sábado, 12 de diciembre de 2015

Capítulo 97:cicatrices

Mauricio giro nuevamente la hoja, como si con eso pudiera cambiar su contenido, pero era inútil, no importaba si la veía de lado o al revés, seguía teniendo el mismo efecto caótico, seguía sintiendo que algo no encajaba, que la vida no debía tomar ese rumbo, pero sobretodo que no debía perderla. Esa era la carta de renuncia de Estrella y esta vez era una decisión definitiva. Una lagrima resbalo por su mejilla, la extrañaría, pero no podía ser tan egoísta para pedirle que se quedara. ¿Por qué había tenido que pedirle matrimonio a Flor?, peor aún, ¿Por qué sentía que no podía dejarla ahora?, ¿Solo porque parecía haber cambiado? Fuera como fuera, quizá era mejor así.

El viernes, después de clases Kía volvió temprano al hotel, era su último día ahí, puesto que al día siguiente se mudaría a su nueva casa. Chaim la ayudaba a empacar la última caja con sus pertenencias más personales, los dos sabían que la mudanza era algo realmente sin importancia, pues Kía seguiría en la escuela y probablemente trabajaría en el hotel durante el verano.
Una vez que estuvo todo empacado, la chica se dejó caer sobre la cama, sentándose en el borde, el joven príncipe permaneció de pie frente a ella, sin saber si debía despedirse o no, su novia parecía un poco afligida, entonces se agachó para quedar frente a frente con ella.
_ ¿Qué ocurre amor?, ¿Estas bien?_ pregunto Chaim
_ Si, solo recordaba todo lo que he tenido que pasar para al fin vivir en una casa con mis padres_ respondió Kía
El príncipe se dio cuenta entonces que no conocía la historia de su novia, todo lo que encerraba su pasado, esos misterios ocultos de su vida y sintió una enorme curiosidad por saber todo acerca de ella.
_ ¿Quisieras contarme?_
La historia de Kía comenzaba cuando ella tenía apenas tres años, jugaba en el parque con su hermana mayor, de entonces 13 años, sus padres compraban helados para ellas, entre tanto las niñas discutían porque Kía quería jugar mientras su hermana intentaba impresionar al chico que le atraía. Enojada, su hermana mayor, lanzó la pequeña muñeca de Kía lo más lejos que pudo, para quedar a solas con el muchacho, cuando sus padres regresaron preguntaron por la pequeña, ella ya no estaba. La buscaron por todos lados, pero jamás la hallaron.
Kía fue robada por una banda de traficantes de niños, viajó kilómetros y kilómetros junto a tres pequeños más, que también habían sido alejados de sus familias. Habían perdido todo, únicamente les dejaron conservar una cosa: su nombre de pila. Un par de días más tarde una pareja de extranjeros que residían en el país hacia unos años, no tenían hijos y deseaban una. Se llevaron a la niña castaña a cambio de un fajo de billetes, la llevaron a una casa enorme y lujosa, pero la paternidad no resulto como esperaban, cuidar a una pequeña de tres años era cansado, complicado y necesitaba mucha dedicación.

Al final se cansaron de ella, y la regalaron a su mucama, que parecía ser la única que abogaba por la niña que sería enviada a un orfanato si nadie se ofrecía a cuidarla. Entonces se mudó junto a una familia de cuatro hijos, donde creció pensando que era más de los hermanos, así fue hasta que su madre adoptiva fue despedida y se desató una discusión en su hogar, accidentalmente escuchó sobre la falta de dinero en la familia y la necedad de su madre por mantener una boca extra que no tenía su misma sangre.  Tras esa decepción, decidió huir para no causar más problemas a la única familia que conocía. 
 Vivió en las calles por un par de años, yendo y viniendo, trabajando para poder sobrevivir, junto a un grupo de chicos de los que se hizo amiga, incluso vivió su primer amor con uno de ellos: Santiago. Una tarde la policía los encontró robando en un supermercado, fueron separados y enviados a distintas casas hogares. Así llegó al hogar del señor Garcés, donde conoció a los chicos. Para ese momento la vida le había dado tantos golpes que había aprendido a defenderse.
Y así lo hizo, con ella y Mónica al frente, inicio la revolución en el hogar,  y también la búsqueda de sus padres, hasta que los encontró a los 15 años, desde entonces vivía con ellos.
Cuando terminó de contar su historia, Kía estaba llorando, recordar cada momento la había dejado sensible.
_ Eres hermosa_ le dijo Chaim limpiando una de sus lágrimas con el pulgar
_ Lo dices sólo para animarme_
_ No, eres hermosa por todo lo que has vivido, por todo lo que eres. Te amo_ respondió y después le dio un beso.

