_ ¿Y porque murió Mónica?_ cuestionó Lucy
_ Para que formáramos una familia_ respondió Mauricio _
Ustedes llegaron a cambiarme la vida, y no saben cuánto me alegra que pasara_
Julián no lo dudó ni un segundo, corrió a abrazar a su
futuro padre, después Lucia y Tincho hicieron lo mismo, seguidos por Sara,
Paula y los mellizos, incluso Benja; quien estaba viviendo en la habitación 2
15 temporalmente; se unió al abrazo familiar, y finalmente Arturo lo abrazó
también, aceptando así que eran oficialmente una familia.
Ciento veinticinco pasos contó el joven príncipe, la
distancia que existía entre el Royal y la nueva casa de Kía, no era mucho en
realidad, pero extrañaría encontrársela en el mismo ascensor donde se
convirtieron en novios, o verla leyendo en el lobby, o ir juntos del
estacionamiento al salón Joya antes de un ensayo de la banda. Se detuvieron
frente al pórtico, era una casa de dos plantas, con techo a dos aguas, pequeña
pero espaciosa, con un bello jardín al frente, ellos iban juntos, tomados de la
mano, mientras que los padres de Kía iban adelante.
_ Creo que hoy debo estar aquí_ comentó la chica _ Mañana
iré a visitarlos al hotel_ dijo abrazando a su novio
_ ¡Hey, ustedes dos!_ gritó el padre de Kía desde la
entrada, los dos jóvenes se separaron, pensando que su gesto amoroso había
enfadado al señor Vélez _ ¿Acaso no piensan ayudarnos a pintar el ático?_
_ Claro que sí señor_ respondió el príncipe al ver que en
la familia de su novia lo incluía en sus actividades.
Arturo tenía el balón en las manos, listo para encestar,
solo le quedaban treinta segundos para llevar a su equipo a la victoria, se
plantó firme y levantó los brazos, dejando escapar el balón directo hacia la
canasta de sus oponentes, la bola naranja dio dos vueltas al aro, paseándose
burlona ante la incertidumbre de los espectadores y después, entró finalmente
acompañada por el silbatazo final. Los
jaguares eran los campeones. Su equipo enteró lo levantó en hombros y
vitoreaban su nombre, quizá no era el líder, pero si el mejor jugador que la
secundaria había tenido en años.
_ Felicidades campeón_ le dijo Mau una vez que fue a
reunirse con ellos
_ ¡Fue un juego increíble!_ exclamó Emi
A pesar de estar feliz de ganar el campeonato, el
quinceañero solo podía pensar en una cosa: Candela besando a Fernando en medio
de la cancha. Fernando también era su compañero de equipo, y la victoria
también era suya, solo que él celebraba junto a Cande. Sintió ganas de arremeter
a golpes contra aquel chico, y robarle un beso a su amada, pero eso sería tonto
y desesperado, además había prometido olvidar todo ese asunto del romance con
ella.
_ Ve más allá_ le comentó Mauricio haciéndolo volver al
momento, le señaló en dirección al resto de su equipo, ahí, Susana, su cita
para el baile lo buscaba.
Finalmente la chica logró verlo, avanzó de prisa hacia
él, con una sonrisa de oreja a oreja, le dio un abrazo felicitándolo por su
victoria.
_ Los chicos irán a celebrar a la pizzería, tu hiciste la
anotación final, sería injusto que no fueras_ dijo Susana
_ Ve con ellos, después volveremos a celebrar en casa_ le
indicó Mau
El quinceañero asistió, su tutor tenía razón, no tenía
por qué enfrascarse en una complicada historia que lo hacía sufrir, debía conocer
más, y tal vez encontraría un amor que fuera correspondido.
La pintura naranja estaba en todas partes, en el
periódico que habían esparcido para proteger el suelo, en las brochas, en la
mejilla de Chaim, en el cabello castaño de Kía, en los zapatos del señor Vélez,
y el mandil de su esposa, pero también se encontraba en las paredes y el techo
inclinado, su trabajo estaba terminado.
_ Iremos por un vaso de limonada, no tardamos chicos_
indicó el señor Vélez a su hija y al príncipe.
El ático era una habitación pequeña, en la parte más
alta, Chaim apenas cabía de pie, después el techo se inclinaba más y más, hasta
que rozaba con una ventana que se encontraba apenas cinco centímetros arriba
del piso. El príncipe y Kía se sentaron con las pernas cruzadas frente a la
ventana, que dejaba ver el más hermoso atardecer que habían visto, el cielo se pintaba de tonos rosados,
naranjas, amarillos y azules, el sol, imponente y rojizo se empezaba a ocultar
detrás de las lejanas montañas, filtrando sus rayos en la recién pintada
habitación. El ático reflejaba los colores del ocaso, intensificándolos,
convirtiendo el lugar en un lugar mágico, un cuarto dorado, donde todo lo que
podía haber eran sueños y amor. Sin decir una sola palabra, los dos jóvenes se
miraron y se dieron el más romántico de los besos.
En el hotel Mauricio también observaba la puesta de sol
desde su oficina, era una vista hermosa, y él había decido disfrutar el
paisaje, relajarse y gozar de esos pequeños detalles, antes jamás lo hubiera
hecho, pero gracias a los chicos había aprendido a ver la belleza de la vida.
De pronto el sonido de la puerta al abrirse lo hizo dejar de observar esa
maravilla natural, una de las primeras puestas de sol del verano.
_ Disculpe si lo interrumpí, necesito que firme estos
documentos_ dijo Estrella entregándole un folder color beige
_ No me interrumpe_ respondió abriendo el sobre y empezó
a revisar los papeles _ Observaba el ocaso_ comentó señalando con la mirada
_ Es hermoso_
_ Como tú. De hecho, te dedico esta puesta de sol_ sonrió
acercándose a ella, le acarició la mejilla, buscando sus labios.
_ ¡Basta, usted está…
_ Enamorado, estoy enamorado de ti_ la interrumpió
plantándole un beso.
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