lunes, 21 de diciembre de 2015

Capítulo 101: SOMOS NOVIOS

Lo supo en ese momento, la resignación no era una opción para él, estaba enamorado y decidió que ese verano se dedicaría a conquistar a Candela.
Mientras tanto los mellizos y Ezequiel observaban el incómodo danzar de las parejas. Oscar no dejaba de pensar en Diana, en su primer beso y en cómo le gustaría que ella estuviera ahí, bailar con ella, volver a estar juntos. Una chica se acercó hasta él y le pidió que bailara con ella, era su compañera de clase y al menos por cortesía, no podía decirle que no. se puso de pie y fue con ella a la pista de baile.
Emi y Ezequiel quedaron solos, aunque en las últimas semanas habían convivido demasiado, por alguna razón que ninguno de los dos entendía, esa noche se sentían incomodos por estar juntos.
_ Es extraño solo mirar_ comentó Ezequiel_ ¿Quieres bailar?_
_ ¿Hablas en  serio?_
_ Si, para eso vinimos al baile, ¿No?_
Emi se encogió de hombros y se levantó de su asiento, bailaron juntos, con cierta torpeza, pues ninguno de los dos sabía cómo hacerlo.
_ No debería decir esto, pero me alegra que Kike se fuera_ dijo el menor de los Lagos observando detenidamente a Emilia
_ ¿Por qué?_ preguntó la chica extrañada
_ Porque si él siguiera aquí, tu y yo no nos hubiéramos hecho amigos_ respondió _ Me alegra que así fuera, eres grandiosa_
Emi abrazó al chico, no estaba segura de estar feliz por la partida de Enrique, pero si le alegraba que ella y Ezequiel se hubieran dado la oportunidad de conocerse mejor.

Florencia se encontraba en la habitación 2 15, esperando a que Mauricio regresara; había ido a recoger a los chicos al baile; mientras tanto ella veía la televisión y tomaba una taza de té, todo estaba en calma pues los más pequeños ya se habían dormido, solo Paula y Nicolás se encontraban aun despiertos charlando en la mesa del comedor. Martín salió de su cuarto para tomar un vaso con agua, pero hizo dos paradas en el camino: una para preguntarle a Nico que hacia aun ahí y otra más para llamarla “bruja”.
Esta vez no le importó el insulto del niño, pues pronto podría vengarse de él y de todos sus amigos; quienes habían convertido los últimos cuatro meses de su vida en un tormento; sólo una semana más y podría olvidarse de ellos para siempre.

Mientras tanto, en un restaurante no muy lejos del hotel, Franco y Alma cenaban juntos; a lo largo de las últimas semanas habían salido con frecuencia; la pasaban bien, habían encontrado en el otro una razón para sonreír, un apoyo y una nueva ilusión. Como en la mayoría de los lugares de trabajo, los rumores corrían rápido en el hotel, y todos sabían que estaban saliendo.
_ Hoy Mario, el jardinero me preguntó por nosotros_ comentó el sub gerente dando un sorbo a su bebida
_ ¿Por nosotros?_ cuestionó la enfermera con suspicacia
_ Todos en el hotel quieren saber que somos, Guille y Mau no paran de molestarme con el tema hace días_
_ Somos compañeros de trabajo, amigos_ Alma clavó la mirada en su ensalada, sabía que eran más que eso, pero ¿Cuál era la palabra correcta? _ Somos…
_ ¡Novios!_ exclamó Franco _ Alma, ¿Quieres ser mi novia?_
Alma se ruborizó cual quinceañera ante la propuesta de un loco adolescente, eran dos adultos recordando la sensación de un amor, sensación que creían olvidada. Franco se sentía tan nervioso como en su primera declaración de amor en su juventud, ella lo hacía rejuvenecer, volver a esa locura desenfrenada que solo el amor puede conseguir.
_ ¡Vamos, se mi novia!, ¡Soy un gran partido!_
Alma estalló en una carcajada como si fuera una colegiala, desde la muerte de su esposo no recordaba haber sido feliz en algún momento, pero ahora se sentía volar, en ese estado efervescente se puso de pie, caminó directo hacia Franco y le plantó un beso en los labios. Lo besó con pasión, olvidándose que eran dos adultos en medio de un restaurante elegante, sintiéndose dos adolescentes en el parque, volvieron a sentir amor.
_ ¿Eso es un sí?_ preguntó Franco cuando el beso llegó a su fin
_ Pensé que había sido clara en mi respuesta_
Intercambiaron una sonrisa de complicidad y volvieron a besarse.


A la mañana siguiente, el rumor de un nuevo noviazgo inundaba los pasillos del hotel, los empleados de la cocina, el jardinero, el intendente, meseros y mucamas no dejaban de intercambiar información sobre la nueva pareja. Estrella se enteró de primera mano, Alma le contó todo con gran detalle y mientras la escuchaba no podía más que pensar en su trágica historia de amor, en su próxima renuncia y cuanto le gustaría que Mauricio fuera su novio.

Mauricio pasaba por algo similar, Franco les contaba a Guillermo y a él la historia de su nuevo romance, de la felicidad que sentía, de que se había vuelto a enamorar. Era perfecto, Franco tenía una nueva novia, Guillermo estaba próximo a ser padre y él se casaría, todos deberían ser felices, ¿no?, pero él no lo era, la boda no le causaba ninguna emoción, solo pavor, ganas de estar con Estrella, de ser su novio.

Paula y Nico estaban más felices que nunca, su labor como cupido había sido llevada a cabo con éxito, juntos lograron unir a una pareja y esperaban pronto se convirtieran en un matrimonio. Nicolás tenía tan solo siete años cuando su padre falleció y desde entonces lo que más añoraba era ver a su madre feliz y volver a tener una figura paterna en casa, Franco parecía ser la persona ideal para cumplir con tan ardua labor. Ahora que la pareja número uno estaba formada, quizá era tiempo de pensar un poco en él, llevaba días pegado a Paula, y de algún modo empezaba a sentir algo por ella, algo distinto a una simple amistad, después de todo, en quinto año no es bien visto que un niño pase el día entero con una niña, a menos que admita que le gusta. Y probablemente ese era su caso, cuando estaba con ella se sentía diferente, se veía obligado a mirarla a los ojos, y su manos jamás dejaban de sudar si ella estaba cerca.
Podría ser que ella fuera su primera ilusión,  eta momento de averiguarlo, pero, ¿Cómo? Un nuevo plan empezó a tomar forma en su confundida mente que habitaba el limbo entre la infancia y la adolescencia.

Chaim era ahora el nuevo ballet parking del hotel, ya no vivía en la lujosa suite imperial, sino que se había mudado a otra mucho más modesta, tenía un empleo, una novia plebeya y una boleta de calificaciones que recoger el siguiente lunes. Su vida ya no parecía la de un príncipe, era más bien un adolescente cualquiera. Entregó las llaves de un Ford fiesta blanco a un hombre de traje gris, asegurándole que el auto estaba en perfectas condiciones cuando vio llegar a Kía, iba hasta el hotel solo para almorzar juntos.
_ Hola príncipe_ lo saludó
_ Hola hermosa_ sonrió
_ Traje un poco de pasta y un estofado que preparó mamá_
_ Kía, antes de comer, tengo una pregunta que hacerte_ la interrumpió
La chica lo miro un poco extraña, pero asintió en señal de aprobación y curiosidad hacia lo que su novio quería saber.
_ ¿Te casarías conmigo?_



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