Despertó una vez más en medio de la noche, con un grito ahogado y las manos temblorosas, era la tercera ocasión esa semana que el terrorífico recuerdo se hacía presente en sus sueños. Las lágrimas escurrían por su rostro y podía sentir el latido acelerado de su corazón, miró a su alrededor, todos dormían. Se levantó, procurando no hacer ruido, y salió de la habitación, en la sala Mauricio dormía sobre el sofá-cama, el niño se introdujo debajo de las cobijas, procurando no despertar a su tutor.
_ Tincho, ¿estás bien?_  preguntó el gerente adormilado
_ ¿Puedo dormir contigo?_
Mauricio no dijo nada, simplemente se limitó a hacerle espacio al pequeño para que se acostara. Para ese momento ya estaba acostumbrado, las pesadillas de Martin eran constantes y él trataba de apaciguar los miedos del niño.
_ Tranquilo, fue solo una pesadilla_ dijo besando la frente de Mar
_ Ojala que así fuera_ respondió el niño mientras un recuerdo fugaz de aquella noche cruzaba su mente.
_ Duérmete, todo estará bien_ concluyó Mau cerrando los ojos nuevamente.
Cuando despertó a la mañana siguiente, el niño ya estaba despierto, de pie junto a la ventana, callado contemplando el paisaje. La noche se había ido, también las pesadillas, pero el recuerdo seguía ahí, apretándole el corazón. Una lágrima amenazaba por salir de sus ojos, entonces Mauricio lo abrazó sin decirle nada. Martin rompió en llanto, empapando la fina pijama azul marino de su tutor, desde aquella mañana en el hospital no había tenido oportunidad de llorar la muerte de Mónica, y era justo en ese momento que podía desahogarse. Se aferró a Mauricio, como si temiera que el fuera a desaparecer en cualquier momento y lloró del mismo modo que hacia cuando era más pequeño y su padre le  decía que si seguía portándose mal no lo llevaría a su siguiente viaje.
 Ninguno de los dos supo cuánto tiempo permanecieron abrazados, pero cuando al fin las lágrimas del niño dejaron de fluir, los dos se sentían más tranquilos y también más unidos.
_ Gracias Mau, gracias por todo_ dijo el pequeño
Mauricio le dio un beso en medio de su alborotado cabello negro, y lo abrazó con más fuerza.
_ Sabes que siempre podrás contar conmigo_
Al tiempo que terminaba de pronunciar estas palabras, el resto de los chicos salió de sus habitaciones, topándose con una escena que meses atrás jamás hubiesen siquiera imaginado que fuera posible: Mauricio consolando a Martin con un gran abrazo.
_ ¿Están bien?_ intervino Arturo preocupado por el estado de su pequeño amigo
_ Si_ respondió Martin _ Aunque me pregunto, ¿Por qué tuvo que pasarnos todo esto a nosotros?_ dijo observando fijamente a su tutor
Mauricio se acercó a Julián, quien llevaba entre las manos al osito que él le había regalado, extendió su mano, indicándole que se lo prestara, el niño accedió.
_ Observen a Beto_ les pidió
El osito estaba lleno de costuras, algunas ocultas, otras no tanto, también lucía un parche en mitad del estómago, era un cuadro de tela blanca con diminutos puntos negros, además tenía la punta de la nariz despostillada.
_ En una ocasión me peleé con Memo, así que decidí irme de su casa, el me siguió para que hiciéramos las paces, yo llevaba a Beto conmigo, y él me lo arrebató para que me quedara. Discutimos y lo jalamos para quedarnos con él, al final a Beto se le descosió un brazo, pero Memo y yo regresamos juntos a casa_ comenzó a contar _ Este parche del estómago es de cuando Eddy llegó a la familia, yo pensaba que con un nuevo hijo, los padres de Memo se olvidarían de mí, discutí con papá y le lancé el oso muy enojado, cayó sobre una de las puntas del enrejado de casa y se abrió, él hablo conmigo y logró calmarme, después mamá reparó a Beto_ 
_ No entiendo a qué quieres llegar_ comentó Paula
_ Lo que les quiero decir es que este osito de peluche es especial para mí por todos los recuerdos que me trae, y la mayor parte de ellos le costaron alguna cicatriz_ respondió _ Pero si no tuviera ninguna de ellas, no sería Beto, mi valioso juguete de la infancia, sino un peluche cualquiera_ continuó _ Lo mismo ocurre con ustedes, tienen varias cicatrices en el alma, pero son parte de su historia y sin ellas, ustedes no serían las personas que son ahora. Todo tiene una razón de ser_
_ ¿Y porque murió Mónica?_ cuestionó Lucy
_ Para que formáramos una familia_ respondió Mauricio _ Ustedes llegaron a cambiarme la vida, y no saben cuánto me alegra que pasara_
Julián no lo dudó ni un segundo, corrió a abrazar a su futuro padre, después Lucia y Tincho hicieron lo mismo, seguidos por Sara, Paula y los mellizos, incluso Benja; quien estaba viviendo en la habitación 2 15 temporalmente; se unió al abrazo familiar, y finalmente Arturo lo abrazó también, aceptando así que eran oficialmente una familia.


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