miércoles, 16 de diciembre de 2015

Capítulo 99:RESIGNACIÓN

_ Es hermoso_
_ Como tú. De hecho, te dedico esta puesta de sol_ sonrió acercándose a ella, le acarició la mejilla, buscando sus labios.
_ ¡Basta, usted está…
_ Enamorado, estoy enamorado de ti_ la interrumpió plantándole un beso.
Estrella le respondió dándole una bofetada, no estaba dispuesta a ser la segunda mujer en la vida del gerente. Estaba enfadada, también sentía la magia de aquel beso, pero su enojo era tal que logró enterrarla por completo.
_ Dedíquele atardeceres a su novia, y róbele besos a ella, ¡A mí no!_ gritó enojada, después dio media vuelta y salió dando un portazo.

Mauricio debía hacerse a la idea de vivir sin Estrella, aunque no era nada fácil y a medida que avanzaban los días; y Flor se veía mas emocionada por la boda; él se sentía más desanimado por la idea de casarse. Cuando Florencia llegó el jueves por la noche dando brincos de felicidad por al fin haber encontrado el vestido perfecto, sintió que estaba tomando la decisión equivocada, aunque también cabía la posibilidad de que fuera solo miedo, después de todo, durante la mayor parte de su vida había sido un mujeriego y ahora se convertía lentamente en un hombre de familia.  Se tranquilizó a si mismo con esa explicación y se armó de valor para seguir adelante, en especial cuando vio a Flor jugando con los más pequeños en el jardín del hotel, todo estaba tomando su lugar… ojala eso lo hiciera sentir más a gusto con la idea de la boda.
Esa misma noche cenaron todos juntos en casa de su prometida, iban al menos una vez por semana y en ocasiones los más pequeños se quedaban a dormir ahí, ya no le costaba convencer a los chicos para ir; salvo a Martin, quien seguía llamándola “bruja”; tampoco discutía con ella por tener que cuidar a sus pupilos, ¿Qué más podía pedir?
_ Al fin termine de enviar las invitaciones_ comentó Flor con gran emoción _ ¡No puedo creer que falten solo dos semanas para nuestra boda!_ exclamó
Dos semanas. Más que sonar como una promesa, para Mauricio parecía ser una sentencia, dos semanas de ser soltero, sintió que una parte de él se estaba perdiendo y no sabía cómo recuperarla.
_ Mau, no olvides contratar al fotógrafo_
_ No, descuida, lo llamare mañana_ respondió sin muchos ánimos.
Dos semanas, dos semanas, lo repetía una y otra vez en su mente, se lo repitió tantas veces que parecía haberse quedado grabado por siempre en su memoria. Terminaron de cenar, los chicos fueron a la sala a ver una película, mientras él y Flor hablaban en la cocina. Ella no dejaba de parlotear sobre los detalles de la boda, la disposición de las mesas, la comida, la música, lo estaba mareando con tantas palabras, entonces para callarla, la besó. La besó de forma apasionada, atrapándola entre sus brazos, absorbiendo su aliento, buscando lo que le faltaba, la besó por un largo rato, pero no sintió nada especial.
_ Te amo_ suspiró Florencia
Él sonrió con dificultad y articulo un helado “Yo también”.

