL

_ ¿Y porque murió Mónica?_ cuestionó Lucy
_ Para que formáramos una familia_ respondió Mauricio _ Ustedes llegaron a cambiarme la vida, y no saben cuánto me alegra que pasara_
Julián no lo dudó ni un segundo, corrió a abrazar a su futuro padre, después Lucia y Tincho hicieron lo mismo, seguidos por Sara, Paula y los mellizos, incluso Benja; quien estaba viviendo en la habitación 2 15 temporalmente; se unió al abrazo familiar, y finalmente Arturo lo abrazó también, aceptando así que eran oficialmente una familia.

Ciento veinticinco pasos contó el joven príncipe, la distancia que existía entre el Royal y la nueva casa de Kía, no era mucho en realidad, pero extrañaría encontrársela en el mismo ascensor donde se convirtieron en novios, o verla leyendo en el lobby, o ir juntos del estacionamiento al salón Joya antes de un ensayo de la banda. Se detuvieron frente al pórtico, era una casa de dos plantas, con techo a dos aguas, pequeña pero espaciosa, con un bello jardín al frente, ellos iban juntos, tomados de la mano, mientras que los padres de Kía iban adelante.
_ Creo que hoy debo estar aquí_ comentó la chica _ Mañana iré a visitarlos al hotel_ dijo abrazando a su novio
_ ¡Hey, ustedes dos!_ gritó el padre de Kía desde la entrada, los dos jóvenes se separaron, pensando que su gesto amoroso había enfadado al señor Vélez _ ¿Acaso no piensan ayudarnos a pintar el ático?_
_ Claro que sí señor_ respondió el príncipe al ver que en la familia de su novia lo incluía en sus actividades.

Arturo tenía el balón en las manos, listo para encestar, solo le quedaban treinta segundos para llevar a su equipo a la victoria, se plantó firme y levantó los brazos, dejando escapar el balón directo hacia la canasta de sus oponentes, la bola naranja dio dos vueltas al aro, paseándose burlona ante la incertidumbre de los espectadores y después, entró finalmente acompañada por el silbatazo final.  Los jaguares eran los campeones. Su equipo enteró lo levantó en hombros y vitoreaban su nombre, quizá no era el líder, pero si el mejor jugador que la secundaria había tenido en años.
_ Felicidades campeón_ le dijo Mau una vez que fue a reunirse con ellos
_ ¡Fue un juego increíble!_ exclamó Emi
A pesar de estar feliz de ganar el campeonato, el quinceañero solo podía pensar en una cosa: Candela besando a Fernando en medio de la cancha. Fernando también era su compañero de equipo, y la victoria también era suya, solo que él celebraba junto a Cande. Sintió ganas de arremeter a golpes contra aquel chico, y robarle un beso a su amada, pero eso sería tonto y desesperado, además había prometido olvidar todo ese asunto del romance con ella.
_ Ve más allá_ le comentó Mauricio haciéndolo volver al momento, le señaló en dirección al resto de su equipo, ahí, Susana, su cita para el baile lo buscaba.
Finalmente la chica logró verlo, avanzó de prisa hacia él, con una sonrisa de oreja a oreja, le dio un abrazo felicitándolo por su victoria.
_ Los chicos irán a celebrar a la pizzería, tu hiciste la anotación final, sería injusto que no fueras_ dijo Susana
_ Ve con ellos, después volveremos a celebrar en casa_ le indicó Mau
El quinceañero asistió, su tutor tenía razón, no tenía por qué enfrascarse en una complicada historia que lo hacía sufrir, debía conocer más, y tal vez encontraría un amor que fuera correspondido.

La pintura naranja estaba en todas partes, en el periódico que habían esparcido para proteger el suelo, en las brochas, en la mejilla de Chaim, en el cabello castaño de Kía, en los zapatos del señor Vélez, y el mandil de su esposa, pero también se encontraba en las paredes y el techo inclinado, su trabajo estaba terminado.
_ Iremos por un vaso de limonada, no tardamos chicos_ indicó el señor Vélez a su hija y al príncipe.
El ático era una habitación pequeña, en la parte más alta, Chaim apenas cabía de pie, después el techo se inclinaba más y más, hasta que rozaba con una ventana que se encontraba apenas cinco centímetros arriba del piso. El príncipe y Kía se sentaron con las pernas cruzadas frente a la ventana, que dejaba ver el más hermoso atardecer que habían visto,  el cielo se pintaba de tonos rosados, naranjas, amarillos y azules, el sol, imponente y rojizo se empezaba a ocultar detrás de las lejanas montañas, filtrando sus rayos en la recién pintada habitación. El ático reflejaba los colores del ocaso, intensificándolos, convirtiendo el lugar en un lugar mágico, un cuarto dorado, donde todo lo que podía haber eran sueños y amor. Sin decir una sola palabra, los dos jóvenes se miraron y se dieron el más romántico de los besos.

En el hotel Mauricio también observaba la puesta de sol desde su oficina, era una vista hermosa, y él había decido disfrutar el paisaje, relajarse y gozar de esos pequeños detalles, antes jamás lo hubiera hecho, pero gracias a los chicos había aprendido a ver la belleza de la vida. De pronto el sonido de la puerta al abrirse lo hizo dejar de observar esa maravilla natural, una de las primeras puestas de sol del verano.
_ Disculpe si lo interrumpí, necesito que firme estos documentos_ dijo Estrella entregándole un folder color beige
_ No me interrumpe_ respondió abriendo el sobre y empezó a revisar los papeles _ Observaba el ocaso_ comentó señalando con la mirada
_ Es hermoso_
_ Como tú. De hecho, te dedico esta puesta de sol_ sonrió acercándose a ella, le acarició la mejilla, buscando sus labios.
_ ¡Basta, usted está…
_ Enamorado, estoy enamorado de ti_ la interrumpió plantándole un beso.



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