Julián despertó de pronto, estaba obscuro y le llevó un rato darse cuenta donde se encontraba, seguía en el apartamento de Flor, seguramente se había quedado dormido y Flor había sugerido que se quedara ahí. De hecho en las últimas semanas durmió en ese lugar un par de veces, y no estaba mal; Flor preparaba buenos desayunos y pronto seria su nueva mamá. Escuchó ruido en la cocina, así que se puso de pie y fue a averiguar que ocurría.
Ahí se encontraba Florencia tomando una taza de té, se veía pensativa, observaba por la ventana, él se acercó despacio, tratando de no hacer ruido, pero tropezó con una de las sillas.
_ ¡Enano!, ¿Qué haces despierto?_ preguntó Flor volteando a ver al pequeño
_ Escuché ruido y vine a ver qué pasaba, ¿Estas bien?_  se acercó despacio a ella
_ Sí. Ahora deberíamos ir a dormir_
El niño la abrazó sin previo aviso, con todas sus fuerzas.
_ Gracias por todo_ susurró Julián _ Serás una mamá grandiosa_
Flor permaneció inmóvil durante algunos segundos, después correspondió el abrazo del pequeño con cierta timidez.
_ ¿Quieres una taza de chocolate?_
_ Si, y unas galletas_ sonrió Julián
Regresaron a la sala, con una taza de chocolate cada uno y un par de galletas. Florencia sentía curiosidad por ese niño, muchas veces se había preguntado sobre su origen, dado que le recordaba a alguien; aunque era incapaz de recordar a quien. Notó el dije que colgaba del cuello del pequeño, tenía forma de corazón y unas letras grabadas, parecía ser de plata, al igual que la cadena, la cual era demasiado larga para un niño de seis años.
_ ¿Puedo verla?_ preguntó alargando la mano para tomar el dije, lo examinó detenidamente _ Julián. A_ leyó la inscripción  _ ¿Qué significa la A?_
El pequeño se encogió de hombros, bajo la mirada, clavándola en el piso de la habitación, era claro que el tema le incomodaba. Casi sin darse cuenta Flor abrazó al niño y le dio un beso en la frente. Permaneció rodeándolo con los brazos hasta que Julián se quedó profundamente dormido. ¿Acaso se estaba encariñando de él? No, eso no era posible. Se puso de pie y fue a su cuarto a terminar los últimos detalles de su plan.

A la mañana siguiente los chicos despertaron con muy buenos ánimos, esa noche seria el baile de secundaria, sin mencionar que  era su último día de clases, el final de su curso y para Arturo significaba su último día como alumno de secundaria. Aunque el hecho de que las clases terminaran no le emocionaba tanto como el baile que habían planeado con tanto esmero, pero estaría más feliz de no ser porque debía pasar por Candela a su suite y fingir frente al señor Ochoa que era la cita de su hija, para después dejarla con el insoportable de Fernando.
Cuando terminaron de desayunar, Arturo espero a que todos salieran para hablar un momento a solas con su tutor, quien curiosamente ahora era su principal confidente.
_ ¿Algún consejo para esta noche?_ preguntó el quinceañero
_ Diviértete_ respondió Mau, después entró al cuarto de los varones y volvió con un elegante traje negro en un gancho _ Puedes usar esto, sé que no es mucho, pero apuesto que es mejor que ir con tu uniforme de mesero_ dijo _ Era mío cuando tenía tu edad_
Arturo sonrió, era tan extraño que se llevara tan bien con aquel molesto gerente con quien había tenido infinidad de enfrentamientos a lo largo de los últimos cuatro meses.
_ Gracias, eso ayudará bastante_ comentó _ Pero, ¿Qué hago con Cande?... ¿Cómo resistes tú estar con Flor estando enamorado de Estrella?_
_ No estoy enamorado de Estrella_ exclamó a la defensiva _ Y sobre Cande, no te hagas lio con ella, tan solo disfruta esta noche_ concluyó

Unas horas más tarde el chico se encontraba ya con su traje puesto y el cabello engominado, se había puesto la loción de Mauricio, por lo que desprendía un aroma amaderado y fresco a la vez, muy varonil. Llevaba una rosa roja en la mano derecha, y la izquierda guardad en la bolsa del pantalón. Había salido de la suite antes que sus amigos, pues debía pasar por Candela y después de dejarla con su insufrible novio, debía apresurarse para ir por Susana y estar a tiempo en la escuela. A pesar de que lo que estaba a punto de hacer era una completa farsa, se sentía nervioso, su mano tembló cuando tocó al timbre.
El señor Ochoa abrió la puerta y lo examinó, al parecer le daba su aprobación, pues lo saludo con gran cortesía y lo invitó a pasar, desde aquella noche que contó su historia a aquel hombre, jamás había vuelto a pisar el interior de la habitación 2 20. Charló un poco con el padre de Candela, quien era un gran aficionado al baloncesto, de modo que su conversación se basaba en las tablas de posiciones de los equipos, y el torneo escolar que los Jaguares habían ganado. Hasta ese momento todo iba bien, el sudor de sus manos había disminuido, la falsa cita parecía completamente autentica. Entonces se abrió la puerta de la habitación, fue ahí cuando todo empezó a salir mal.




No hay comentarios:

Publicar un comentario